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Viernes, 11 de julio de 2014

Sabiduria del Mingitorio

Las representaciones de ficción tardaron años en poner sobre la escena la represión y el exterminio de personas LGBT, por parte del terrorismo de Estado: Flores sobre el orín, de Alejandro Modarelli, pone eso, y pone mucho más.

 Por Adrián Melo

En Alemania tuvieron que pasar casi cuarenta años para que el Estado reconociera a los hombres del triángulo rosa, los gays víctimas de los campos de concentración nazi, por el hecho de ser gays. La misma cantidad de años tuvieron que transcurrir para que una obra de teatro, Bent (1979) de Martin Sherman, tratara ese tópico histórico como tema principal de su trama.

La Argentina pareció seguir el mismo tortuoso camino. Por ello y por otras razones es celebrable y necesaria Flores sobre el orín, de Alejandro Modarelli. Es sin duda un hecho teatral ejemplar que se represente y evoque a manera de homenaje y catarsis la persecución a gays y travestis durante la última dictadura militar, considerando que muchos de ellxs fueron víctimas del terrorismo de Estado, hecho denunciado por vez primera por el militante Carlos Jáuregui en La homosexualidad en Argentina (1987).

También se festeja que la manera de contar esa historia haga particular hincapié en el humor y la erótica de las locas, en la búsqueda incesante del deseo en las calles, en los urinarios de los baños públicos de las estaciones de tren a pesar del terrorismo estatal, situaciones que evidencian el triunfo definitivo del Eros sobre el Tánatos. También en el relato de una historia de amor infame entre La Lisette, “ama y señora de las teteras”, y un policía delator que, infiltrado en los urinarios termina sucumbiendo a los encantos eróticos de las locas, romance que resulta paradigmático de un tiempo donde se confunden el mundo de las víctimas y de los victimarios.

Es destacable la construcción de personajes arquetípicos inolvidables apoyados en una sólida dramaturgia, sobre todo el trío conformado por “La Lisette” (interpretado por el bailarín que supo deleitarnos en diversas obras del Teatro San Martín, Juan González), su archienemiga en la conquista de los chongos “La Richard” (Eduardo Raffa) y “La Turca” (graciosamente interpretado en su debut teatral por Christian Chapi). Destaca también la actuación de Patricia Becker en la piel de la sufrida esposa del policía que sucumbe a las delicias de los placeres masculinos.

El dramatismo de las situaciones retratadas es aliviado por un conjunto de situaciones destinadas a perdurar en la memoria histórica gracias a la magia teatral: la orgía entre las locas y los chongos alcoholizados que festejan el triunfo argentino en el Mundial de Fútbol ’78; el sexo colectivo entre policías, gays y travestis en los sótanos de la Casa Rosada a escasos metros de la asexuada y terrorífica oficina de Videla; el exilio al paraíso brasileño de “La Jopita” (interpretado por el venezolano Alex Malavé). Gran parte de la fuerza de la obra radica en las escenas carnavalescas que resultan de una delicada sensualidad.

Entre tanta historia banal de gays y lesbianas que pueblan el universo televisivo y teatral se elogia también el hecho de rememorar un tiempo en donde primaron las solidaridades entre la comunidad LGTB, y que se destaque el papel subversivo y revolucionario de las travestis. Asimismo se elogia el retorno de un teatro que conjuga las sexualidades y la política.

Flores sobre el orín, de Alejandro Modarelli. Dirección: Jesús Gómez.

Teatro Payró. San Martín 766. Sábados a las 23.30

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Imagen: Beatriz Moucey
 
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