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Domingo, 4 de mayo de 2003

REVELACIONES

Colgado

Gracias a Sex, drugs, violence and the Bible –el libro-bomba de Chris Bennett y Neil McQueen–, los caminos del Señor están tapizados, al parecer, de sofisticados
rituales psicodélicos. Detrás del incienso y los óleos usados en la unción, Bennett y McQueen, inspirándose en textos gnósticos, rastrean la presencia insistente de la cannabis, la mandrágora y otras sustancias milagrosas que ponían a los primeros cristianos en contacto con la divinidad, y que la Iglesia Católica prefirió reemplazar por dosis regulares de agua bendita.

Por Chris Bennett

“Cristo” es una expresión griega que equivale a la palabra hebrea “Mesías”. En inglés o en castellano es un término que también puede traducirse como “el ungido”. Y sólo se otorgaba el título de “Cristo” a aquél que “Dios había ungido”. El óleo sagrado que se usaba para ungir, según la receta descripta en la versión hebrea original del libro bíblico del Éxodo (30:22-23), contenía más de dos kilos y medio de kaneh-bosem, una sustancia que respetados etimólogos, lingüistas, antropólogos, botánicos y otros investigadores identifican lisa y llanamente como nuestra cannabis. A esta sustancia se agregaban más de seis litros de aceite de oliva y cierta cantidad de otras hierbas fragantes. Los ungidos de la Antigüedad quedaban literalmente empapados en esta poderosa mezcla.
El erudito Carl P. Ruck es profesor de Mitología Clásica en la Universidad de Boston, y por más de tres décadas ha investigado la historia de las sustancias psicoactivas en la religión. Acerca del uso tradicional de la cannabis en el Viejo Testamento, Ruck explica: “Hay pocas dudas acerca del rol que jugó la cannabis en la religión judaica... Es imposible que haya pasado inadvertida una planta tan importante en fibra para elaborar textiles y en aceites nutritivos, y tan fácil de cultivar... El solo hecho de cosecharla ya induce una reacción enteogénica (término acuñado por el mismo Ruck que significa algo así como “la euforia que nos produce el contacto con algo divino)”. Ruck comenta más acerca de las continuidades de esta práctica: “Obviamente, dada la gran disponibilidad y establecimiento de la cannabis desde el judaísmo temprano... su incorporación ha sido inevitable en el cristianismo”.
Aunque hoy la mayoría de la gente prefiere fumar o comer cannabis, cuando sus ingredientes activos pasan a una pasta base con aceite pueden ser absorbidos a través de la piel, que es un gran órgano. Según el Nuevo Testamento, Jesús no bautizó a ninguno de sus discípulos según la práctica bautismal que hoy cultiva la Iglesia Católica, sino que los ungió frotándoles el cuerpo con este fuerte óleo. Después exhortó a los doce apóstoles a que hicieran lo mismo. “Y expulsaron a muchos demonios, y ungieron con óleo a muchos enfermos, y los curaron” (Marcos 6:13). Asimismo, después de la muerte de Cristo, el apóstol Santiago sugiere que las personas enfermas llamaron a sus mayores para que los ungieran con el óleo sagrado en nombre de Jesús (Santiago 5:14).
Hay que tener en cuenta que en el mundo antiguo, enfermedades como la epilepsia eran atribuidas a una posesión demoníaca, y que su curación, incluso gracias a la ayuda de ciertas hierbas, era considerada exorcismo o milagro. Es interesante que la cannabis haya demostrado hoy su eficacia en el tratamiento no sólo de la epilepsia sino de otras dolencias que Jesús y sus discípulos curaban. Por ejemplo, enfermedades de la piel (Mateo 8, 10, 11; Marcos 1; Lucas 5, 7, 17), problemas en los ojos (Juan 9:6-15) o menstruales (Lucas 8:43-48).
Según antiguos documentos cristianos, incluso la “sanación” de los lisiados podría atribuirse, en realidad, al uso del óleo. “El óleo santo que nos disteis para nuestra santificación... endereza los miembros torcidos” (Los Hechos de Tomás). Un texto cristiano antiguo, Los Hechos de Pedro y los doce apóstoles, más antiguo que el Nuevo Testamento, estima haber registrado lo siguiente en el siglo II: Jesús les da a sus discípulos una “caja con ungüentos” y una “bolsa repleta de medicinas” con instrucciones para que entren a las ciudades y curen a los enfermos. Jesús explica que uno debe curar “primero los cuerpos” antes de “curar el corazón”.
Estos resultados no deberían sorprender. El uso médico de la cannabis durante este período ha sido confirmado por investigaciones arqueológicas, y las dolencias arriba descritas eran tratadas con preparaciones a base decannabis en toda la zona, durante muchos siglos antes de la era cristiana.

