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Lunes, 7 de julio de 2008

CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. LOS FALSIFICADORES, DE STEFAN RUZOWITZKY, REVISA LOS HORRORES NAZIS

Un hombre frente a dilemas morales

La película austríaca cuenta la historia de un eximio dibujante judío que es tomado prisionero para falsificar monedas de los países aliados y llevarlos así a la bancarrota. La lucha entre vivir y sobrevivir sobrevuela toda la trama.

 Por Emilio Bellon

(7) Los falsificadores

Guión y Dirección: Stefan Ruzowitzky

Intérpretes: Karl Markovics, August Diehl, David Striesow.

Duración: 98 minutos.

Salas: Del Siglo, Showcase y Village.

Fue la ganadora del Oscar a la "mejor película extranjera" en la ultima edición de febrero del 2008. De origen austríaco y con director para nosotros desconocido, el film de Stefan Ruzowitzky Los falsificadores nos pone frente a otro de los degradantes y trágicos episodios que tuvieron lugar durante el nazismo; cuyas resonancias se pueden seguir de cerca en el accionar de las dictaduras latinoamericanas.

Estructurada desde un flashback, desde el presente de un hombre que desea llevar a cabo un acto de redención, en el estridente ambiente frívolo de Montecarlo, el film de Stefan Ruzowitzky focaliza el relato en la mirada de este individuo que por su condición de admirado dibujante y de falsificador clandestino pasara a ser reclutado y encadenado por oficiales nazis. Pero por encima de estas consideraciones, por su natural condición de judío.

Pero este hombre, identificado como Salomón Sorowitsch, tendrá un lugar de privilegio en las barracas del lager. Junto a tantos otros, obligados, en su condición de prisioneros, a fortalecer las arcas del régimen, promoviendo un colapso financiero en la banca de sus enemigos. Ellos, en ese otro ámbito, separados de los otros prisioneros por una tapia de madera, deberán cumplir la orden de sus superiores: falsificar primero libras; en un segundo momento, dólares.

Como en el film de Roman Polanski, El pianista, también aquí el desempeño de un oficio, la ejecución de una técnica o bien de un virtuosismo artístico, con fines utilitarios, le permitirá a su personaje estar ubicado en un lugar diferenciado; pero igualmente expuesto a todo tipo de vejaciones, ofensas, humillaciones. En tal caso, desde el título mismo del film, el término "falsificadores" se puede pensar desde otros planteos semánticos, como el que remite a cuestiones de identidad.

A medida que avanza el relato, marcado musicalmente por canciones populares italianas y una sucesión de tangos orquestados por Hugo Díaz, se comenzaran a bosquejar una serie de interrogantes. Para Salomón, que al principio ha obsequiado a un oficial un dibujo representativo de la valentía guerrera, estar frente a su joven compañero Adolf Burger, de filiación comunista, el escuchar otras valoraciones sobre lo que allí está ocurriendo, lo llevará a enfrentarse con sus propios dilemas morales.

El hombre frente a una situación límite. Un hombre, aquí, como tantos otros, despertados hasta el insomnio por esas preguntas que competen a un orden moral. ¿Vivir o sobrevivir? Y a costa de qué. Pienso ahora en el necesario film de Volker Schlondorff El noveno día.

Ante estas preguntas recordé una secuencia memorable en el film de Lina Wertmuller, Pasqualino siete bellezas, de mediados de los 70, recientemente editada en formato DVD y exhibida hace algunas semanas en Cine Club Rosario. Aquí, en el ámbito de una barraca, se obligaba a los prisioneros a ejecutar a sus pares. Ante este feroz y caníbal mandato, uno de ellos, el que interpretaba el actor español Fernando Rey, decide en un gesto final, tirarse a un pozo de mierda antes que disparar el tiro en la cabeza de un semejante. Mientras tanto, ese otro personaje individuo, prisionero por ahora sin interrogantes, que compone Giancarlo Giannini, sólo piensa en sobrevivir.

Similar situación experimenta y soporta el protagonista, aunque la traición no está contemplada entre sus reacciones. La vida en la barraca, su condición de privilegiados, por momento lleva a que esos hombres olviden que sólo hay una ley para todos. Y que, ocasionalmente, son instrumentos con nombres y apellidos, porque debajo de sus prendas también ellos tienen un número grabado.

La vida doméstica de los oficiales nazis, la fachada hogareña que abrirá las puertas a Salomón exhiben su cruel cinismo y su mueca de burla, una hipócrita fiesta de carnaval mostrará su doliente máscara grotesca. Pero igualmente, ya en 1945 cuando la guerra esté llegando a su fin y los aliados están avanzando, la cobardía dará lugar a la fuga y los allí prisioneros vagarán como fantasmas.

Las gacetillas de prensa nos informan que el film Los falsificadores, esta basado en el libro de memorias de Adolf Burger, el compañero de prisión y de oficio que le planteara su mirada crítica al conformista Salomón. Se nos señala que Burger, tras tomar conocimiento del asesinato de su esposa e hijos, y luego del 45, viajo a nuestro país, vivió en Buenos Aires, donde murió. Será por eso, tal vez, que la presencia de ciertos tangos en el film nos lleve a pensar en ese puente, y en el acto mismo de su escritura, y ese lugar desde donde revisa su pasado.

No obstante el film presenta algunas concesiones. Y tal vez eso mismo sea lo que agrado a tanto a los miembros de la Academia. De haber dejado el relato en ese espacio suspendido de la barraca, con esas siluetas harapientas despojadas de toda identidad, su aceptación tal vez no hubiese sido tal y la estructura circular del film también lo exigía.

Sobre los principios y situaciones límite, Los falsificadores nos lleva a recordar y reflexionar. Y más si tenemos en cuenta que la actual cartelera, sólo pensada para las tan vapuleadas vacaciones de invierno, no ofrece algunos de los títulos tan esperados, que ya han sido estrenados en Buenos Aires, tales como El sueño de Cassandra, de Woody Allen, Leonera, de Pablo Trapero, La rabia, de Albertina Carri, La cuestión humana, de Nicolás Klotz, I'm not there, de Todd Haynes, El sabor de la noche, de Wong Kar Wai, El secreto del bosque, de Naomi Kawase, El jardinero, de Jean Becker y Un secreto, de Claude Miller, entre tantas otras.

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El film se organiza en un flashback, desde el presente de un hombre que quiere redimirse.
 
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