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Viernes, 13 de diciembre de 2013

BDSM PARA PRINCIPIANTES

Apostolado leather

 Por Pablo Pérez

Estoy por quince días en París. Mis amigos Leo y Daniel me prestaron una valija enorme y, entusiasmado por tanto espacio para traer cosas, llegué a los veintitrés kilos. Podría decir que la mitad corresponde a mi ropa y accesorios de cuero. Tal vez porque acá, por más que uno se ponga un pavo real vivo de sombrero (sí, sí, exagero), la gente no te mira como a un bicho raro, decidí que me pasearía por la Ciudad Luz vestido de cuero a toda hora. Las botas, que es lo que más espacio ocupa, me las traje puestas. Además, unos meses antes de viajar abrí segundo perfil en Recon.com (portal de contactos entre hombres fetichistas) que utilizo solamente para entrar a la sala de Francia e ir haciéndome de amigos en París. Intercambié mensajes con un par de interlocutores monosilábicos, así parece ser el estilo leather, sobre todo el de los que se conectan para encontrar un encuentro para exprés. En el otro extremo están los muy verborrágicos, que por lo general no concretan nunca y parecen estar buscando una terapia online. Todavía no confirmé ninguna cita, porque a mi entender combinar citas por Internet con demasiada antelación no sirve de mucho. Pero estoy seguro de que algún encuentro va a salir. En la valija metí primero el pantalón, la camisa y la campera, al ver que me sobraba espacio, sumé, el suspensor y el arnés; las muñequeras, las tobilleras y otros accesorios para bondage; un par de látigos y la gorra. Todavía me sobraba lugar, así que metí también la ropa de cuero que ya no uso porque me queda chica: una camisa y un short, además de la gorra que nunca me gustó cómo me quedaba, con la intención de venderlas, todavía no sé a quién. Tal vez lo pueda publicar en Recon.com pero todavía no avisé, porque no estoy seguro y no me gustaría arrepentirme. Lo que me pasa con el cuero es que me encariño y pienso que tal vez, si alguna vez tengo un encuentro con algún aprendiz sin equipo, más flaco y menos cabezón que yo, podría prestárselos. En Buenos Aires, algunas personas que me ven vestido de cuero en invierno me preguntan si el cuero es lo suficientemente abrigado y, en verano, si no es demasiado caluroso. Y un poco de razón tienen: cuando hace calor se transpira mucho y cuando hace frío el cuero no resulta lo más abrigado que existe, pero a un fetichista eso no le importa demasiado. Lo cierto es que la ropa de cuero resulta ideal cuando la temperatura oscila entre los 10 y los 20 grados. Por otra parte, algunas personas, al verme vestido full leather (con el equipo de cuero completo) me trataron de motoquero sin moto. Tampoco me importa demasiado. No tengo moto porque de sólo pensar en el mantenimiento cotidiano me da paja. Ideal sería que mi Amo tuviera una y me lleve atrás.

Pero estaba hablando de mi viaje a París, con una valija cargada de ropa de cuero. Ya sabía que es una ciudad donde uno vive subiendo y bajando escaleras. Asumí el riesgo. Hasta ahora el traslado salió bien, gracias a mis amigos Teresa y Carlos que se ofrecieron a trasladarme desde el aeropuerto en auto.

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