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Martes, 18 de marzo de 2008

CORREO

IRAR

El Instituto de Rehabilitación Adolescente de Rosario, es una "cárcel" como lo fueron el CAT (Centro de Alojamiento Transitorio) y las Comisarías de Menores 6 y 11. Como cárcel funciona como una institución "total" y como tal, es un castigo permanente para la subjetividad de los internos. Distintos mecanismos intrínsecos, propios de instituciones de este tipo, se manifiestan sobre la vida de los niños y adolescentes que pasan o permanecen en este lugar. Obediencia ciega; humillaciones en el trato con los superiores; desposeimiento de posesiones u objetos personales; control de los movimientos; castigos; amenazas; incomunicación; inmovilidad; soledad; pérdida de contacto con la familia. Todos estos adjetivos pertenecen a una descripción del IRAR.

Su finalidad no es fácil de justificar. El IRAR solo puede pensarse como una fábrica de marginalidad. Un espacio indefinido, donde acuden una diversidad de problemáticas, emergentes de una sociedad fragmentada y estratificada, que son tratadas con la misma metodología, el olvido, el silencio el maltrato y la soledad. Estas, son las únicas "materias" que se cursan en el IRAR. Con respecto a la escolarización de los jóvenes habrá que implementar algún mecanismo, que permita la asistencia efectiva a la escuela; y teniendo en cuenta que muchos de los adolescentes hoy alojados en IRAR, tendrían que cursar una escolaridad media. Consideramos de vital importancia el contacto de los chicos y su familia como lo expresan todas las normativas vigentes en cuanto a niños y adolescentes, reclamo permanente de los chicos detenidos; hoy en día se limita a cuatro horas semanales dividas en dos días. La sala de visitas es objeto de críticas de parte de familiares y jóvenes por la ausencia de sillas, mesas y baños inutilizables, como la presencia de roedores. El acceso al teléfono también es un problema de larga data. Existe un solo teléfono para todos los sectores, y el uso del mismo queda a criterio de las diferentes guardias. Otro punto importante y ya redundante, es la falta de actividades, una y otra vez remarcado por todo aquel que conoce el "Instituto". Una actividad posible sería la utilización del predio deportivo, aunque sea para entrar en contacto con el sol. Podemos asegurar que estas salidas no son diarias. Los sectores no son aptos para alojar a ninguna persona, además las celdas individuales, carecen de luz, agua y ventilación. Celdas en las cuales son encerrados desde las 23 hasta las 8. Quien pasa por el IRAR vuelve en un eterno repetir, la huella que deja es profunda y no se borra. Los niños y adolescentes en conflicto con la ley penal que "concurren" a la cárcel regularmente no son numerosos, tal vez cien en toda la región, ninguna política social los contiene, y cada vez que "egresan" del instituto lo hacen, en mayores niveles de agresión y deterioro. Pensamos que se necesitan decisiones políticas que impacten en las condiciones de detención y que realmente reflejen un cambio en lo que hasta ahora conocemos.

Natalia Moyano

Víctor Zapata

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