libros

Domingo, 30 de enero de 2005

Recomendados

Yo, Alejandro

Alejandro Magno
Mary Renault
Edhasa
256 páginas

Con la película de Oliver Stone no sólo desembarcan los documentales oportunistas del History o Discovery Channel y los olvidables backstages de E! Entertainment Television sino también un tropel de libros listos para la ocasión: examinar quirúrgicamente personalidad, sueños, caprichos, ambiciones, tácticas, amantes y enemigos de uno de los más profusos conquistadores de la violenta historia humana, Alejandro Magno. Entre las incontables biografías –que van y vienen, según el candor de la época–, tal vez la más certera sea la de Mary Renault (1905-1983), escritora inglesa obsesionada con todo lo que atañe al heleno al que le dedicó también una trilogía de novelas históricas (Fuegos del paraíso, sobre la infancia de Alejandro; El muchacho persa, centrada en Bagoas, el “esclavo sexual” del griego, y Juegos funerarios, sobre el desguace de su inabarcable imperio de 4800 kilómetros de oeste a este). En el caso de la biografía, lo que destaca no sólo es la recreación del Zeitgeist griego (clima cultural de la época) sino también la pulcritud y el rigor histórico de Renault, una autoridad en el tema como fue Robert Graves en el caso del emperador romano Claudio y la genial Marguerite Yourcenar con Adriano. Así, sin caer en el camino soporífero de la descripción cronológica, Renault (que defendió a morir su relación amorosa con Julie Mallard, con quien se mudó a Africa) sacude los mitos y leyendas inflamadas alrededor de la figura de Alejandro y muestra, sin aburrir al más entusiasta que salga defraudado del cine, a un hombre –hijo, discípulo, amante y esposo por obligación– cegado por la gloria y los aires de deidad que, entre tantas elecciones desopilantes, lo llevaron a fundar una ciudad en India en honor a su querido caballo Bucéfalo.

Federico Kukso

Sexo sexo sexo

¿Por qué limitarse a soñarlo? Lo que las mujeres quieren saber realmente sobre sexo.
Alexandra Berger y Andrea Ketterer
Editorial Paidós
328 páginas

No es difícil caer en la trampa. Más si una defendió a Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha de sus detractores más despiadados y no se perdió ni el más conservador de sus capítulos, una novedad editorial que viene envuelta en una banda azul que dice “El libro que lee la gente que mira Sex and the City”, no puede más que despertar alguna expectativa. Pero toda ilusión se desmorona en las primeras páginas. En ¿Por qué limitarse a soñarlo?, sus autoras, Alexandra Berger y Andrea Ketter, alemanas ambas, graduada la primera en Comunicación, Filología Germánica y Psicología y la otra en Filología Germánica y Ciencias del Deporte, no se permiten ninguna de las ironías, guiños o vacilaciones tan propias a la serie. Sus 328 interminables páginas transcurren en el más gomoso tono de manual de autoayuda con apartados sorprendentes como “Los hombres funcionan de otra manera”, “El silencio no siempre es oro” o “La tierna obertura”. La obra alcanza momentos casi aterradores. “¿Se ha seducido alguna vez a sí misma?, ¿se ha mimado como es debido? Tómese al menos una hora”, sugiere el capítulo “Una masturbación placentera”. Ni hablar de los consejos para ejercitar el músculo PC (pubococcígeo) sobre el retrete. En “el camino hacia la cima”, se llega no ya al desconcierto sino a la indignación. Y todavía queda explorar los misterios de “Sexo para toda la vida” y la voluntad desmitificadora de “Perversiones sexuales”. El ánimo llega prácticamente deshecho a “Cibersexo: ¿el sexo del futuro?”, el capítulo remate que, por suerte, tiene la delicadeza de advertir que “el sexo normal jamás será reemplazado por la internet”. Ni Charlotte, la más naïf de las chicas de Sex and the City, lo resistiría.

Cecilia Sosa

Mundo loco

Bajo la mirada del halcón
Estados Unidos-América latina post 11/9/2001
Claudio Fuentes S. (editor)
Editorial Biblos
260 páginas

El conjunto de artículos que este libro reúne surgió del intento de responder una pregunta: ¿han cambiado –y en ese caso, cuánto– las relaciones políticas entre Estados Unidos y Latinoamérica desde los atentados del 11 de septiembre de 2001? Pregunta que, en realidad, es la versión optimista o políticamente correcta de otra, más cercana a la realidad: ¿cuánto cambió Estados Unidos su política para con la región?

Como fuese, el libro intenta dar cuenta –desde la ciencia política– de la nueva doctrina aún más unilateralista de Estados Unidos por la cual cada vez necesita menos dar cuenta de su accionar tanto hacia el frente externo (Francia, Rusia y China se opusieron a la invasión a Irak y el Pentágono apenas si se mosqueó) como hacia el interno, más aún ahora con el mandato de Bush revalidado. A tal efecto, una serie de universitarios de todo el continente, especialistas en el tema, encaran la cuestión desde su área específica de estudios. En algo coinciden los ensayistas: pese a la existencia de la Cuba castrista, la Venezuela chavista, la Colombia de las FARC o incluso el Brasil lulista y la Argentina nestorista o la Bolivia de los cocaleros de Evo Morales, América latina pasó a ser una cuestión muy secundaria en el nuevo mapa mundial de problemas que realizó los Estados Unidos después de la caída de las Torres Gemelas. Vistos en conjunto, los artículos también logran dejar en claro las diferencias entre el patio de atrás de los Estados Unidos propiamente dicho –es decir, Centroamérica y el Caribe– y el resto de América latina.

Martín De Ambrosio

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