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Domingo, 20 de marzo de 2016

ONCE DETALLES OCULTOS DEL PARTIDO MáS FAMOSO

HAY EQUIPO

1- EN UNA ESQUINA DEL BAJO FLORES

El 22 de junio de 1986 es un manifiesto de los pequeños azares al servicio de una gran obra: cómo una historia épica también se forma gracias a la alineación planetaria de decenas de biografías que se enlazan para orbitar en conjunto durante un par de horas y se disuelven enseguida. –Yo había renunciado dos veces a la selección de Bilardo: no me sentía cómodo, los entrenamientos eran en doble turno, una cosa insoportable –recuerda Olarticoechea–. En abril de 1986, cuando faltaban un par de semanas para que el equipo se fuera al Mundial y yo jugaba en Boca, Pachamé –el ayudante del técnico– vino a la Bombonera al final de un partido para decirme que Bilardo quería verme ese día. Le respondí que tenía que volver a Wilde para buscar a mi familia porque nos íbamos a Saladillo a pasar el lunes libre. Pachamé me insistió: “Igual tenés que agarrar la autopista 25 de Mayo, así que estate atento a la altura del peaje, al lado de la cancha de Deportivo Español, que Bilardo te va a esperar con su auto”. Le contesté que sí, y después de pasar el peaje vi un Ford Fairlane verde: Bilardo me saludaba desde adentro. El técnico le hizo señas para que Olarticoechea saliera de la autopista en la bajada siguiente y, una vez en las calles del Bajo Flores, los dos autos se detuvieron en la primera esquina. Bilardo se subió al vehículo del futbolista para convencerlo de que aceptara su citación, pero no parecía el mejor lugar: en el coche estaban sentadas la mujer de Olarticoechea y su hija, de tres años. En eso Bilardo vio un ladrillo en la vereda, bajó a la calle, lo tomó como si fuese una tiza o un crayón y le pidió al jugador que se acercara a la pared. El técnico empezó a dibujar sobre la ochava la disposición táctica que pretendía de él en México: marcador-volante. El Vasco, hombre duro, de campo, siguió sin convencerse y se tomó un par de días para responderle. Serían sus amigos de Saladillo quienes terminarían de persuadirlo de que no podía perderse México 86. La parábola cerraría dos meses después, durante la charla técnica previa a Inglaterra, cuando Bilardo le anunció a Olarticoechea que reemplazaría a Garré y jugaría como marcador-volante, la función que había trazado con un ladrillo en una esquina del Bajo Flores.


3 - BILLETES

–¿Cuánto dinero cobramos por ganar el Mundial? Yo cobré 30 mil dólares, eso ahora lo ganás por partido –se lamenta Bilardo, y sin embargo se queda corto: de haber ganado el Mundial 2014, cada jugador argentino se habría llevado un monto veinte veces superior que en 1986, 600 mil dólares.

–Cobré 33 mil dólares por ser campeón del mundo –dice Enrique–. En el segundo semestre de 1986, después del Mundial, con River fui campeón de América e Intercontinental de clubes. Por la Libertadores gané más plata que en México con la selección, y en Japón, en un solo partido, cobré lo mismo que en todo el Mundial.

–Por River campeón de América, también en 1986, cada jugador cobró 40 mil dólares –precisa Pumpido–. Lo del Mundial de México dependía de lo que tardabas en ir a cobrar el premio, porque el austral perdía valor. Algunos lo cambiaron por 27 mil dólares.

6 - DE QUE PLANETA VINISTE

Millones de personas saben qué significa “barrilete cósmico”. Muy pocos, sin embargo, conocen la prehistoria de la metáfora. El relato más bello tiene un origen agrio: es un resabio de la vieja pelea bilardistas-menottistas. Comparar a Maradona con un barrilete no fue una ocurrencia de Víctor Hugo sino de Menotti, y no justamente como elogio: el ex técnico de la selección estaba peleado contra todo lo que fuera cercano a Bilardo y en ese resquemor también entró Maradona, el capitán del equipo dirigido por su enemigo. Una semana antes de México 86, Menotti dijo que Maradona era un barrilete, una expresión con la que pretendía referirse a su (presunta) volatilidad emocional. Apenas empezó el torneo, algunos periodistas afines a Bilardo, entre ellos Víctor Hugo, contragolpearon a Menotti y empezaron a utilizar “barrilete” como un sinónimo feliz del 10. Con Maradona en plena reverberación y Argentina pasando etapas, esa palabra adquirió una carga de sarcasmo que se volvió contra Menotti. “Maradona, un barrilete que vuela alto”, tituló Crónica el 3 de junio, el día siguiente al debut ante Corea. “Ya estamos entre los ocho mejores y el barrilete de nuestra ilusión vuela cada vez más alto”, repitió ese diario el martes 17, después del triunfo ante Uruguay. También Víctor Hugo, en los primeros partidos del Mundial, llamó un par de veces “barrilete” a Maradona, mitad para elogiar a Diego y mitad para devolverle a Menotti –de manera elíptica, sin mencionarlo– su propio veneno. El adjetivo “cósmico” y la pregunta “de qué planeta viniste”, son invenciones instantáneas en el segundo gol.

