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Jueves, 19 de abril de 2012

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Delia

Este viernes, a las 19, en Amsafé (Catamarca 2332) se presentará el libro de Carlos Del Frade "Delia, la abogada militante", sobre la incansable defensora de presos políticos y de los derechos humanos Delia Rodríguez Araya.

Terminé de leer el libro de Delia (lo que demuestra que no la conocí, ya que sólo los que la conocieron y la quisieron mucho le dicen Delita) en el hospital donde mi papá estaba internado. Y, por supuesto, terminé de leerlo llorando. Aunque no de tristeza, sino de alegría. De saber que existen personas así en éste, mi lugarcito del mundo.

Dije que no la conocí a Delia pero sí la conocí en realidad. Era un nombre que sonaba desde siempre, como dice el Gato (Ramón Verón). Sonaba, suena en nuestra plaza donde las Madres insisten obstinadamente en marchar cada jueves. Allí está Delia. En la Plaza 25 de Mayo y en las marchas y en los actos del 24 de marzo.

Pero en realidad a Delia la conocí en el garaje de la secretaría de Derechos Humanos. Eterno lugar dentro de nuestros lugares en el mundo. La conocí en inmensas charlas mientras Alicia Lesgart, Inés Cozzi, Anita Ferrari y Anita Moro hablan de ella. Hablan de ella como si fuera enorme y ellas son tan enormes como Delia. Mujeres increíbles que algún día tendrán también su reconocimiento, al menos en el corazón de quienes las conocemos y las queremos tanto.

Así que así la conocí a Delia, como la pueden conocer todos los que lean el libro. Luego la crucé en las salas de Tribunales, donde se lleva a cabo la causa Díaz Bessone. Allí estuvo, en cada relato de cada compañero que busca dentro suyo las palabras para homenajearla, y que siempre siente que no son suficientes. Como dicen cada uno de los que escribieron para este libro. Las palabras no son suficientes cuando se ha luchado tanto y cuando esos ideales y esos valores por los que se luchaba se pierden cada día. Por eso es tan importante Delia y este libro. Porque tendremos que realzar un día esos ideales y esos valores, y luchar por ellos, antes de que se pierdan para siempre.

Para eso sirve la memoria. Para eso debe subsistir la historia. Para eso están estas mujeres, y todos los que escribieron en el libro, y Carlitos del Frade (por supuesto), y tantos otros compañeros que la siguieron y la siguen peleando a pesar de que las adversidades nunca se terminan y la victoria nunca es definitiva. Nos quedamos con eso, con los pequeños triunfos que vamos cosechando, entre otras cosas, ¡gracias a vos Delita!

Marianela Scocco

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