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Martes, 28 de septiembre de 2010

CIUDAD › LA CAUSA DíAZ BESSONE RECIéN SE RETOMA EL LUNES PRóXIMO

El juicio se sigue dilatando

Por la salud de José Scortecchini, cuya operación ya obligó a suspenderlas dos semanas, volvieron a levantar la audiencia. En el cantero central de Oroño recordaron a los desaparecidos Miriam Moro, Roberto De Vicenzo y Antonio López.

 Por Sonia Tessa

La audiencia de la causa Díaz Bessone duró ayer menos de 15 minutos. Ese tiempo bastó para que la secretaria del Tribunal Federal Oral número 2, Silvina Andalaf, leyera los informes médicos que recomendaban reposo absoluto hasta el 1º de octubre a uno de los imputados, José Antonio Scortecchini, y el presidente del Tribunal, Otmar Paulucci, comunicara el levantamiento de la audiencia hasta el lunes próximo. Junto a sus colegas Beatriz Barabani y Jorge Benegas Echagüe, recién ese día resolverán las cuestiones preliminares planteadas en las últimas audiencias antes del receso por la cirugía de Scortecchini, que ayer concurrió en ambulancia a los Tribunales. De este modo, se postergó el comienzo de la etapa de indagatorias. Ante la dilación, los militantes que habían concurrido a hacer el aguante se llenaron de bronca. No era un día común: ayer se cumplieron 34 años de los secuestros de Miriam Moro, Antonio López, Roberto de Vicenzo y Oscar Bouvier. Y la radio abierta que se realizó en el cantero central de Oroño se convirtió en un visceral homenaje en el mediodía frío y gris.

Durante el rato que se desarrolló la audiencia, cinco de los seis acusados estaban sentados en sus lugares. En el banquillo, Mario Alfredo Marcote escribió en su cuaderno una fecha: 27/09 y una hora: 11.40, la del comienzo de la audiencia. Por su parte, José Rubén Lo Fiego había apoyado en una carpeta plástica, con tapa transparente, en la silla vacía. En el extremo izquierdo de la sala, Ramón Genaro Díaz Bessone sacaba unas pastillas de mentol. El que fuera jefe del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército y Lo Fiego deben responder por homicidios, y también -como Scortecchini, Marcote, Ramón Rito Vergara y Ricardo Chomicki por privaciones ilegítimas de la libertad, torturas y asociación ilícita.

Aunque la audiencia se desarrolló cerca del mediodía, en la vereda de los Tribunales, la gente había comenzado a llegar desde las 9. Cuando se nubló, comenzó el viento, y el frío, muchos lamentaron haber llevado poco abrigo. Florencia Del Negro, de APDH Rosario, cebaba mates y Luciana Pololla, otra de las jóvenes aguantadoras, lucía su remera con la leyenda: "Yo me pongo la camiseta por el juicio y castigo". Por allí andaban también la Madre de la Plaza 25 de mayo, Elsa Chiche Massa, con la foto de su hijo Ricardo en la mano. Otra Madre, Herminia Severini, llegó con su bastón. Había unos cuantos testigos y querellantes. Todos esperaban el comienzo de las indagatorias. La consigna era: "Lo único que queremos que digan los represores es donde están nuestros compañeros".

De todos modos, una vez que la audiencia se levantó, lo que se escucharon fueron quejas. "Una vez más, estas dilaciones, este tipo de chicanas, terminan extendiendo en el tiempo esta causa, y siguen garantizando la impunidad a estos genocidas", dijo la diputada provincial Alicia Gutiérrez.

Por su parte, Mónica Garbuglia, del Colectivo de presos políticos y Sobrevivientes Rosario, afirmó: "Estamos con una gran indignación, nos sobrepasan estas situaciones". Carlos Novillo, querellante, también destiló su bronca.

En el cantero central de Oroño, la histórica militante de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, Ana Moro, recordó a su hermana Miriam, secuestrada hace 34 años, y a su cuñado Roberto. Relató que en 1976, también fue lunes el 27, que había pasado todo el domingo anterior con su gemela, quien le manifestó que estaba dispuesta a morir, aunque lo lamentaba por sus dos pequeños hijos, Darío y Gustavo, de apenas 7 meses cuando la secuestraron. Después habló Gustavo, quien subrayó la identificación de los restos de su padre, en marzo pasado. El joven invitó a todos a una "gran fiesta popular para tenerlos presentes" el día que recuperen el cuerpo arrebatado.

La última oradora fue Marta Vennera, esposa de Antonio López, asesinado en la madrugada del 27 de septiembre, en Villa Diego, cuando iba en moto junto a Miriam Moro para repartir volantes. Acompañada por su hijo, Gerardo, Vennera leyó un texto destinado a darle carnadura a su compañero desaparecido. "Vivimos la ilusión genuina del cambio posible, del socialismo como destino y la esperanza del hombre nuevo", expresó la mujer, que terminó: "El había logrado comprometer sus ideales en el proyecto de un mundo mejor para todos y también para el hijo que esperábamos. Cayó en su primera misión, su primera volanteada en Villa Diego. No tuvo ninguna oportunidad, ninguno de ellos la tuvo". Los abrazos detrás del parlante de llenaron de lágrimas, nadie pudo contener la emoción.

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Cinco de los imputados se sentaron ayer en el banquillo.
 
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