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Domingo, 12 de abril de 2009

SOCIEDAD › ADICCIONES. LA IGLESIA ROSARINA Y EL DEBATE POR LAS DROGAS Y LA POBREZA.

Un trabajo pastoral más específico

El tema lo introdujo el propio obispo Mollaghan en una de sus homilías y varios sacerdotes que trabajan en lo social siguieron opinando sobre el tema. En esta nota, el padre Siñeriz da su punto de vista y asegura que lo que falta de parte de la iglesia, es un trabajo más organizado.

 Por Alicia Simeoni

"Tengo la impresión de que se está trabajando con las consecuencias de toda la problemática que tiene que ver con las adicciones en las que están inmersos tantos adolescentes. No digo que desde la Iglesia no se esté haciendo nada, sino que como institución no se realiza un trabajo organizado". La reflexión pertenece al párroco de San Joaquín y Santa Ana, en la zona norte de Nuevo Alberdi Oeste, en J.J. Pérez 2851. La de Daniel Siñeriz es una de las voces religiosas que más se escuchan cuando se trata del abordaje de la problemática económica y social y del listado de imposibilidades que se presenta para tantas personas. Días atrás el arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan, había hablado sobre la relación entre el consumo de diversas sustancias, y en especial de las más baratas y nocivas, por parte de muchos chicos y jóvenes y remitió esas prácticas a la relación con la exclusión. De allí que Siñeriz aspire a que en la diócesis de Rosario exista una pastoral especial: "No hay una pastoral villera, hay curas trabajando en las villas pero no existe el esfuerzo orgánico como sí lo hay en Buenos Aires. Ya tomé contacto con esos sacerdotes para relacionarnos y hacer un trabajo conjunto en el interior del país". (ver aparte)

Siñeriz tiene 34 años en el sacerdocio y es conocido en la región por la presencia infaltable en las expresiones de distintos sectores en donde están comprometidos, justamente, la situación de los sectores más vulnerables. El mismo recuerda que en el 2001, el entonces arzobispo Eduardo Mirás, había convocado a los sacerdotes que trabajaban en los barrios más pobres, a quienes estaban en contacto con las situaciones más comprometidas. De hecho algunos de esos sacerdotes participaban en el Frente Nacional Contra la Pobreza (Frenapo) que era impulsado por distintas organizaciones, entre ellas la Central de Trabajadores de la Argentina y la Federación Agraria Argentina. Siñeriz recuerda que después de los hechos del 19 y 20 de diciembre, "después de los saqueos y de las muertes que hubo, seguimos reuniéndonos pero de forma más independiente". Poco tiempo después se instalaba en la plaza San Martín una carpa, llamada de la resistencia, que tuvo como protagonistas del reclamo por trabajo y justicia social, justamente a una veintena de sacerdotes, la mayoría diocesanos, aunque había unos pocos que pertenecían a distintas congregaciones religiosas.

Siñeriz aclara que él no dice que la Iglesia no haga nada y habla de la existencia de la casa Nazareth en Cañada de Gómez -cuyos miembros se identifican como católicos y como parte de la diócesis y trabajan en el tema de la rehabilitación-, pero señala que lo que se hace es trabajar con las consecuencias de la problemática de la exclusión y desde allí de "gravísimas adicciones", pero no se realiza, como institución, un trabajo organizado. El párroco de San Joaquín y Santa Ana dice además que tomó contacto con el grupo de curas que integran el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia de Buenos Aires para que desde distintos puntos del interior del país puedan existir intercambios de experiencias y apoyos mutuos.

Daniel Siñeriz conduce el programa "De igual a igual" que se emite por la FM 103.3 Universidad los días martes de 21 a 23 y los días jueves por Del Plata Rosario en el mismo segmento horario. "El de los niños y adolescentes, el de la pobreza, es un problema que nos desborda, se trata de un problema de despojo y quienes están bajo la línea de pobreza, en la indigencia, son las víctimas de ese gran despojo que plantea el sistema capitalista desde su fundación".

El cura que hasta el 2004 estuvo en la parroquia Santa Agripina -durante 13 años-, con un fuerte trabajo en las zonas carenciadas del área de responsabilidad de la iglesia, no confunde el rol de la institución a la que pertenece con la del Estado. De ahí que recuerda que los sacerdotes que trabajan en las zonas más carenciadas "mandamos una carta al entonces presidente Néstor Kirchner, a quien también era el gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid y al intendente Miguel Lifschitz, para pedirles que la situación que genera "el riesgo en que viven nuestros chicos y adolescentes sea considerada una cuestión de estado".

-¿Cuáles son los mecanismos que debería contener esa consideración de cuestión de estado?.

-La de un abordaje integral e interdisciplinario que comprenda la posibilidad de acceso y desarrollo laboral pero, además, el tener en cuenta la herramienta que suponen los principios de la educación popular aplicada como resorte preventivo de males y problemas mayores. Esa herramienta que tiene en cuenta al otro, al que está al lado, al recupero o adquisición de una identidad, genera una dinámica de trabajo que propone salidas, ideas, caminos a seguir, que tiene en cuenta los logros individuales como aporte y parte de los colectivos. La educación popular puede acercarse a la salida del problema, a pararse firme para mantenerse en decisiones adoptadas y en estar convencidos para seguir adelante.

-¿Por qué no existe una instancia orgánica de los sacerdotes que trabajan en las zonas marginales y de mayor exclusión?. Por qué los nombres que se identifican como ligados a la tarea con los más pobres son siempre los mismos, el suyo, el de Joaquín Núñez, el de Edgardo Montaldo, el de Salvador Yaco y algún otro más. Pero no parece que haya un impulso hacia las jóvenes generaciones de sacerdotes...

-Sí hay sacerdotes que realizan esas tareas, pero insisto que de manera dispersa y sin mucha visibilización. Creo que hay algunas cuestiones que provocan temores, están las que tienen que ver con el pasado y el temor de que pueda repetirse la decisión que tomaron los 30 curas renunciantes en la década del '70. Las otras creo que tienen que ver con el futuro y con que se rompa la unidad de la diócesis, eso hace a la falta de organización de los curas que trabajamos en las zonas de mayor exclusión.

-Usted plantea que se trata de situaciones de despojo...

-Por supuesto, se trata del despojo de posibilidades, pero también de un ninguneo inicial: 'Vos no sos nadie y por eso no necesitás nada, te saco lo que tenés y te saco lo que sos. Como resultado se produce el despojo de la propia identidad donde ya no sé quien soy y el desdibujamiento de los roles en lo personal. ¿Para qué estoy?, ¿para quiénes estoy?. La respuesta tanto en lo familiar como en lo social es un no sé y una profunda confusión de roles.

-Usted señala la responsabilidad como parte de la Iglesia , ¿pero qué sucede con el Estado?

-El Estado no pagó la deuda social y las señas que da es de no querer pagarla, porque si sigue cumpliendo con la deuda externa, ya hay una señal inconfundible. Está privilegiando a los que son nuestros deudores. En cambio a nuestros acreedores, los últimos y más pobres, siguen afuera.

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Las drogas que aparecen como respuesta "entre jóvenes a los que les hacen creen que no son nada".
 
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