Un mundo de sensaciones
A medida que Jesús y sus seguidores comenzaron a divulgar en el mundo antiguo los alcances curativos de la cannabis, el singular “Cristo” dio lugar al término plural “cristianos”, es decir: aquellos impregnados o ungidos por el óleo sagrado. Como explica el Nuevo Testamento: “Una vez que Él te ha ungido, permanece en ti, y ya no necesitas a nadie que te enseñe más que Él” (1 Juan 2:27).
Aunque el relato bíblico describe la iniciación de Cristo por su primo Juan el Bautista mediante un clásico bautismo católico, basado en una sumersión en agua, el término “bautismo” en sí mismo adquiere connotaciones “iniciáticas”, y es probable que hayan pasado muchas más cosas que las que registra la Biblia. Algunos textos cristianos antiguos indican que originariamente el rito era realizado en conjunto con el rito de unción de kaneh-bosem: “La unción tenía lugar antes o después de la ceremonia bautismal”. Otros textos, que no integran el canon oficial, citan específicamente que Jesús recibió el título de “Cristo... debido a la unción” y no al bautismo en agua.
Al parecer, la controversia “bautismo con agua versus unción con óleo” es tan vieja como el cristianismo. El Nuevo Testamento, de donde nos llega la imagen clásica de Jesús, no fue elaborado como tal sino hasta cerca del año 350 de nuestra era. Los padres de la Iglesia Católica que seleccionaron las Sagradas Escrituras lo hicieron sobre la base de muchos otros textos recogidos entre las muy distintas escuelas de pensamiento cristianas, que habían emergido durante los primeros siglos después de Cristo. Todo lo que contradijese la opinión oficial sobre la vida de Jesús fue etiquetado de herejía, y destinado a las llamas.
Considerando esos textos cristianos proscritos y otros hallazgos históricos podemos empezar a separar a Jesús el hombre del mito. En la modernidad, de hecho, se duda de acontecimientos como el nacimiento virginal y la resurrección de Jesús, mientras que el hombre conocido por sus seguidores como Yehowshua (cuyo significado judío es el de un nombre común, el Salvado por Jehovah) emerge con un nuevo mensaje de amor, de luz y de libertad personal.
Las ramas del cristianismo a las que pertenecían los textos proscritos se conocen bajo el título colectivo de “Gnósticas”. Estas sectas prohibidas adoraban a Jesús de un modo radicalmente distinto a como llegó hasta nosotros vía la Iglesia Católica, rama del cristianismo temprano que llegó a ser dominante al imponerse por la fuerza y suprimir todos los conflictos existentes entre las sectas cristianas y paganas.
Afortunadamente, uno de los gnósticos antiguos tuvo la previsión de ocultar algunas de estas escrituras prohibidas, que se redescubrieron en 1945. Estos textos gnósticos son tan antiguos como el Nuevo Testamento, y en algunos casos aun más antiguos. Y a menos que consideremos que el poder le da por sí solo la razón a la Iglesia Católica, no es tan fácil desechar las revelaciones que estos textos contienen sobre Jesús y el cristianismo temprano.

