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Lunes, 19 de julio de 2010

CORREO

El Colón

"Rosario tendrá su teatro Colón". Expresiones como éstas emergen de las bocas de los gobernantes de la ciudad de Rosario y la provincia de Santa Fe. Orgullosos anuncian la firma del convenio de cesión de tierras del Ente Administrador del Puerto Rosario (Enapro) a la provincia (6,5 hectáreas).

Terrenos ubicados a orillas del río Paraná donde se levantará el "Puerto de la Música". La inversión supera los 40 millones de dólares (el 50 por ciento lo pondremos los santafesinos). La mega obra de 20.000 metros cuadrados, según el gobernador, "colocará a la ciudad y a la región en un lugar importante en el mundo, con mucho atractivo para el crecimiento de la ciudad".

"Será una herramienta de democratización" (Opina la ministra de Innovación y Cultura). "Permitirá democratizar aún más la cultura asegurando la participación de toda la sociedad" (gritan algunos otros ministros).

"Rosario tendrá su propio Teatro Colón", que se sumará a los muchos espacios de expresiones artísticas del micro y macro centro, a los que puede acceder sólo una porción de los ciudadanos y los turistas que pasan por aquí.

Otra Rosario seguirá sin agua potable, sin energía eléctrica, sin cloacas, sin transporte público o con uno cada vez más caro, sin escuelas, sin techo digno, conviviendo con la mugre, enfermándose y muriéndose, o sea, padeciendo la verdadera inseguridad.

Rosario tendrá su propio Teatro Colón, pero "no hay subsidios para nadie en este primer año". Esto fue lo que le dijo el gobernador, al comienzo de su gestión, a la directora de un centro de actividades múltiples (para pibes discapacitados) de la zona oeste de rosario, cuando corrían el riesgo de ser desalojados. En esta hermosa y necesaria institución que se sostiene con los pocos aportes de algunos padres funcionan talleres de pintura, música y otras expresiones, además de brindar apoyo escolar.

Rosario tendrá su propio teatro Colón pero por su escenario pasarán reconocidos y millonarios artistas, pero nunca "Marcelo", cantor popular del oeste más olvidado de la ciudad, discapacitado motriz y ciego que se gana unas monedas con su voz y su guitarra, sentado en el suelo de una de las peatonales céntricas. El ejecutivo local "lo tiene muy en cuenta". Haciéndose eco de los pedidos de algunos "sensibles" comerciantes cada tanto la manda la Guardia Urbana para correrlo o exigirle el pago de una multa que le permita seguir expresándose.

Mauricio Cornaglia

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