2 - SOLO UN PIE BUENO

“Unos 45 minutos antes del comienzo –le dijo Fenwick al portal deportivo de Trinidad y Tobago, wired868.com, en marzo de 2014–, estábamos en el vestuario y Sir Bobby (Robson, el DT) me llamó para darme instrucciones de cómo enfrentar a Maradona. Me dijo: ‘No te preocupes por Maradona, Terry. Es solo un pequeño muchacho y únicamente tiene un pie bueno’. Ahora ya me puedo reír pero pasaron varios años para que le encuentre el sentido gracioso después de haber sido responsable del gol de todos los tiempos. Bobby nunca citó a Maradona en las reuniones previas al partido y salimos con el sistema habitual, 4-4-2”.

–Yo esperaba que (el técnico) nos detallara cómo íbamos a marcar a Maradona hombre a hombre, pero Sir Bobby tenía otras ideas: la orden fue marcarlo colectivamente y que se ocupara el jugador que estuviera más cerca –agrega Fenwick vía e-mail, y enseguida dejará en claro que aprendió a tomarse el asunto con humor–. Sir Bobby me llevó a un costado para decirme que Maradona solo tenía un pie del que debía estar atento, pero claramente no me explicó cuán bueno era ese pie, el izquierdo.


7 - LA JUGADA DE TODOS LOS TIEMPOS

Entonces el Azteca se alumbra, como si el resto del mundo quedara a oscuras. Maradona surca el césped y nadie lo detiene: 52 metros, 44 pasos, 10,6 segundos, 14,4 kilómetros por hora, 12 toques con la pierna izquierda, 5 ingleses eliminados en una persecución autodestructiva (Beardsley, Reid, Butcher, Fenwick y Shilton, los capitanes Ahab del Azteca), y otros dos rivales que quieren acosarlo pero no lo alcanzan (Hodge, al comienzo de la jugada, y Stevens, al final). En la lista de engañados también deberían incluirse dos argentinos, Valdano y Burruchaga, que por decisión de Maradona cumplen el rol de señuelos para despistar a los rivales, siempre a la espera de un pase que no llega. ¿Cómo es ser partícipe secundario de la jugada de todos los tiempos? ¿Cómo se disfruta –y cómo se tolera– la bomba atómica de los goles?

10 - LO QUE ES LA CULTURA

Alguien toca la puerta del vestuario argentino y es la visita menos esperada: unos pocos jugadores ingleses, liderados por sus figuras, Lineker y Hoddle, vienen en son de paz, quieren intercambiar sus camisetas. Los recibe Benros, el utilero, y de una bolsa saca camisetas celestes y blancas, las titulares de la selección, pero no utilizadas en el partido. Los ingleses las rechazan amablemente: quieren las azules. –Vinieron los ingleses, tocaron la puerta y nos dijeron “exchange” –recuerda Garré–. Yo se la cambié a Lineker, que jugaba de 9 pero usaba la 10. Nos daban la mano y nos felicitaban porque les habíamos ganado. Lo que es la cultura.

–Los tipos, unos fenómenos –coincide Burruchaga–. Estás hablando de países que nos llevan años de educación en todo. Vinieron a saludar y a intercambiar sus camisetas, algo que ya habían hecho en la final de Independiente contra el Liverpool, en Japón.

5 - MEJOR MARCA AL 7

–No dormí esa noche –dice Bilardo–, pero en verdad no dormí nunca en México, durante dos meses. Me acostaba por la tarde, de 14 a 16. Le decía a Pacha (Pachamé, su ayudante) que me despertara en dos horas. “Ahora quedate levantado vos”, le pedía. Y no quería tomar pastillas para dormir porque me dejaban groggy. De noche leía. Cualquier boludez. Los diarios. Era difícil dormir. Porque uno venía carburando, carburando, carburando. Mi cuarto era el más chico, dos metros por tres. Con un bañito. Entraba una cama y un perchero. El elástico de la cama estaba vencido así que tiré el colchón al piso. Dejé la cama parada contra la pared.

–Bilardo venía a la madrugada a las piezas para hablarte –recuerda Giusti–. Yo dormía con Bochini, y Bilardo entraba despacio, para no despertarlo, y me decía: “Giusti, Giusti, ¿te acordás lo que te dije? Mirá que el grandote va para el costado y te limpia”.

–Carlos es un tipo que no espera y que no duerme –asiente Batista–. Si vos tenías que marcar al 8 contrario y se le ocurrió a las cuatro de la mañana que no, que mejor que marcaras al 7, te llamaba.

