Otra vez, como en los clásicos anteriores, la mano de Eduardo Coudet fue clave para el desenlace del partido. Porque con la salida de Montoya y el ingreso de Colman le cambió la cara a su equipo, a su Central. El Canaya borró la pálida imagen del primer tiempo con un concierto de juego de gran nivel en el segundo, y tuvo todo para coronar una goleada histórica. Efervescente, el entrenador no perdió la calma segundos después del pitazo final y concedió todo el reconocimiento al plantel. "Los jugadores son los responsables de esto", dijo el DT y chicaneó, sonriente: "Reaccionamos a tiempo y empezamos a jugar, la gente está invicta conmigo".

Central realmente sometió a Newell's, no le dio chances. Por error del rival, pero en gran medida por mérito propio. Cuando el local soltó las amarras leprosas, no hubo equivalencias. "No patearon al arco y generamos muchísimo", resumió de manera acertada el entrenador. Chacho confió que el plantel pensó "muy bien" el partido en la previa y consiguió la victoria de modo "bien merecido" gracias a "un gran segundo tiempo".

Coudet se enfrenta ahora a un desafío inconmensurable. Central tiene condiciones para pensar en grande. El técnico auriazul lo sabe. Avisó que no puede "prometer resultados", pero sí se comprometió a dar "mucho trabajo". Con otra mueca, le mando "un saludo" a su "amigo Antonio". Antonio es Mohamed, "que esté en México".