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Viernes, 5 de septiembre de 2014

“Mostrándonos, educamos a los desposeídos”

“Mi nombre es Hija de Perra, performista bizarra y activista por la disidencia sexual”, así se presentaba lúcida y afectada con una singular variación de la tonada de lo que podría llamarse el español chileno, esa singularidad que provenía tanto de su ser marica como de su ser porno-comic-sado-gore. Hija de Perra murió la semana pasada, dejando huérfanas pero todavía más combativas a muchísimas perras de este mundo. Aquí reproducimos la última entrevista que le hizo Marlene Wayar.

 Por Marlene Wayar

Les debo aclarar que la conversación que sigue se produce hace unos meses en la Casa Cultural Prunela Vulgaris, al 3939 de una de las calles del barrio de Saavedra, que no publica sus encuentros sino que invita de boca en boca. También, que estamos Susy Shock, Irina La Loca y que no podemos dejar de reír seguido o soltar risotadas a cada ocurrencia de la Hija de Perra, que jamás susurró o habló a tono medio, siempre en voz alta, como declamando y de allí para arriba con efectos marica de distorsión. Y además, disculpen, nos pisamos mucho. Un aquelarre marica.

Marlene Wayar: —¿Qué tipo de perra fue tu mamá?

Hija de Perra: —Mi madre fue la gran perra originaria de mi vida. Una mujer muy aguerrida que tuvo que luchar por mi vida y mantenerme viva y actualmente somos muy amigas, algo que cuesta mucho con una madre, ¿no? Las madres son fuertes, de carácter, de genio y de humor, todo.

M. W.: —¿La madre es el lugar más fácil para operar desde el fascismo?

H. D. P.: —Claro, claro que sí (“porque mamá lo dice”), ahí está el rigor, el rigor verdadero en esa mujer a la que le rompimos la vagina para salir a la vida. Por eso creo piensan que son dueñas de decirnos lo que quieran y de reprendernos y humillarnos cuando menos lo esperamos.

M. W.: (Estamos escuchando cumbia de fondo) —¿Te gusta la cumbia argentina?

H. D. P.: —Sí, la cumbia villera. Soy amiga de las Kumbia Queers, hicimos un trabajo juntas, el video de “Control remoto” que lo filmamos con una onda turística en Santiago de Chile.

M. W.: —¿Cómo definimos a HDP si la queremos encerrar en algún corralito?

H. D. P.: —¿Si queremos etiquetarla con un nombre botánico? ¡Dios mío! Como monstruo igual que acá, sí, por eso nos amamos tanto con Susy (La Shock). Claro, algo que se escapa de la lamentable norma dictatorial de lo que es lo bueno y lo correcto dentro de una sociedad. Eso, un veneno muy apetitoso.

M. W.: —¿El veneno de los frutos latinoamericanos para aquellas personas que no se comen el cuento de las bajas calorías primermundistas?

H. D. P.: —Claro, por supuesto, muchas veces cuando tratan de catalogarte con un nombre botánico, como que me tachan de queer, y yo les digo que eso no existe en Latinoamérica, que aquí hay maricones, no hay queers.

M. W.: —¿Con quién has venido?

H. D. P.: —Aquí estoy con Irina La Loca con la que hemos hecho un montón de inmundicias en diversas disciplinas, ella es actriz y se desmarca también de la norma que significa ser actor para dedicarse a la performance. También es una desobediente, finalmente así es que cuando nos conocimos salimos amándonos profundamente, igual que con vos (Susy), y decidimos hacer cosas en conjunto. La unión hace la fuerza.

Susy Shock: —Hay algo de lo performático, en Capital sobre todo, que termina siendo muy frívolo y hay cosas que dado el carácter reaccionario generalizado deberían ser retomadas o re-propuestas y no lo son. Sentimos que en Chile por ser mucho más duro se dan cosas de invaluable interés. O eso sentimos aquí. Que en un Chile pinocheteado, ustedes generan cosas contestatarias y no, como aquí, donde sólo hay “formitas fashion”.

H. D. P.: —Pasa que el público en general está pre-dispuesto y preparado para ver cosas bellas y por ello caen en lo frívolo, como la trava doblando a Celine Dion o Rafaella Carrá, pero no haciendo reflexionar al mundo de lo que significa llevar peluca y tacos todos los días. De lo que significa llevar cartera, ¿qué es lo que lleva una trava en la cartera? ¿Llevará lo mismo que una bio-mujer? Al menos toalla higiénica no llevamos.

M. W.: —¿Cuál es el sentido de llevar zapatos altos? ¿Notaste como yo usurpo los del macho?

H. D. P.: —Ser Maraca Premium. Los zapatos son un elemento de tortura. Obvio, inventada por el género masculino para el femenino, ¿no? Y obviamente tiene un simbolismo y siempre se ha sobreentendido que los tacos son un fetiche sexual, entonces llevar unos zapatos excéntricos y escandalosos te transforma en una Maraca Premium.

