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Martes, 27 de diciembre de 2005

CULTURA / ESPECTáCULOS › ENTREVISTA CON MAX CACHIMBA, GANADOR DEL SALÓN NACIONAL ROSARIO

La inspiración de Los tres chiflados

Con más de 20 años como historietista, el rosarino Max Cachimba acaba de ganar el primer premio en uno de los más pretigiosos salones de pintura del país. Sus comienzos y el desafío constante: cómo contar mejor una historia.

 Por Beatriz Vignoli

La 59º edición del Salón Nacional de Rosario, organizado por el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino y que fue inaugurada el pasado jueves, tiene un solo protagonista: Max Cachimba. ganador del primer premio con un óleo reciente, "Con ánimo jocundo voy por el mundo", es tema en dos obras del Salón, Retrato del pintor Max Cachimba y Con los pintores amigos, que Silvia Lenardón pintó a partir de Augusto Schiavoni.

Este doble y justo reconocimiento del museo y sus pares en la ciudad corona un año de logros, y se suma al que tiene desde los 15, cuando con Rompecabezas obtuvo el premio al concurso "Fierro a dos manos", un hecho que lo catapultaría al Subtemento Oxido, con Pablo De Santis como guionista. (Cabe agregar que nunca cesó esta asociación creativa con De Santis, a quien Max le ilustra textos para Colihue, y un par de cuyos libros ilustró para Alfaguara Juvenil).

Max Cachimba es el nombre artístico de Juan Pablo González, nacido en Rosario el 16 de enero de 1969. Además de colaborar como dibujante profesional en Fierro, Risario, Lápiz Japonés, Los Inrockuptibles, La Mano, Dolor de Ojo, Qué Suerte, Artefacto, La cebra a lunares, Ex Abrupto y otras publicaciones, participó en las ediciones II y XV, respectivamente, de los festivales de historieta de Belo Horizonte (Brasil) en 2001 y Amadora (Portugal) en 2004). El año pasado salió Humor Idiota, una recopilación de sus tiras cómicas publicadas en la primera época del diario Perfil. En 2002 sus historietas "Un Cuarto de Pollo" y "Llueve", que habían sido exhibidas el año anterior en el CEC, fueron publicadas como libro por Edicions de Ponent en Alicante (España). Precisamente en la capital de aquel país expuso obra hace unos meses con Silvia Lenardón y Michele Siquot, otra de las figuras del retrato grupal. Junto a David Nahón, el retratado que completa la "cover version" de Schiavoni, ideó las performances del grupo musical y cómico "Ernesto y su conjunto". En el taller de animación "El Sótano Cartoons", se formó en dibujos animados con Esteban Tolj y Pablo Rodríguez Jáuregui. Con este último, realizó el corto Il tourné, le monde (1998), exhibido en 2002 en "La Noche de la Información de Argentina", en el espacio Lost & Found de Amsterdam. Otro corto en equipo, el clip para "Señorita Corazón" del CD The Compilady (2003), de María Gabriela Epumer. El mediometraje Dibujos mudos (donde también participaron Silvia Lenardón, Flor Balestra, Luis Lleonard y Fernando Kabusacki) fue multipremiado en el XI Festival Latinoamericano de Video Rosario 2004. Y el largometraje animado grupal The Planet (premio Coral en el Festival Internacional de Cine de La Habana) fue editado en DVD en 2003 por la empresa japonesa Uplink, que este año lanzó Animados musicales. También este año, Rodríguez Jáuregui lo incluyó en su compilado para el Centro Audiovisual Rosario.

En una entrevista telefónica desde su casa de Fisherton, Juan Pablo González le contó a Rosario/12 que desde niño dibujaba sus propias historietas. Su padre y su madre, ambos egresados de la Escuela Provincial de Artes Visuales --donde él también cursó estudios--, no desalentaron su interés temprano por dibujar ("tenían esa idea de la educación por el arte: dejarme hacer") y alimentaron su voracidad de lector.

--¿Preferías copiar los dibujos o dibujar del natural?

--Ni una cosa ni otra. Yo mismo me planteaba problemas técnicos que después resolvía, apoyándome en los recursos narrativos de las historietas (Asterix, Nippur de Lagash) y de los libros que leía: novelas de aventuras de Julio Verne, relatos policiales de intriga. No sólo me preguntaba cómo dibujar algo, sino que trataba de responder al desafío de cómo encontrar la manera más interesante de contar una historia.