8 - YO QUIERO SER CAMPEON DEL MUNDO

“Un día Bilardo dio unas horas libres –recordó Raúl Madero en El Gráfico– y me quedé solo en la concentración. Igual, yo tenía a mi pajarito guardián con su walkie–talkie y estaba al tanto de todo –en referencia a los empleados del hotel América que con disimulo le pasaban la información de lo que ocurría en el predio–. Diego andaba con una actriz mexicana. Me puse a comer algo y de golpe cayó Diego, solito. Me consultó si podía comer conmigo. Le dije que sí, claro. ‘Diego, ¿por qué se volvió?’, le pregunté. ‘Podía estar con una mujer preciosa, pero en situaciones así uno toma una cervecita o un whisky y la verdad, lo que yo quiero es ser campeón del mundo’. Cuando escuché eso dije: ‘Ya está, no le van a sacar la pelota’.”

4 - LOS HEROES

–Yo quería ganar –dice Giusti– no solamente porque era un partido de fútbol. La palabra revancha no sé si es adecuada, pero como que uno estaba haciendo algo para los muchachos que estuvieron peleando, ¿entendés? Digamos que ganándoles a los ingleses era como algo para los muchachos que estuvieron en Malvinas. Como decir, bueno, les pudimos ganar a estos hijos de putas, viste, en el término futbolero.

–Lo que es una exageración es que nos hayan dicho “héroes” –dice Olarticoechea–. Yo tengo amigos de Saladillo que combatieron y desde el lugar de ellos pensaría: “Estos tipos jugaban a la pelota mientras a nosotros nos cagaban a tiros”. Héroes fueron los chicos de Malvinas.


9 - EL PELUQUERO

“Roberto Giordano estuvo en la tribuna –informó Clarín el lunes 23 de junio, el día siguiente del partido–. Vino con la modelo Lucía Miranda para el programa Veinte Mujeres. El jueves presentarán el peinado y la moda argentina en esta ciudad.” Giordano y Miranda también aparecen en Héroes alentando a la selección, ambos de pie sobre un parapeto del Azteca, vestidos como si estuvieran en una pasarela, con zapatos, pantalones, camisas y chalinas blancas, y un sombrero negro.

–Ese día hubo varias peleas en las tribunas, pero la primera la empieza Roberto Giordano en la parte de abajo –recuerda Claudio Varela, uno de los hinchas de Boca–. El había ido con un grupo de turistas que se vestía con remeras azules y blancas, estaba el Bambino Veira y otros famosos más. Giordano ve a un periodista de Gente y le dice: “Sacame una foto que le voy a robar una bandera a un inglés”. El quilombo lo hace él: no estaban bien las cosas, había terminado una guerra hacía cuatro años, con los ingleses estábamos mezclados en la cancha, y era cuestión de que alguien le pegue a uno para que se arme. Ahí se armó la pelea, Raúl (Gámez) tuvo que saltar, empieza a puntear y después saca un par de botellas porque lo mataban. Y encima Giordano dice que es peluquero: decime cuándo lo viste cortar el pelo. Pensalo, buscalo en Internet, algo que lo acredite. Lo único que decía es “moviendo las cabecitas”.

11 - LOS MALES DE PASSARELLA

Apenas llegados a México los jugadores recibieron una recomendación de Raúl Madero, el médico del plantel: no tomar agua de la canilla. Es que tras el terremoto, ocurrido unos meses atrás, las napas se habían contaminado. No debían usar esa agua siquiera para lavarse los dientes. Daniel Passarella padeció durante esos días una seguidilla de trastornos gástricos: no jugaría en todo el Mundial. Las versiones más fogoneadas siempre mentaron que “alguien” del cuerpo técnico o médico indujo sus males. Burgo cita a Madero, en una entrevista de 2015 con Diego Borinsky, de El Gráfico: fue la primera y única vez que contó de esto. “Passarella fumaba y tomaba whisky por las noches y pensó que los cubitos de hielo no le iban a hacer nada. Su problema en el 86 comenzó por el hielito del whisky. Cuando agarró el virus lo llevé al hospital, con los mejores especialistas en gastroenterología. Bilardo le dijo que la camiseta titular era de él. Antes del partido con Italia, fue claro: ‘Si te sentís bien, me decís y jugás’. ‘No, con los italianos hacés una macana y te pintan la cara, espero otro partido’, le contestó Passarella. Después del 1-1 con Italia, hubo un entrenamiento intenso, con calor, y él se quería meter. ‘No jodás, porque vas a tener problemas’, le dije. ‘Usted está cagado’, me respondió. ‘Yo te voy a romper una botella en la cabeza, me tenés podrido, si te digo que no lo hagás, no lo hagás’, le dije. No me dio bola, se metió y terminó desgarrándose. Un tipo muy jodido. Empezó a declarar que yo le había dado algo a propósito. ‘Seguí jodiendo, que tengo todos los papeles, un cierto prestigio, y si seguís hablando te voy a hacer un juicio que no te va a alcanzar toda la guita que ganaste en la Fiorentina para pagarme’, le dije. No jodió más.”

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