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Viernes, 6 de julio de 2012

SOY POSITIVO

En las buenas y en las malas

 Por Pablo Pérez

El otro día me encontré por chat con mi Amigo Uruguayo y me dio una buena noticia: después de más de un año de reclamos y juicios, el Ministerio de Salud de Uruguay acaba de aprobar el Reyataz, uno de los últimos medicamentos para tratamientos antirretrovirales, que las coberturas médicas negaban a los pacientes con VIH/sida. Su felicidad se evidenciaba en las palabras de la ventanita del chat. No conocía el Reyataz; le pedí que me contara más. “Es Atazanavir, el único IP del que se toma un comprimido al día, junto con Truvada; en Buenos Aires lo dan.” “Del Efavirenz también se toma un comprimido al día”, le contesto. “Sí, pero el Efavirenz hay gente a la que le cae mal.” “Ultimamente me siento cansado —le digo—, tengo sueño todo el día, pienso que es por el Efavirenz.” En respuesta, mi Amigo Uruguayo me envía un video de María Mejía, activista seropositiva colombiana en Miami: “Carta al VIH, la otra cara de vivir con el virus” *. María, al borde del llanto, habla a la webcam: “Es muy difícil para mí mostrarme así. Hoy me siento mal, mental y físicamente, me siento quemada y cansada de este virus [...]. Me duele el cuerpo, no estoy completamente sana, ni tampoco completamente enferma”. “Me siento identificado”, le escribo a mi Amigo Uruguayo. “Es algo fuerte verlo para los que no están acostumbrados, pero para nosotros que llevamos tantos años es como un espejo...”, me contesta y agrega que María está tomando Atripla, un medicamento que combina Efavirenz y Truvada. “Ah, toma lo mismo que yo”, le digo y ahí me siento extrañamente aliviado, pensando que tal vez estos días de bajón que estoy pasando se deban a los efectos colaterales. ¿O se trata, como sugiere un amigo, de un síndrome de burnout por el “oficio de enfermo”? En otros videos, María da consejos, estrategias para vivir bien con VIH/sida, siempre sonriente, bien vestida y maquillada, intentando sembrar optimismo. Verla llorar, putear y quejarse me genera una contradicción. “Muchas veces me dan ganas de escribir ‘Soy negativo’”, le confieso a mi Amigo Uruguayo. Pretender mostrar todo el tiempo el lado bueno de vivir con VIH es un tanto maníaco; ver a María llorando con verdaderas lágrimas es muy incómodo, pero también, por empatía, me resulta sanador. Vivir con VIH no es fácil, es una gran mochila a la que ahora se me ocurre llamar “A pesar de”. A pesar del cansancio, a pesar del VIH, no veo otra solución que seguir adelante. También me pregunto qué sería hoy de mi vida sin este virus gracias al cual escribí mi primera novela. ¡Mucho gusto, virus, gracias por todo! ¡No veo la hora de decirte adiós!

* http://www.youtube.com/watch?v=JRycq-dtbjQ&feature=autoshare

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