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Domingo, 3 de enero de 2016

VALE DECIR

EL OCTAVO PASAJERO NAVIDEÑO

Al parecer, no solo (algunos) humanos encuentran fascinación supina por las fiestas, y sus luces navideñas, y el árbol de rigor, y los villancicos, y la mar en coche, esperando con ansias el momento supremo de recibir a Papá Noel para devorarlo a besos. Oh, no: también “el octavo pasajero” ha entrado en espíritu festivo, derramando ácido, sudor y lágrimas para pasar la (pasada) fecha como amerita: con sus luces navideñas, y el árbol de rigor, y los villancicos, y la mar en coche. Al menos, así lo ha retratado la artista británica Mandy Smith, escultora de papel con residencia en Ámsterdam, en su más reciente obra: una seguidilla de escenas creadas artesanalmente, donde el famoso Alien –que engalanó el terror de la mano de Ridley Scott en el clásico de 1979– se sumerge de lleno en la jarana temática. Desde aguardar bajo el muérdago para ser besado hasta proyectar su segunda mandíbula retráctil para devorar un pan dulce, de nada se priva el entusiasta xenomorfo. O, para el caso, los facehugger, prestos a embellecer el pinito decorado abrazando la estrella superior. Por supuesto, un pavo con pecho explotado da vida a un petit alien; mientras otro, ya crecido, sube por la chimenea, ansioso de recibir a Santa Claus. Una mirada “humanizada” del villano extravagante, que pasa a engordar la lista de curiosas creaciones de Smith, quien tiene en su haber: una guillotina de papel que decapitó –de mentiritas– cabezas de espectadores en exhibiciones de Inglaterra y Holanda, o un cohete (de papel, claro) que viajó a la estratósfera. Donde acaso hayan abordado las criaturas sci–fi, que hoy disfrutan del vitel toné como el resto de los mortales.

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