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Martes, 20 de marzo de 2012

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Ausencias y presencias

El impacto del genocidio perpetrado por los terroristas de Estado en la Argentina aun se hace sentir. En efecto la ausencia de más de treinta mil luchadoras y luchadores sociales es evidente en las experiencias de cada día, en los lugares de trabajo, de estudio en los barrios en que vivimos y en las calles que transitamos.

Agreguemos a éstos 30 mil detenidos﷓desaparecidos por la dictadura militar, y los grupos de mercenarios que la precedieron antes de 1976, los miles de exiliados que debieron emprender su destierro forzado por el terror armado y que nunca pudieron volver a estas tierras.

La banalización cultural reinante, palpable sin dificultades, el paroxismo consumista instalado en las épocas de la "plata dulce", con la tablita de Martínez de Hoz. Además, y como consecuencia del genocidio, se amplió la brecha intergeneracional que el neoliberalismo potenció anunciando el falaz "fin de la historia", mediante diversos mecanismos: la represión explícita, el intento de borrar la memoria de las luchas sociales, el desempleo masivo, la flexibilización y precarización del empleo, la instalación de la competencia destructora de solidaridades básicas y el culto del egoísmo en todos los ámbitos.

La ausencia de los luchadores sociales secuestrados, torturados, desaparecidos u obligados al exilio es una marca persistente en la sociedad argentina, más allá de los discursos oficiales. Ya nada volvió a ser como era luego del imperio de los años de plomo.

La presencia de quienes denunciaron y denuncian al terrorismo de Estado y a los terroristas de Estado ha sido y es una tarea fundamental de los organismos de defensa de los Derechos Humanos, casi siempre en soledad.

Otro 24 de marzo que debe interpelar nuestras conciencias y acciones, habrá marchas, actos recordatorios y movilizaciones y esto es importante, pero ¿y el día después?

Como afirmó el filósofo León Rozitchner las marcas que el terror sembró en los cuerpos es una presencia indeleble, la de los ausentes involuntarios. También persisten las ansias libertarias de no resignarnos a la impunidad de los impunes.

Carlos A. Solero

Miembro de la APDH Rosario

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