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Domingo, 25 de marzo de 2012

RODRIGO REY ROSA

“Ahora ya no me puedo ir”

“En mi país, la crítica que me hacen es que yo me dedico a mostrar el lado desagradable de Guatemala en el extranjero, que no tengo nada a favor que decir”, apunta Rodrigo Rey Rosa. “Me parece una tontería, no es para nada eso –agrega–. Tengo allí un pequeño grupo de lectores que no ve para nada esa intención, pero digamos que la mayoría siente una especie de desconfianza.”

Dijiste en una de las charlas que, hoy por hoy, sentías que vivir en Guatemala era como una especie de karma.

–Estuve quince años fuera del país y, cuando volví, en 1994, no entiendo muy bien por qué me quedé. Ahora ya no me puedo ir, porque tengo una hija, eché raíces. Y cuando barajé la posibilidad de irme otra vez, aquí o allá, no encontré una razón de fuerza. A finales de los ‘70 me fui porque no me podía adaptar. No fui a la universidad, donde se reclutaba y había un ambiente político. La situación era muy turbia. Mataron a varios amigos míos; a uno o dos por motivos políticos, pero a otros porque simplemente era muy fácil matar: por un lío de faldas te mandaban matar. Eso fue un impulso para irme. Cuando volví, junto con mucha otra gente, había efervescencia, cosas interesantes, se empezó a publicar todo. Ahora la situación está muy mal otra vez, muy violento, aunque es una violencia común, digamos.

“Creo que estando en Guatemala soy más valioso como escritor”, dijiste también. ¿Por qué?

–Porque me justifico más fácilmente escribiendo desde Guatemala que si estuviera en París, por ejemplo –aparte de que sería muy caro–. Como que encuentro justificación de mi supuesto papel de escritor estando ahí. Hay muchas cosas que contar, y siento como que me toca hacerlo. Claro que uno, parece, no escoge los temas: los temas lo escogen a uno. Y sí, lo siento como una especie de responsabilidad, en un sentido muy personal, porque no es que me sienta responsable ante nadie.

Aunque acaba de aparecer aquí Severina (historia de un librero que se enamora de una ladrona de libros), el libro de Rey Rosa que acaparó la atención durante sus participaciones en el encuentro fue El material humano, cuyo punto de partida fueron sus indagaciones en los archivos policiales que pudo ver durante unos meses, porque primero le permitieron acceder y luego, de un día para otro, se lo prohibieron. “Un poco por esa experiencia, una mañana apareció la idea de visitar los expedientes de la psiquiatría en Guatemala, desde los comienzos –cuenta en torno de su trabajo actual–. Lo más antiguo que encontré, colonial, es de 1710: un loco furioso –así está escrito–, al que encierran. Y hay otro, un cura oidor, defensor de indios, que se vuelve loco: a ése lo mandan a España. Me interesa ver una locura específica de Guatemala, desde los comienzos y también durante la guerra, que duró hasta 1996.”

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