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Domingo, 8 de septiembre de 2013

CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA

La grieta, los huevos, el Gordo

 Por Adrián Abonizio

* "Lo que el Gordo dice por la tele acerca de la 'grieta' siempre existió y eso se llama lucha de clases o que clase de lucha es la lucha de clases, como decía Mafalda. Sólo que ahora, la bandera de la reivindicación, con sus idas y vueltas, la ha tomado un gobierno", dice el gordito de cabello teñido, mientras se zampa otra cerveza. "Somos así porque somos argentinos, que se le va a hacer", simplifica. Cuando se le complica la cosa, esgrime la frase y san se acabó. Tiene un hermano desaparecido, una mujer que lo engaña e hijos que lo ignoran pero no cesa de analizar todo con objetividad. Hasta que un día, pobre, reviente de tanta verdad.

* En las cercanías de los super, hay vendedores de huevos quienes guarecidos en una área de protección ofrecen de los dos tipos: Marrones y bancos con el cartelito hecho a birome que aclara que son de campo puros. Son como un paraíso fiscal gallináceo de izquierda en medio de la mortandad fascista en que viven rodeados por la cercanía de los productos nocivos que destilan los super.

* "Negro de mierda", le dijo la señora a quien el ayudó a levantar, luego de que ella imprudentemente se le cruzara por delante y casi la pisara con su autito. Llevaba una bolsa de nylon con huevos que se le cascaron. "Y ahora no tengo para hacer la tortilla, hijo de puta, negro", le apostrofó. En ese instante un señor jubilado canoso, alto y pituco y le dijo al que asistía a la señora: "Hay que asesinarlos a todos ustedes...!Negros kirchneristas!". La grieta, pensó el tipo, como el título de un film de horror mientras le ofrecía comprarle los huevos a la señora que insistía con su "!negro de mierda!" como si esa frase hubiese estado en sus fauces desde hacía mucho y aprovechara el momento para largarla. Ni más ni menos.

* Se juntan a verlo los domingos como en una tertulia revolucionaria: Odian a Cristina y le creen todo al Gordo. Pobres almas errantes que no tienen horizonte más que el asco por lo que puede ser nuevo y no lo dejan porque lo que está empezando a crecer debe ser pisado. No se saben ignorantes y son a su modo, fantasmas muertos para siempre, rejuntados por un viento sucio de fracaso. Dan pena. Pero asesinarían por monedas.

* Los chicos van siendo llevados en auto al colegio y largan bocanadas de delirio, a antes de penetrar en la cárcel del colegio. "!Viva el coño eléctrico!", grita uno. "Los elfos son negros", asegura otro. Y el tercero, provocativo, como si evocara una experiencia inigualable explica a los gritos: "!La paja es una subordinación que anda sola!". "¿De dónde extraen estas cosas cargadas de sentido y absurdas a la vez?", se pregunta el papá chofer. Quién sabe, lo principal es que juegan con el lenguaje. Y abren grietas por donde filtrar el delirio.

* Empezó a entender a las mujeres de grande y admira la belleza en casi todas: Una hermosura calma, secreta, sin maquillaje. Esa querencia de un paisaje nunca antes detectado. Con una especie de alarma se dice que no sabe si es que ahora, de grande le encuentra mejores cosas o se está conformando con poco. Se queda con la primera idea: "Soy un cazador, recién ahora, recién ahora empiezo a entender la lindura", se dice ronroneando como un gato.

* El trabajaba en el diario en Buenos Aires hacía poco, su condición de ser del interior lo malograba y confinaba a tareas menores. Pero tuvo su oportunidad y pudo escribir una crónica limpia y brillante. El diagramador, que lo odiaba por ser xenófobo, le dijo que estaba mal todo. La foto elegida, el contraste, el traste. El Gordo que ahora está en la tele le aseguró que estaba bien lo escrito y armado. "Sos imprescendible vos acá", le aseguró. Al lunes siguiente era declarado persona no grata y no pudo entrar ni a buscar sus cosas. Más tarde cuando encontró al Gordo, este ya no recordaba nada. Eso sí, lo convidó con un trago en la barra, mientras se iba, sin recordar ni el apellido del tipo expulsado de su diario.

* El Gordo es un malcriado, oportunista y otras cosas peores. Pero a él, viéndolo como simula ser un periodista se le ocurre que algo debe andar mal en sus funciones sexuales...no sabe porque, pero imagina sus ínfimos testículos y su pene enano y entonces se apiada por toda la furia, que propala; la labia mentirosa que en un ambiente de malevos inteligentes no duraría ni un pedo en una canasta. Sabe que alguien, de chico lo tendría que haber fajado, bien fajado. Ahora es tarde. Enseguida recurriría a sus amos y juraría que es un apriete. Pobre bestia montuna, sin fe, amor ni verdad. Caer tan bajo que la grieta ya es su propio cuerpo deformado y su fosa abierta a medida de su masa errónea, fea, deformada por la demencia, la cocaína, la desvergüenza, el mal aliento.

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