--Pero tu obra rompe con la narrativa lineal de los géneros tradicionales y privilegia la sorpresa, lo lúdico, las situaciones absurdas, ¿dónde estuvo la influencia que te llevó a poder hacer ese quiebre?

--Como historietista, cuando ya dibujaba para Fierro, me nutrí del material argentino y europeo que la misma revista publicaba. También fue una revelación conocer de adolescente a Mosquil y al Marinero Turco, dibujantes surrealistas rosarinos que editaban unas historietas desopilantes: Enana Turca, Infame, El Maldito Chocho..., lo más raro o libre que había visto hasta el momento en materia de revistas. Las imprimía Sergio Kern, también dibujante del proyecto, e hijo de Francisco Gandolfo. Con ellos, incluso luego en la poesía de Francisco, encontré una afinidad muy rica.

--¿Cómo inciden hoy estas influencias en tu pintura, y en qué sentís que hay una diferencia que aparezca como rasgo específico de lo tuyo?

--En cuanto a la pintura, de todo lo que ví de chico, lo más parecido a lo que hago ahora es Los tres chiflados. Recuerdo la naturalidad con que yo veía por televisión esas cosas: me parecía normal que una calavera volara porque tenía un loro adentro. Guardo en mi preconsciente una serie de imaginarios que me inspiran: las pinturas del Bosco, obras diversas del dadá y el surrealismo, el mundo desmesurado de algunos dibujos animados, especialmente, los cortos de Betty Boop realizados por los hermanos Fleischer. Y también algo del comic underground norteamericano de los años 60. Mi modo de trabajar, utilizando un poco estas referencias mencionadas como inspiración y también como límite, es pintar escenas con criaturas y objetos en situaciones equívocas, estrafalarias, más bien dotando a las cosas de propiedades de símbolo afectivo o emocional, para que funcionen más como elementos de un lenguaje o una sensación que cómo objetos "reales". En un corto de Betty Boop a un personaje le duele una muela, y se muestra el interior de la muela, donde hay unos diablillos martillando el nervio. Creo además que esto se parece bastante a mi percepción o sensibilidad cotidiana: supongo todo el tiempo que en cualquier momento puede suceder cualquier cosa. No puedo dejar de ver a una cafetera como animada por un espíritu, que pueda de repente cantar y bailar.

--En cuanto a tu repertorio de motivos, ¿provienen de tu percepción cotidiana, de tu imaginación? ¿cómo entran en tu obra?

--Los temas, personajes y objetos que voy incluyendo en una escena surgen de impulsos inescrutables. Elijo algunos ingredientes conocidos de aquí y allá y pruebo algunas variantes, asociaciones extravagantes, exageraciones, disparates sin ton ni son, algún cambio brusco en un relato por el cual deja de ser verosímil o lógico. Desde hace un tiempo insisto a veces en ubicar algunos personajes en una especie de escenario entre cortinas, es como una representación de otra representación.

--La figura central de tu obra premiada recuerda mucho a los personajes de El Bosco.

--Sí, esta pintura mía del salón remite a un personaje que en "El Jardín de las delicias" tiene inserta una flauta en el trasero. Desde hace un tiempo me he tomado una curiosa licencia poética de reciclar, copiar o citar algunos motivos y situaciones usuales de El Bosco, que quizás haya comenzado a partir de unas historietas que incluían escenas en el Infierno: "La Eneida", inédita, un montaje entre pasajes poéticos de la Eneida de Virgilio y escenas disparatadas, y "Dos horas en el infierno", una parodia muy condensada de La Divina Comedia que salió publicada en (el número 9 de) la revista La Mano. Me gustan mucho las imágenes, especialmente de otras épocas, que tratan o informan sobre alguna sapiencia o tema, como herbarios, bestiarios, o las ilustraciones de los tratados de alquimia. A propósito de la pintura del salón, tomé como referencia para el proceder del personaje y su actitud las figuras de "El Loco" y "El Colgado" del Tarot. También, sin que me lo hubiera propuesto, aparece un símbolo de "La Templanza" -﷓los dos recipientes con un líquido que pasa de uno a otro-﷓, aunque algo distorsionado: debería ser agua, y en caso de vino, La Templanza, ya no sé.

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Juan Pablo González, alias Max Cachimba, reconoce cierta inspiración en la obra de El Bosco. "De todo lo que ví de chico, lo más parecido a lo que hago ahora es `Los tres chiflados'".
 
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