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Lunes, 9 de marzo de 2009

CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. COMPETENCIA DESLEAL, DE ETTORE SCOLA, SOBRE EL FASCISMO EN ITALIA

Una joya hecha de historias humanas

Una vez más, el gran director italiano narra lo que él llama "el patio trasero de la historia". En este caso, sobre la relación entre dos sastres que viven en la misma calle, en vísperas del inicio de la persecución contra los judíos.

 Por Emilio A. Bellon

Competencia desleal. ("Concorrenza Sleale"). Italia-Francia, 2001.

Dirección: Ettore Scola

Intérpretes: Sergio Castellitto, Diego Abatantuono, Gèrard Depardieu.

Duración: 115 minutos.

Sala de estreno: Del Siglo.

Calificación: 10 (diez)

Debo confiar de antemano que me resulta difícil -tampoco lo intento- establecer un criterio jerárquico, ubicar de acuerdo con un rango numérico, a los films de Ettore Scola. Confieso que amo su cine y cada vez que se exhibe algunos de sus films siento una particular alegría. Con sólo escuchar su nombre me vienen a la memoria imágenes de sus films, instantes, gestos. Igualmente me ocurre con algunos otros realizadores, Truffaut, entre otros.

El cine de Ettore Scola es el cine de un humanista. A lo largo de medio siglo nos lleva a no perder de vista retazos de historia, el deber de una memoria que funciona igualmente como portavoz para las jóvenes generaciones. Admirador de la "commedia", observador como Fellini de las conductas cotidianas, su cine marca un anclaje con los grandes maestros del Neorrealismo, particularmente con el cine de Roberto Rossellini y Vittorio De Sica.

Su obra como director parte de principios de los 60 con aquella comedia satírica Parliamo di donne, sobre los comportamientos estereotipados del italiano medio, con su amigo de toda la vida, igualmente productor de algunos de sus films, Vittorio Gassman. Su último film, Gente di Roma marca el punto de llegada de una trayectoria vocacional. Como él mismo ha declarado en estos días, a sus 78 años, a Néstor Tirri, del diario La Nación, "no se dan las condiciones para que esto ocurra. No se trata ya únicamente de cuestiones económicas cuanto las de atmósfera cultural: hoy no existe y no me da el ánimo para intentar algo. ¿Hay que aceptar las pautas del mercado y también las culturales, ambas relacionadas entre sí? Y no me dan ganas".

El film que se ha estrenado esta semana, simultáneamente con salas de Buenos Aires (hecho inusual para un film no comercial), ha permitido reunir a padres e hijos, en su condición de guionistas. En este caso, no sólo Ettore Scola es el realizador del film, en esta su vigésimo octava obra, sino que su labor como guionista la ha llevado a cabo su hija Silvia y otro guionista del género, consagrado por su escritura, Furio Scarpelli, también está presente junto a su hijo Giacomo. Cuatro talentos que nos ofrecen un libreto cinematográfico para otra historia entrañable que transcurre en 1938, en un calle de Roma, en los días cercanos a aquel funesto encuentro entre Hitler y Mussolini, hecho a que movió a casi toda la población de Roma a estar presente en la plaza.

Los acontecimientos de esa fecha eran también los que vertebraban y atravesaban aquel encuentro entre un ama de casa, golpeada por las presiones y la indiferencia familiar, Antonietta, y un locutor radial, expulsado de su medio por su condición homosexual, que será confinado al sur, al finalizar la tarde, en el sublime film de Scola Un día muy particular.

En ese año 1938, y a través del film Competencia desleal, Scola retrata nuevamente lo que él llama "el patio trasero de la historia", es decir los espacios de sus habitantes, poblados de sueños y discusiones, de enojo y ternura, de gente de todos los días. Aquí, cerca de nosotros. Y la acción se ubica en una misma calle en la que entablan una sostenida rivalidad un sastre de origen milanés y un mercero judío. A través de un enfoque humorístico, y desde la mirada de un niño, que a través de sus dibujos en un cuaderno, y de su gran amistad con el hijo de su vecino, va marcando el transcurrir de la historia, mediante caricaturas vamos participando de un relato, entre la evocación y la crónica, de los desencuentros de los personajes que pueblan esos espacios, en esa calle, en esa contienda, que, paulatinamente, experimentará un esperado viraje.

Como en el film La familia -y creemos reconocer algunos lugares-, aquí están presentes las alegrías y celebraciones, los cumpleaños de los mayores, las escenas en la cocina y los momentos de complicidades y escapadas. Entre los hijos mayores de los vecinos rivales, unidos por cartas y partituras musicales, se tiende una secreta historia de amor. En el interior de los negocios se descubre la temperatura del mundo de afuera y en pocas horas más, luego de aquel pacto, se decretará la ley racial, lo que lleva a que, mediante una acción progresiva, los judíos comenzarán a ser privados de todos sus derechos y bienes, tales como esa radio familiar que en la noche del viernes siguiente no podrá ser encendida y por lo tanto la familia reunida no podrá volver a escuchar La Boheme de Giacomo Puccini.

Scola nos acerca a la indiferencia y la burla de aquellos que no adoptan una actitud crítica frente a la injusticia cometida hacia los considerados "diferentes", los otros, tales como judíos, negros, gitanos y tantos otros.

Pero la mirada de Scola -aunque sus declaraciones de hoy estén selladas por un fuerte escepticismo y una gran desilusión-, en Competencia desleal nos lleva a ese paulatino acercamiento que comienza a darse entre ambos vecinos, al diálogo. Mientras tanto, cada una de las familias judías, considerada enemiga ya por el régimen, perderá su lugar junto a los otros, se sucederán los atentados, y hasta los niños serán expulsados del ámbito escolar. Entre otros momentos, recordamos aquel instante en que la doméstica de siempre de la familia judía, católica, perderá ese lugar por orden de las nuevas leyes. Como la historia del viejo relojero, inmigrante, que habita el negocio más pequeño del mundo.

Film admirable, del creador de Nos habíamos amado tanto, de visión más que necesaria, imperativo moral hoy, una época que se vanagloria de sus perversiones, Competencia desleal nos alcanza con la fuerza de un legado que redescubre los diferentes rincones de una memoria que permanece atenta, alerta, como la mirada herida de ese niño que verá partir, tras un largo silencio, a su mejor amigo junto a sus seres queridos.

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Scola pone el foco en el acercamiento entre las dos familias, el diálogo que va surgiendo.
 
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