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Lunes, 28 de abril de 2008

CIUDAD › ALERTAN SOBRE ASIMETRIAS EN UN ESTUDIO SOBRE LA SALUD MENTAL DE LOS NIÑOS

La infancia en un mundo de injusticias

La inédita investigación epidemiológica realizada por la Facultad de Psicología de la UNR, a partir de un convenio con el Ministerio de Salud de la Nación, advierte que el 28 por ciento de los chicos rosarinos no cuenta con las condiciones materiales ni simbólicas favorables para su desarrollo psicológico.

 Por Sonia Tessa

El primer estudio epidemiológico sobre salud mental en la infancia, realizado por la Facultad de Psicología de la UNR, sobre la población de entre 3 y 13 años de la ciudad, revela que el 28 por ciento de los niños que viven en Rosario no tiene garantizadas las condiciones para su desarrollo adecuado. La investigación coordinada por Félix Temporetti, Cecilia Augsburger, Lucía Bertolano y Graciela Enría descartó el enfoque centrado en las psicopatología infantil, para adentrarse en el universo de las condiciones de vida, tanto sociales como familiares, materiales y simbólicas. "Para un amplio sector de la población infantil de Rosario, las condiciones objetivas en las cuales se produce el crecimiento y desarrollo psicológico comprometen el grado de bienestar infantil, siendo tal situación resultado de las profundas desigualdades sociales que genera la producción y distribución de riqueza y de la que gozan de manera diferencial los grupos familiares", expresan las conclusiones.

Los investigadores dividieron a la población infantil en cuatro cluster, o aglomerados, de acuerdo con sus condiciones de vida. "La ciudad de Rosario y la población infantil que vive en ella muestran una fuerte diversidad y heterogeneidad en cuanto a las condiciones sociales y espaciales en las que transcurre su vida cotidiana", afirman los investigadores, que lograron analizar el impacto diferencial de estas asimetrías en su desarrollo. Es que el estudio considera que las condiciones de vida no son aspectos contextuales, sino estructurales en la vida de los niños.

"Trabajamos una idea de la salud mental que se distancia de la presencia o ausencia de enfermedad. Más bien nos preguntamos cómo debería crecer y desarrollarse un niño. Una vez satisfechas las cuestiones materiales mínimas, también indagamos sobre cuestiones de la subjetividad, como es la presencia de adultos protectores que les brinden afecto, le transmitan valores, les habiliten la posibilidad de jugar", indicó Augsburger, quien subrayó que uno de los aspectos más llamativos del estudio es que el 28 por ciento de los niños rosarinos no acceden a estas experiencias, necesarias para garantizar una adecuada comprensión de la realidad. "No se trata sólo de contar con juguetes, sino también de la posibilidad de hacer deportes, la disponibilidad de libros, equipos de música, la oportunidad de estar en contacto con otros niños, de hacer visitas, pasear, ampliar su campo de experiencias y expectativas", enumeró la investigadora.

En ese marco, el relevamiento les permitió conocer que 11.000 niños no cuentan con juguetes convencionales. "Esto no quiere decir que no jueguen, pero sí habla de una privación", indicó la psicóloga. Una gran parte de los chicos de entre 6 y 11 años, en los sectores sociales más vulnerables, no cuentan con juegos, ni otras herramientas como libros o equipos de música.

La división en cluster les permitió agrupar en el primer aglomerado a los niños con una situación "muy buena", en el 2, "buena", en el cluster 3 aquellos cuyas condiciones son "malas" y en el 4, para "regular". Para este corte se tomaron en cuenta las necesidades básicas insatisfechas. La investigación analizó el espacio familiar en la crianza del niño, lo que incluía el entorno físico, la disponibilidad de materiales simbólicos, la participación en diversidad de experiencias, la educación familiar, el reconocimiento y aceptación. Un tercer componente fue la percepción de morbilidad por parte de los padres. Es decir, si manifestaban una queja por la salud mental de sus hijos.

Las 800 encuestas a los adultos responsables realizadas para el estudio -que demandó un año de formulación y otro de ejecución- indagaron sobre los tres aspectos discriminados. "Aún cuando Rosario presenta una situación ventajosa en muchos de sus indicadores respecto a otras ciudades del país -dicen las conclusiones- las desigualdades sociales, educacionales, sanitarias y de acceso a las ofertas culturales hacen de ella una sociedad compleja y en algunos aspectos dual".

Sin embargo, dejan en claro que no se trata de generar una asociación fácil. "Un desarrollo psicológico diferente no nos autoriza a asociar pobreza con trastornos, sino que más bien pone de manifiesto las desigualdades sociales y culturales respecto a las posibilidades de crecimiento y desarrollo cultural de los niños y de las niñas". En ese sentido, el estudio destaca "la alta relevancia social de dos instituciones que son reconocidas por las familias como referentes, lugares de ayuda y colaboración en la crianza y educación de sus hijos/as: las escuelas y los centros sanitarios".

En ese sentido, Temporetti indicó que pudieron analizar cómo el "pacto entre la familia y la escuela está roto" y por eso se dan casos de alfabetización en 5º o 6º grado. "Este modelo de escuela ya no funciona ni con buen presupuesto. Para muchas familias, es un lugar al que ir porque te van a dar la beca. No hay perspectivas sobre su importancia social", apuntó el investigador.

Dentro del estudio, señalan que la sistematización de estos datos no puede justificar "una demonización de los cluster con peores condiciones de vida", sino más bien marcar "pautas para la acción" al Estado, que deberá hacerse cargo de traducir esas desigualdades en nuevas posibilidades.

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Los investigadores Félix Temporetti y Cecilia Augsburger, parte del equipo de la UNR que desarrolló el ambicioso trabajo.
 
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