Cantos de vida y de esperanza
Una de las diferencias más pronunciadas entre las doctrinas de la Iglesia Católica y las que pertenecen a los cristianos gnósticos es la que enfrenta la “fe” al “conocimiento”. El término “gnosis” significa en griego “conocimiento”, y las prácticas religiosas gnósticas pusieron el énfasis en el desarrollo del conocimiento espiritual en cada uno de sus miembros. En cambio, la práctica de la Iglesia Católica acentúa la “fe”: el individuo nunca conoce al dios por sí mismo, sino que se limita a las descripciones y a los edictos religiosos propuestos por la Iglesia, administrada, a un costo doloroso, por su jerarquía de sacerdotes, obispos y papas. A partir de los textos gnósticos redescubiertos, se puede observar el importante valor que les dieron a sus propias experiencias espirituales derivadas del uso del óleo sagrado. El gnosticismo criticó abiertamente a la Iglesia Católica por el acto del bautismo, que no tenía, al parecer, ningún efecto espiritual. Era, alegaban los estoicos, como dar un placebo en lugar del medicamento efectivo. Las descripciones gnósticas aseguran que los óleos sagrados tenían intensas propiedades psicoactivas y eran preparados en un recipiente para otorgar una “dicha inmarcesible”.
También es muy interesante que los textos gnósticos ofrezcan indicaciones acerca de que la cannabis también era utilizada por Jesús como incienso –junto con el óleo– en complicadas ceremonias chamánicas. En el segundo libro de IeIeou, Jesús les dice a sus seguidores que entre los secretos que les revelará está el del misterio de los cinco árboles, que en este caso significa, probablemente, dar a conocer ciertas plantas mágicas utilizadas como catalizadores chamánicos en las ceremonias. De estos cinco árboles existen referencias en el que probablemente sea el más antiguo de los textos cristianos, el Evangelio de Tomás: “Hay cinco árboles para ti en el paraíso... Quienquiera que los haya conocido, no experimentará la muerte”. En la visión gnóstica, “no experimentar la muerte” significa alcanzar cierto estado de purificación interior o de iluminación, al punto de que el iniciado “se levantaría de entre los muertos”, es decir: de la ignorancia y de la ceguera, y “nunca se volvería viejo, y llegaría a ser inmortal”. Vale decir que el iniciado llegará a poseer una conciencia inquebrantable de su yo espiritual y se percatará de que integra una totalidad cósmica que continúa viva aun después de la desaparición del cuerpo material.
El segundo libro de IeIeou nos brinda una detallada descripción de la ceremonia chamánica que conduce a este estado más alto, gracias a la ingestión de los “cinco árboles”: “El Señor dispuso un lugar para las ofrendas (...) colocando una jarra de vino a la derecha y otra a la izquierda, y derramó ciertas bayas y especias alrededor de los recipientes; Él, entonces (...) puso cierta planta en sus bocas (...) y también otra planta en sus manos, y las extiende en orden, alrededor del sacrificio”. Continuando con el ritual, como en las ceremonias chamánicas y mágicas a lo largo de toda la historia y en todas partes del mundo, Jesús distribuye a sus discípulos a través de las cuatro esquinas del mundo. “Él entonces brinda una plegaria (...) [y] nos (...) da una descripción del Bautismo de Fuego. En este rito (...) se utilizan vinos; se derraman junto a varios materiales de incienso”. Piden un milagro en “el fuego de este incienso fragante”. La naturaleza de ese milagro no se indica. Jesús bautiza a los discípulos y les otorga el sacrificio de la Eucaristía.
El “milagro” que contiene el incienso usado por Jesús en la ceremonia, y que dejó perplejo al profesor Mead hace más de un siglo, cuando presenció una ceremonia chamánica, era probablemente una referencia a los efectos indescriptiblemente enteogénicos de la cannabis. Es probable que también revelara las características mágicas de las diversas plantas usadas en la ceremonia, definidas para los participantes como el misterio de los cinco árboles.
Según el profesor Ruck, incluso el vino que se usaba en estas ceremonias era psicoactivo, mucho más poderoso que el simple vino de mesa. Los “vinos estaban siempre fortificados, como el ‘vino fuerte’ del Antiguo Testamento, que contenían añadidos de hierbas, opio, solanáceas (datura, belladona), mandrágora, etc.”. En estas referencias botánicas podemos encontrar, quizás, a algunos otros candidatos a encarnar los “cinco árboles” de los cristianos gnósticos.
Las citas de la mandrágora en el Génesis y en el Cantar de los Cantares de Salomón documentan claramente el interés mágico que por esos vegetalestenían los hebreos. Es evidente que ciertas corrientes cristianas como los gnósticos utilizaron y conocieron muy bien este tipo de plantas. La mandrágora había sido utilizada con propósitos mágicos en todo el mundo antiguo, y ya en los tiempos romanos la magia comenzó a ser asociada a las características psicoactivas de la planta. La adicción a una droga alucinatoria de gran poder como la mandrágora ayudaría a explicar algunas de las experiencias más extremas relacionadas con la unción sagrada y los bautismos descritos más arriba.
Por supuesto, los antiguos psiconautas cristianos que utilizaban sustancias enteógenas para explorar los reinos de la interioridad lo hacían de un modo completamente diferente a como lo hace hoy la mayoría de las personas. Para los gnósticos, la cannabis, las setas y otras sustancias eran consideradas sacramentos, medios para alcanzar la gnosis espiritual, por lo que eran tratados con respeto y reverencia. En marcada oposición, el acercamiento actual a las drogas es desestructurado, caótico y muy poco sacramental.
El Dr. Richard Strassman, que estudió durante casi dos décadas el uso social de la psicodelia moderna y sus efectos, observó que “el problema de convertir una o varias experiencias psicodélicas transformadoras en una ‘práctica religiosa’ es que no hay un marco que contenga convenientemente la vida cotidiana entre una sesión de drogas y otra. Ciertas iglesias de la Costa Oeste norteamericana, que usan plantas alucinógenas de la Amazonia pero las integran a sistemas de códigos rituales y morales, pueden resultar un nuevo modelo que combina prácticas éticas y psicodélicas”.
El descubrimiento de aspectos ocultos en el cristianismo temprano y el estudio de las Sagradas Escrituras gnósticas, unido a un análisis de sus sistemas iniciáticos, podría proporcionar una base ideal para la reintegración ya perdida de estas sustancias en un Occidente típicamente cristiano. Podría también promover resultados psicológicamente beneficiosos para las personas que decidan utilizarlas.
En cuanto a los que se oponen activamente, hay que decir que si la cannabis, como indicaría la Historia, era uno de los ingredientes principales del óleo sagrado en el antiguo cristianismo, y si el hecho de utilizarlo convirtió a Jesús y a sus seguidores en “cristianos”, entonces aquellos que persiguen a los que utilizan cannabis podrían ser considerados “anticristianos”. Esta revelación seguramente perturbaría bastante a ciertos cristianos de derecha como el ministro de Justicia norteamericano John Ashcroft, considerado el mayor abogado antimarihuana de los Estados Unidos.
Traducción: Sergio Di Nucci

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