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Martes, 17 de febrero de 2009

CORREO

Aguas turbias

Una vez más, un fenómeno meteorológico puso en evidencia, las tremendas diferencias que existen en las condiciones materiales de existencia, entre las clases sociales de la región.

En efecto, la ciudad que es publicitada para el turismo con el apelativo de "principal puerto sojero del mundo", se ha tornado cada vez más vulnerable a las lluvias, intensas, imparables que todo lo anegan y destruyen.

Pero, las consecuencias del irracional proyecto de monocultivo oleaginoso, además de los daños ecológicos, inocultables en el medio rural, asoman como plagas sociales que aparecen ahora en las ciudades.

La semana pasada, muchos barrios de la ciudad estaban devastados por la tormenta, y entonces los desmanejos y la corruptela gubernamental de las últimas tres décadas salió a flote ante la bajante de las aguas.

Las aguas bajan turbias es el nombre de una excelente película dirigida por Hugo del Carril, basada en la novela de Alfredo Varela, una y otra perturbaron en su momento a los poderes públicos, por su tono de valiente denuncia de la explotación a los pobres. Tanto Hugo del Carril como Alfredo Varela fueron perseguidos por mostrar las miserias.

Uno perdió el favor del caudillo sonriente que gobernaba junto al hada rubia, el otro (Varela) sufrió cárcel por su militancia social y política.

En este presente santafesino las aguas siguen bajando turbias, y entonces, la protesta social incomoda a unos y a otros, que pretenden, como siempre, medrar con la desgracia y la pobreza.

Los pueblos sólo se liberan de sus cadenas cuando dejan de confiar en la caridad gubernativa, en los demagogos, y asumen la lucha por su dignidad.

Carlos A. Solero

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