rosario

Miércoles, 11 de febrero de 2009

CORREO

Intendente

Cuanto menos, fueron lamentables las declaraciones del intendente Miguel Lifschitz respecto del encuadre y tipología de los reclamos luego de la tempestad. Si encerrado en su gabinete de crisis, con las coordenadas reales de la situación, cree en lo que dijo es muy peligroso.

Al equiparar un dirigente social de zona con figuras del delito o la malversación, clava una daga ﷓para solaz de la señorona de Oroño﷓ al corazón de una actitud militante basada en la costosa solidaridad de alguien que organiza para sobrevivir en los márgenes de la ciudad y sus veleidades barcelonescas.

Al otro punto de vista que obliga es al político. Pejotiza la organización de los cortes, y como si fuera una acusación habla de las organizaciones sociales en su instrumentación. Si así hubiera sido, considero que no hacían otra cosa que cumplir su rol y función de destino.

El intendente tapa el cielo con un arnero, y esconde en su balance la total inoperancia del municipio distritalizado; de la imprevisión en el depósito de elementos básicos; del caos organizativo en todas las áreas que debieron ponerse en marcha ante una emergencia.

Los chivos expiatorios menos creíbles son presentados a la vindicta pública. Es culpa de Ricardo Spinozzi, por ejemplo, que en tres días no existiera ordenamiento en el desvío de tránsito de las colectoras, lo que provocó el caos vehicular. ¿Roxana Latorre tendría al mando el ¡único! camión de emergencias para sólo correr los árboles caídos que aún permanecen?

Los depósitos de Promoción vacíos, imposibilitados siquiera de afrontar una emergencia cotidiana, ¿son culpa del puntero de Barrio Las Flores?

Todos sabemos que los mencionados dirigentes estaban en otra cosa al momento del desastre. Quizá tratando de desgastar a la Presidenta, o en confortable reunión con una transnacional granaria, o lustrando oropeles. Lo que sí, Lifschitz, no estaban organizando un piquete.

Los 16 cortes simultáneos fueron la brutal exteriorización de que algo andaba mal y llegó a peor en circunstancias que todo sobredimensionan.

Hicieron eclosión miles de problemáticas que del centro a la periferia se amplifican descarnadas.

En el balance, el intendente se fue por la tangente más obsoleta y antidemocrática. Y cayó en lo peor, anatemizando los piquetes de negros y desheredados de la vida que reclamaban como derecho una chapa, un colchón y una sopa caliente. Mientras participó, aplaudió, y presupuestó en logística a los violentos piquetes sectoriales que cercaron ciudades y pueblos reclamando por la posesión total de su renta excedente.

Horacio Baster

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