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Lunes, 20 de diciembre de 2010

CIUDAD › MUESTRA DE FOTOGRAFíAS TINTA LIBRE EN LA UNIDAD 5 DE MUJERES

Tatuajes para ganar libertad

Organizada por el Colectivo de Mujeres Las Juanas, la exposición de fotos se realizó en el patio del penal de mujeres. Para la coordinadora del grupo, Gabriela Sosa, la intención fue que las internas recuperaran su identidad.

 Por Lorena Panzerini

"Me tatué los nombres de mis cinco hermanos para llevarlos en mi piel", expresó Florencia. Con sólo 19 años, es la menor de las internas alojadas en la Unidad Carcelaria de Mujeres Nº 5. Está ahí hace un año, y todavía no sabe cuánto le queda para irse, aunque presiente que no es poco. Como Florencia, más de 40 detenidas procesadas y condenadas participaron el miércoles pasado de la muestra fotográfica Tinta Libre, sobre los dibujos y textos que llevan tatuados en su piel. Fue organizada por el Colectivo de Mujeres Las Juanas, y convocó a once fotógrafos rosarinos. Gabriela Sosa, coordinadora de la organización, señaló que "algunos de los tatuajes de las chicas quedan como marcas y otros son amores, angustias, fe y hasta venganza, en algunos casos. La idea era indagar un poco en cada una de esas historias individuales para hacer un aporte a la transformación una vez lograda la libertad. También es una manera de que las internas recuperen su imagen, su identidad, para ellas y sus familias".

Mientras una de las detenidas se besaba tímidamente en un rincón del patio con un colorado que la fue a visitar aprovechando la ocasión, Sosa comentó que el tatuaje por excelencia dentro de los penales es el de los cinco puntos tumberos: el punto del medio representa a una interna, y los otros cuatro a policías que la rodean. Las Juanas busca que esa señal del encierro no marque a las chicas para siempre. "Se convierte en un estigma fuera del penal", comentó la coordinadora sobre lo que vienen trabajando hace tres años, y agregó: "Queremos que los cinco puntos tumberos se conviertan en una flor -u otra figura- para que en su libertad mejoren su aspecto. Además, buscamos trabajar con sus derechos, y que transformen su vida; y la fotografía cumple un lugar que posibilita la transformación".

Para Sosa, sería "muy importante" que las políticas públicas aborden el tema de la estética de las chicas que están por salir del penal. "Meses antes que saben que están por irse empiezan las preocupaciones de qué hacer con esos brazos, que manifiestan el encierro. Qué hacer con eso que se hicieron; cómo esconder esa experiencia a la hora de buscar un trabajo", ejemplificó. Según indicó, las intervenciones estatales podrían "cambiarle la vida a una persona".

Las fotos de los tatuajes de Pamela colgaban de una tanza en una esquina del patio. Ella se acercó con un espejito y una pinza de depilar en las manos para verlas. Mientras se arreglaba las cejas, las miraba orgullosa. Tiene 28 años, y se tatuó dos estrellas y una luna alrededor del ombligo. Está detenida hace cinco años y ahora espera ansiosa que llegue abril para irse definitivamente del penal, aunque ya goza del beneficio de las salidas transitorias. "Al principio no me enganché con lo de las fotos, pero casi al final, me pasé una tarde con Andrés (Macera), que fue mi fotógrafo, y estuvimos un par de horas para sacarme las fotos", contó sobre su experiencia.

La muestra, con más de 30 imágenes, decoró el sector de sombra del patio descuidado, que se llenó de gente, entre familiares de las internas y otros invitados. El mate era la excusa para conversar, aunque Rocío estuvo todo el tiempo concentrada en los mensajes que pudiera mandarle su amor, un muchacho cuatro años mayor que ella, que está encerrado en la Jefatura. Según comentó tiene muchos tatuajes que ya no quiere, y señala uno que tiene en el hombro izquierdo. Son tres iniciales. "Se hacen tantas pavadas por amor", se justificó.

Muchas de las mujeres buscan borrarse tatuajes que ya no quieren tener haciéndose cortes en la piel; y otras, se tatúan para ocultar los cortes, que parecen amenguar su dolor sentimental en la soledad de las celdas. "Es inconsciente, pero muchas veces, estas marcas son la única forma de manifestar que tienen derecho sobre su propio cuerpo; aunque muchas veces sea también para sacarse un angustia terrible", dijo Sosa.

Dentro de la unidad penitenciaria están prohibidos los espejos, justamente por estas situaciones de auto flagelo. Esa característica hace que las internas no sepan durante mucho tiempo sobre su propio aspecto, y eso está directamente relacionado con su identidad. "Por eso las fotos fueron también con esa idea: que se vieran y pudieran regalar estas imágenes suyas a la gente que las quiere".

Mónica Fessel, una de las fotógrafas que participó de la muestra, eligió para su trabajo resaltar los colores y la feminidad de las internas. En sus fotos, hay tatuajes rodeados por prendas coloridas como el violeta, el fucsia, el rojo, el verde y el amarillo. "El detalle del corpiño rojo debajo de la ropa oscura habla de lo femeninas que son estas mujeres, pese a la depresión que se vive acá adentro", señaló, sobre otro aspecto que hace a la identidad.

Mientras algunas de las detenidas que no bajaron al evento asomaban las caras por las ventanas del primer piso para ver qué pasaba en el patio, Sosa señaló que el objetivo de la muestra fotográfica "fue meter a la fotografía como herramienta artística, porque la aparición de una cámara de fotos en el penal siempre genera ganas de trabajar". Por eso, otro de los objetivos es que la muestra pueda salir del penal y que las protagonistas tengan unas horas de libertad para participar de esa exposición, del otro lado de las paredes.

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El patio del penal cambió completamente su fisonomía para albergar las fotos de los tatuajes.
Imagen: Gentileza Tinta Libre.
 
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