rosario

Viernes, 2 de diciembre de 2011

CONTRATAPA

Sarlo Presidente

 Por Javier Chiabrando

La Patria Bizarra contraataca. Ya recordará usted, querido lector, que hace unas semanas desnudé en este digno espacio a los habitantes de la Patria Bizarra, aquellos que, como en el Mundo Bizarro de Superman, viven al revés. O sea, ven mal lo que está bien. Y lo que está mal lo ven catastrófico, obviamente. Si el gobierno aprieta a las editoriales para que fabriquen libros en el país, lo que redunda en trabajo para la mano de obra argentina, ellos dirán que nos aislamos o que se prohíbe el ingreso de productos importados que hacen las delicias de nuestros hijos y abuelas (juguetes chinos que se rompen al sacarlos del paquete o perfumes franceses fabricados para gente que se baña poco). O baten el parche de una corrida cambiaria y de los aviones de Aerolíneas que se caerán mañana. Y seguirán así hasta que un terremoto o un tsunami les dé la razón. En el momento de mi nota el presidente de la Patria Bizarra era Santiago Kovadloff, autor de una patinada de las que no se empardan: "Es un hecho: la República se tambalea".

Los habitantes de la Patria Bizarra están a cada rato en la televisión avisando que todo se está por ir al carajo. Aún no apareció ninguno con un salvavidas en la cintura, pero no falta mucho. Tienen algo de razón; si anuncia una crisis, una crisis llegará, algún día. Son de la misma calaña de los que anunciaron la muerte de Fidel varias veces. ¿Y? algún día van a tener razón. En eso, Dios está del lado de ellos. Sin embargo, y vaya este análisis sociológico como contribución a la pacificación nacional, me parece que luego de las elecciones los habitantes de la Patria Bizarra se han dividido en dos: el núcleo duro y el núcleo blando. O los halcones y las palomas. O los fundamentalistas y los moderados. Y, acorde a la época, han elegido de presidente a una mujer: Beatriz Sarlo.

Las palomas son los que ya no putean con tantas ganas y de tanto en tanto dejan entrever que la asignación universal por hijo ayuda a mucha gente, o que un chico pobre con una netbook tiene más chances de defenderse que uno pobre sin netbook. Para reconocerlos usted tiene que llevarles la contra. Yo lo practico con los taxistas. Ayer nomás me subí a un taxi y al primer embotellamiento el inagotable trabajador argentino dejó caer estas palabras: "así no vamos a ningún lado", apoyado con "este país no tiene arreglo". En el pasado me hice el extranjero: "Mi no comprendou niente". Pero ayer respondí: "A mí me va bien". Ahí nomás el taxista cambió de opinión y me contó que hace apenas diez años su suegra se enojó porque él le arruinó las ollas caceroleando en plazas y noticieros. Al bajarme lo saludé: "Chau Tom Castro". No me contestó. O no me entendió. O no me escuchó. En Historia Universal del Infamia, don Borges cuenta las peripecias del impostor inverosímil Tom Castro, un hombre que luego de hacerse pasar por el hijo perdido de una mujer con dinero, va a la cárcel. Al salir se ganará la vida dando conferencias. Se declarará culpable o inocente, según el auditorio. A veces, como nuestro taxista, comenzará a mostrarse inocente y terminará por declararse culpable ante el cambio de actitud del público.

En cambio, el "núcleo duro" de la Patria Bizarra, los halcones, no cambian jamás. Es lógico: es su negocio y lo defienden. Tienen al 46 por ciento del país de clientes, y justo es el 46 por ciento que está mejor. Lo que vimos luego de las elecciones fue un repliegue para contar bajas y heridos. Estaban un poco desconcertados, pero no se confunda, por muy desconcertados que estén, cuando le tengan que meter el dedo en el culo, no le van a errar. El repliegue fue curioso. El más extraño fue el del multimedio Clarín. Pocos días después de las elecciones, cuando ya estaban fogoneando la catástrofe nuestra de cada semana, tuvieron columnistas de lujo: Alfonsinín, Tío Pino y el novio de la Luli, tres que habían sido ignorados --y cómo-- en las elecciones. La comedieta siguió. Tenembaun y Sloto entrevistaron a Suar, su superior directo, y Nelson Castro a Sloto, un colega de trabajo. ¡Se entrevistaban entre ellos!

