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Domingo, 12 de mayo de 2013

SANTA FE › EN LA CARTERA DE SEGURIDAD ADJUDICAN MáS IMPORTANCIA A ESTA BANDA LIDERADA POR POPEA QUE A LA DE CARLOS ASCAíNI Y ALDO OROZCO EN EL SUR PROVINCIAL. PERO LOS EXPERTOS DICEN QUE ESTAS ORGANIZACIONES PARECEN MáS COMERCIALES QUE LA TíPICA ESTRUCTURA MAFIOSA.

Mucho menos complicado que lo que muestra en el cine

 Por Luis Bastús

La envergadura de la organización narco que la policía desbarató esta semana, y el bajo perfil de su presunto cerebro, Leonardo Popea, socavan la tendencia a suponer que el tráfico de drogas se articula en forma piramidal, desde un capo todopoderoso al estilo Vito Corleone hacia lejanas ramificaciones para llegar hasta el consumidor. Más bien, aquí el negocio ilegal se estructura con una lógica similar a la de cualquier rubro comercial. No es una pirámide, sino una red. Y aunque se considera al narco como el origen de casi todos los crímenes de la ciudad, también hay convivencia entre competidores que no necesariamente disputan territorio a balazos. Son las primeras conclusiones que manejan en el Ministerio de Seguridad, luego de los 23 allanamientos realizados entre el martes y el miércoles en siete ciudades de la provincia, a una docena de narco kioscos y dos cocinas, y que empezó con la captura de Popea, un hombre a quien se lo tenía por un pasador de dinero falso de años atrás, pero impensado para enhebrar una empresa como la que se le atribuye y que hasta ahora tiene a 16 personas detenidas, 29 kilos de cocaína decomisados y un buen stock de precursores químicos y sustancias para estirar el estupefaciente.

El mayor golpe al narcotráfico en Santa Fe, por cantidad de allanamientos y por la suma de eslabones que abarcó, apenas reportó el secuestro de una sola arma de fuego: una pistola 9 mm, nada del otro mundo. Se tiene por cierto que el negocio de la droga implica sí o sí el control de un territorio determinado mediante la violencia. En la cartera que conduce Raúl Lamberto piensan que no siempre es así. "Depende del lugar y del mercado consumidor. Puede haber varios kioscos en un solo lugar y sin pelearse. Se acepta que un territorio ha sido ocupado por un competidor, y eso no necesariamente se dirime a los tiros. Estas personas no tendrían vinculación con hechos de violencia. Se puede vender droga sin necesidad de andar a los tiros", aseguró una fuente de la investigación que desembocó en el operativo Otoño blanco y que pidió la reserva de su nombre.

Bajo perfil. La irrupción de Popea en la crónica del narcotráfico local sorprendió a más de un conocedor del palo. Los pesquisas llegaron hasta él luego de pinchar teléfonos, espiar dealers y descifrar la identidad de un férreo cultor del perfil bajo. No tienen comprobado que este hombre, a quien la policía vinculaba con la reducción de bienes robados y la falsificación de dinero, tuviera negocios comunes con los apellidos más mentados del ambiente narco. Ni con el clan de zona sur, ni con el vendedor de autos de zona oeste, ni el barrabrava de zona norte. De acuerdo con esta presunción, la singularidad de la organización desarticulada estriba, precisamente, en su capacidad para hacerse de un lugar en el mercado, sin alardear con autos extravagantes, derroches nocturnos ni violencia, y extenderse hasta puntos de venta en Coronda y Cañada de Gómez, además de media docena de puestos en el oeste y norte rosarinos. Cómo lo consiguieron tendrá que averiguarlo el fiscal federal Mario Gambacorta y el juez Carlos Vera Barros, quien el viernes confirmó la detención de los 16 primeros involucrados.

En la cartera de Seguridad adjudican más importancia a esta banda que a la de Carlos Ascaíni y Aldo Orozco en el sur provincial, debido a que ésta compraba y revendía cocaína mientras que aquella arrancaba desde la cocción de la pasta base. El punto en común es la ausencia de certezas en la continuidad del negocio. Un vocero lo explicó: "A veces se consigue y otras veces no, a veces se compra a uno y otras veces a otro, depende. Algunos pelean la exclusividad de los kioscos y les exigen que no le compren a nadie más, como si fueran las concesionarias de autos o las marcas de gaseosa con los bares. Otros no, son como las estaciones de servicio de bandera blanca. Depende de cómo se estructura el negocio. Lo único que les importa es que la mercadería se pague".

