rosario

Lunes, 16 de marzo de 2009

CULTURA / ESPECTáCULOS › FROST/NIXON, LA MINUCIOSA PELíCULA POLíTICA QUE SUPO ARMAR RON HOWARD.

El retrato de un hombre en su ocaso

Film tensionante que muestra cómo el periodista David Frost va armando su proyecto para la gran entrevista -que se desarrollará en cuatro capítulos- con el presidente norteamericano que abandona el poder tras el escandaloso Watergate.

 Por Emilio A. Bellon

"Frost/Nixon". (EEUU, Reino Unido, Francia, 2008)

Dirección: Ron Howard

Guión: Peter Morgan

Fotografía: Salvatore Totino

Música: Hans Zimmer

Intérpretes: Frank Langella, Michael Sheen, Rebecca Hall, Kevin Bacon, Sam Rockwell, Oliver Platt.

Duración: 122 minutos.

Salas de estreno: Monumental y Showcase.

Puntos: 10 (diez).

Fue en 1976 cuando se dio a conocer el film de Alan Pakula, Todos los hombres del Presidente, a dos años de la dimisión del 37º Presidente de los Estados Unidos y del estallido del escándalo Watergate que llevó a denunciar a la oficialidad por las maniobras ilegales y conspirativas contra el Partido Demócrata y el nombre de los Kennedy. El film de Alan Pakula, valorizado en esa década por su mirada crítica, obtuvo en la entrega de los Oscars el premio al "mejor libreto" y al "mejor actor secundario", Jason Robards, entre otros galardones; ese mismo año en que los miembros, atentos a las consignas de un cine mas comercial, premiaron a Rocky y a su director, John Avildsen. Como recordará quienes hayan visto el film de Pakula, ahora reeditado en formato DVD, el espectador podía seguir atentamente la investigación realizada por los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein del "Washington Post" respecto de este hecho que llevó a ser denunciado en todas las primeras planas editoriales del mundo.

Las alternativas del caso Watergate, otro de los capítulos vergonzantes de la administración estadounidense, corregida y ampliada por los gobiernos posteriores de Reagan y Bush, se pueden ver representadas en uno de los films malditos de Oliver Stone, presentado en 1995, Nixon. A través de una reconstrucción, que no sigue un orden lineal, el perfil de Richard Nixon va asomando desde su participación en el tribunal de Actividades Antiamericanas, siendo el uno de los miembros más activos de las operaciones Maccarthystas, conducta que en el film de Ron Howard que hoy comentamos se van registrando en su accionar posterior respecto de la consideración sobre los nativos extranjeros de Vietnam y Camboya y sobre su desprecio sobre los derechos humanos. Igualmente en los títulos de presentación de Frost/Nixon, no considerado por la Academia a la hora de la entrega de los premios (pese a sus cinco nominaciones), se nos describe un racconto del caso Watergate.

Director hábilmente exitoso, siempre atento a los cantos de sirena de la industria, ganador igualmente en otras noches de los Oscars por su habilidad para hacer concesiones (podríamos agregar declaradamente conformista), no obstante y tal vez por las nuevas circunstancias históricas, Ron Howard, llevó adelante este proyecto que al igual que el sublime film de Gus Van Sant, Milk fueron presentados en el umbral de la nueva política estadounidense. Para ello. Ron Howard, que cuenta en su haber con títulos como Una mente brillante, El Código Da Vinci, (en mayo se estrena, Angeles y demonios), Splash, Coccon, entre tantos otros, convocó al autor de la pieza teatral Frost/Nixon, que aún se representa en Broadway y lo invitó a escribir el guión. De esta manera Peter Morgan, guionista de La reina, y El último Rey de Escocia logró participar desde su visión revisionista en hoy uno de los films mas comentados en el seno de la sociedad del país del Norte. Para esta empresa, contrató igualmente al mismo actor que venía representando a Nixon sobre las tablas, Frank Langella, y para el rol del periodista David Frost, siempre alerta ante los índices de popularidad, animador de TV de programas sensacionalistas, invitó a participar a Michael Sheen, que no guarda relación alguna con la tradición de la familia Sheen en el mundo del cine.

Ante la partida de Nixon, aquel día de agosto de 1974, David Frost sentirá que allí se le ofrece la gran oportunidad de su vida, el medio para poder pasar a figurar en el Guiness y para ello, al igual que el director del film, elige ser asesorado por "ases de la investigación" en el tema Watergate y otros analistas históricos-políticos. De aquí en más, Frost/Nixon, film particularmente tensionante, va diseñando ese gran proyecto para su animador de la Gran entrevista, aquella que finalmente se concretará en cuatro capítulos.

Entre marzo de 1977 y abril del mismo año, a través de cuatro programas, Frost entrevistará a Nixon, no ya en la soleada mansión del ex-Presidente que tiene en la costa californiana (su deseo de volver al lado Este) sino en la casa de un miembro republicano. A través de cuatro encuentros, el guión va siguiendo de cerca los acercamientos y rechazos, las preguntas y respuestas desde una óptica particular: los que narran estos decisivos momentos lo hacen a manera de testimonio, desde años posteriores, y los comentarios sobre las alternativas de la misma tanto del presente como del futuro aluden a códigos pugilísticos, como si el epicentro de la misma entrevista fuera un cuadrilátero, un espacio de competición. De esta manera la misma, plateada desde esta potenciada e hiperbólica tiranía de la TV, se registra no solo a través de David Frost, sino de los asesores de ambos, de los integrantes de cada equipo, roles a cargo de destacados actores.

Desenmascarar y denunciar todo lo relacionado al gobierno de Nixon se ha transformado para David Frost en el gran móvil de esa entrevista, que no ha encontrado aún quien la financie en su totalidad. Su deseo de fama manifiesto, no obstante, experimentará un cierto viraje, lo que se evidencia a través de su modalidad enunciativa, de los términos elegidos, de su visión condenatoria de ciertos hechos. Sin dejar nunca, claro está, sus propias contradicciones. Y Nixon igualmente está mostrado desde una fuerte ambigüedad y en más de una oportunidad se lo ve a un hombre acabado, terminado, proclive a cierto sentimentalismo que lo hace más solo en su ocaso.

Film más que recomendable, que nos alcanza a través de esa denuncia de la TV como constructora de realidades y de ambiciones y actos de traición, violatorios de todo principio constitucional, Frost/Nixon juega igualmente de manera irónica con un objeto muy cotidiano: un par de zapatos, el que será caracterizado desde una doble perspectiva y que finalmente será un objeto-boomerang. De igual manera, hay algo que merece señalarse, entre otros tantos y tantos aspectos, lo que se indica al final acerca de la proyección y significados del poder de reducción y de subrayado de un primer plano.

Compartir: 

Twitter

Frank Langella, en el Nixon más parecido que haya podido dar el cine hasta ahora.
 
ROSARIO12
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.