Ante semejante confusión, los halcones tomaron al toro por las astas y cambiaron de presidente. ¿Qué había pasado con los anteriores? ¿Abraham se retiró a estudiar a Heidegger porque el kirchnerismo le resulta muy complicado? ¿Lanata estaba preparando sus monólogos de stand up? ¿Kovladoff se enteró de que la república no se tambalea y se retiró a meditar al templo de Shaolin? Hoy, la elegida es Beatriz Sarlo. ¿Cómo llegó Sarlo a transformarse en la más importante analista política de la derecha o del antikirchnerismo si viene de la crítica literaria y cultural? Es fácil comprobarlo leyendo su bibliografía (Borges, la maquinaria cultural, modernidad, posmodernidad, literatura argentina, mercancías y cultura urbana). Allí es muñeca brava; si te baja el pulgar, fuiste carlitos; si te lo levanta, zafaste: a mí no me lo levantó, y ahora tengo que ganarme la vida escribiendo estas contratapas por mil dólares. Por mucho que Sarlo diga que "en los años que llevo viendo la política argentina e interviniendo en ella", las incursiones políticas visibles de la Sarlo habían sido más bien escasas: asesorar a Meijide y salir a la calle, tan despeinada como escandalizada cuando el gobierno tuvo el entredicho impositivo/técnico con el campo.

Yo tengo una teoría de por qué fue elegida presidenta. Y para explicarlo tengo que contar una anécdota del show business. Más o menos para la época del mundial de Francia, se empezó a ver y a escuchar a Ricky Martin de manera un tanto hartante. Ricky ya era muy famoso, pero esta movida lo ponía a la altura de Presley, por lo menos. Ese bombardeo desembocó en Ricky cantando la canción del mundial, privilegio que logra por un asunto de alcoba, y no de su alcoba, ayer secreta hoy tapa de medios, sino de la de Luismi, que andaba a los besos con Mariah Carey, ex esposa de Tommy Mottola, entonces líder de la Sony. Para vengarse de Luismi, Tommy Mottola (hoy esposo de Thalía), lo destronó como ídolo de la canción latina y lo reemplazó por Ricky, al que elevó a la altura de ídolo latino recontrasuperinternacional. (Y sí, los sabios rescatamos ideas de cualquier lado).

Sarlo entra en esta categoría. No en la del show business, sino en este ejemplo. Mucho pueblo, que antes le era fiel a los Halcones de la Patria Bizarra, ahora andaba besándose con otro, o con el que ellos decían que no había que besarse. Para colmo, se habían quedado sin presidentes por esas cosas de la vida. Los que había tenido (Aguinis, Abraham, Eliaschev, Kovadloff, Sebreli) estaban cascoteados, agotados o envejecidos; o sencillamente no daban el tono adecuado: Abraham es fabricante de medias y eso, quiera uno o no, no ayuda; Aguinis no puede dejar de relacionar cualquier cosa con el nazismo; Sebreli está como Foreman cuando boxeaba a los 50 años ("Cristina tuvo el 54 por ciento, pero Galtieri tenía el 90 por ciento de aprobación"). Sacudiendo la galera, apareció del norte, una solución circunstancial, Vargas Llosa, que ocupó por unos días ese lugar de privilegio, pero seguramente era demasiado caro. Ahí es donde aparece Sarlo como el pase del año. Clarín y La Nación la hacen famosa como Tommy Mottola a Ricky para que sus lectores no se vayan a bailar con alguna cristina o cosas peores.

Unos días antes de ser ungida, la Sarlo estaba escribiendo notas en Viva sobre viajes, vacaciones de la infancia, la lectura en las escuelas, la comunicación en la era msm, Internet, etc.; y de pronto se apareció hablando de política como si nunca hubiera pensado en otra cosa. No lo hace mal, claro, si sabe quince idiomas, no hay tema que le dé miedo y no la hacés callar ni poniéndole enfrente a la hinchada de Boca. Y ella cumple largamente su contrato. Mete un gol por semana, mínimo. Como buena presidenta de la Patria Bizarra, se opone a casi todo: a la publicidad oficial, a la creación de un nuevo instituto histórico, a lo que llama uso de la viudez como arma política, a lo que llama concentración del poder, a renunciar públicamente a las subvenciones, y un largo etcétera. Seguramente cree en lo que dice. En el libro La máquina cultural Sarlo escribe (sobre Victoria Ocampo): "Piensa a la cultura desde el modelo de su historia personal e intelectual. En esto se equivoca y a partir de este punto es ciega para percibir incluso el sentido de muchos episodios de su propia vida". Existe la posibilidad de que eso también le pase a ella. Repito: seguramente cree en todo lo que dice. También es posible que como Ricky, se limite a cumplir con el patrón. Canta y baila donde Tommy le ordena. Eso es también salir del closet.

*escritor y músico, [email protected].

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