Mitos. Los pesquisas arrancaron con la hipótesis de que "no existe negocio ilícito sin alguna clase de paraguas legal, sea policial o no", se sinceró una fuente del Ministerio. Los que espiaron esta banda desde 2011 empezaron a corroborar que no siempre los narcos están enfrentados y en disputa permanente por el mercado. "Tienen relaciones entre sí como en cualquier rubro. Pueden competir sin llegar a considerarse enemigos. Para poder investigar mejor hay que empezar por entender que el narcotráfico es, primero y principal, un negocio, y para los negocios no existen los moldes. Es un comercio de bienes y servicios ilegales, y como toda actividad comercial, es flexible en sus formas y características para garantizar su rentabilidad, para adaptarse a las circunstancias y hacer dinero. No hay que imaginar su estructura en forma de pirámide, sino en forma de red con un nodo central que concentra relaciones con otros, que a su vez se interrelacionan entre sí. No es la película El Padrino, no hay una cabeza indiscutida y luego siguen los lugartenientes, los soldados; en toda Latinoamérica no es así", desmitificó una fuente ministerial.

Ahora los policías provinciales y federales abocados al caso tratan de reconstruir la historia anterior de los miembros de la banda, en especial la de Popea, a quien le adjudican el rol de organizador. Suponen que, aunque no se trate de un criminal pesado, en su derrotero conoció a las personas adecuadas que le hicieron conocer la puerta de entrada al negocio que ofrece un margen de ganancias como ningún otro.

Casas mudas. Un muro con portones ciegos de madera y el silencio de vecinos que no atienden preguntas de extraños blindan el caserón azul y reformado de Lennox 2480, el último al fondo de esa arbolada calle a dos cuadras del Liceo Aeronáutico de Funes. Una hendija frente a la videocámara del ingreso permite ver estacionado en el patio un Volkswagen Gol similar al que su dueño conducía el martes al mediodía cuando lo detuvieron en Garzón y Pellegrini con un kilo de cocaína en su poder, pero sin armas. Nadie atenderá el timbre.

En el barrio La Florida, el portoncito oxidado de una casita interna en Spegazzini 3761 ayer lucía cerrado con candado nuevo. Allí la policía irrumpió estentórea a las dos de la mañana del miércoles, igual que en un depósito de calle Ugarte. Secuestró 57 litros de precursores químicos para procesar la pasta base y 100 kilos de sustancias para estirar la mercancía como cafeína y lidocaína. Allí fueron detenidos un ex policía de 42 años, exonerado en 1998, y su esposa embarazada. Habían alquilado la vivienda algunos meses atrás y estaban ganándose la confianza de la cuadra. Decían que atendían un comercio de telefonía celular en el centro, se movían en un discreto Renault 19 y en una moto vieja y de baja cilindrada. A los vecinos les costó dar crédito a las noticias del día siguiente. Nunca habían visto nada que les hiciera suponer que allí se cortaba cocaína.

Lo que falta. Los investigadores consideran que de Popea en adelante el negocio quedó al descubierto, que determinaron la presencia de uno o dos intermediarios entre él y los puntos de venta, según el caso. A veces sí participaba directamente, como cuando lo detuvieron: trasladaba un kilo de cocaína. Algunos de los involucrados tenían alguna actividad legal como pantalla, pero la mayoría no. Ahora lo que resta dilucidar son tres líneas: la ruta de los precursores químicos, la ruta del dinero y conocer la fuente de pasta base que abastecía a la organización. Para la primera será menester poner a prueba el convenio firmado entre la Provincia y la Sedronar, por la cual ambas jurisdicciones se prometieron colaborar en fiscalizar a quién le venden los negocios que comercian en blanco productos como acetona, ácido sulfúrico y otros insumos empleados en fabricar drogas. En cuanto a la ruta del dinero, los pesquisas pedirán al juez Vera Barros que ordene medidas como el levantamiento del secreto bancario y otras para descifrar las derivaciones financieras de esta organización. Sobre quién o quiénes proveían de materia prima a las cocinas, las fuentes se mantuvieron herméticas.

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La mansión que descubrieron tenía en Funes Leonardo Popea, el cabecilla de la organización desmantelada por la policía.
Imagen: Alberto Gentilcore
 
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