Una mosca en mi leche

S. S.: —En Mendoza, a propósito de lo queer, dijiste algo que me quedó grabado y lo vivo diciendo desde entonces: “Hemos sido antes de que vengan”.

H. D. P.: —Claro. Piensa en las culturas originarias que tenían deidades ambiguas, que los géneros eran juntos, una persona era hombre y mujer por dentro independientemente de los genitales... ¡Eso se pierde con la llegada de los colonos y sus despreciables ideas católicas!

M. W.: —Y partimos de ahí como se aplastó, se empobreció la visión de la sexualidad en las personas...

H. D. P.: —Se empobreció porque se redujo a un binarismo obligatorio.

M. W.: —Y desde allí interpelamos a la sociedad, pero también a nuestra comunidad. Ser travesti, marica, lesbiana, gay, viado, zapatona, muxe y no es garantía de nada, sino que también nos comemos el discurso heteronormativo fascista. ¿Cómo ves parada a Chile en Latinoamérica o a Chile donde siento que sos la excepción de la excepción, la mosca en la leche?

H. D. P.: —Bueno es que si no lo hacemos nosotras, ¿quién lo va a hacer? Hay que educar a los desposeídos, no queda otra alternativa, no hay otra opción que mostrarse, y ya mostrándonos educamos. Porque la gente se da cuenta de que hay otras posibilidades, y no nuevas sino que han estado escondidas por un período de tiempo y que ya están saliendo con fuerza hacia adelante.

M. W.: —Desposeídos y desposeídas. ¿De qué estás hablando?

H. D. P.: —Desde que naces te empiezan a normar, a decirte que el rosado es de chica, que el celeste es de chico, que el pelo largo es de chica y el corto de chico, que jugar a la pelota, que subirse a los árboles es de hombre, que el juego de las tacitas es de mujeres... Y no es así, yo de pequeñita que juego a las muñecas y todas esas cosas mágicas. Siempre lo quise. Cuando era un nene chiquito estuve en un colegio católico e iba a rezarle a la virgencita católica para que me convirtiera en princesa, y lo ha logrado. Así es que soy un milagro de la Virgen María. Eso lo tiene que saber el Papa, tiene que saberlo.

Porno-terrorista, tu abuela

S. S.: —Decías esto del cabello y me llevaste a recordar un trabajo muy interesante donde a partir edictos se obligaba a quienes pertenecían a los pueblos originarios a llevar el cabello corto en caso de los hombres y largo en el de las mujeres para marcar una diferencia clara en etnias. En general no portaban esa diferencia de género en el atuendo y a partir de esta investigación el artista propone contar experiencias hoy significativas con el cabello a diferentes personas. El artista era Giuseppe Campuzano, recientemente fallecido, ¿lo conocías? Ha muerto en una edad poco lógica en momentos donde cada vez se extiende más el promedio de vida general.

H. D. P.: —No lo conocía, lo siento. También soy desposeída de algunas sabidurías.

S. S.: —Es parte del desencuentro latinoamericano, tiene que ver con eso.

M. W.: —Y más precisamente de lo travesti y de lo excluido marica/clase, aún discurrimos por catacumbas, no tenemos canales de comunicación.

H. D. P.: —Son muy pocos. Y en general los movimientos “homosexuales” pelean sólo por sus ideales y no se suman a lo otro, por lo menos en mi país se pelean mucho. Por lo general como mi trabajo es muy desobediente a lo bien visto, muchas veces es como que me excluyen nomás, po. Ahora mis amigos aquí en Argentina me ayudaron. Pero en el momento en que una dice “hago espectáculos sexo-disidentes”, ya no hay más respuestas. Lo que esperan de una trava es que cante temas de Celine Dion o Rafaella Carrá y que se la vea por los aires con unos musculosos. Esa sí es trava.

M. W.: —O que te presentes con algo que puedan googlear. Por ejemplo, si hubieses dicho “terrorismo porno” o “pos-porno”, capaz que no tenían mucha idea de la propuesta, pero te linkeaba a cuestiones que suceden en países centrales, ¿no?

H. D. P.: —Claro, exacto. De hecho hace muy poco que la televisión de allá, que siempre censura, quería hacerme una nota sobre mí porno-terrorismo. Yo dije: “Porno-terrorismo, tu abuela (¡!). Yo soy chilena no soy porno-terrorista, soy performista bizarra y ya está”. Y eso es porque encuentran la información en Internet y piensan: ¿qué hay de esto acá? Y te ponen la etiqueta rápido. Porque es lo que saben, buscar de qué hablan afuera, no saben más. ¡Los desposeídos! Estamos rodeadas de desposeídos.

M. W.: —¿Cómo reacciona el público argentino ante HDP?

H. D. P.: —Ha sido siempre bien divertido, porque en mi país me tratan como a una maraca marginal, entonces el público interactúa mucho, grita, trata de tocarme los genitales. Quiere bajarme del escenario, cosa muy distinta a lo que pasa aquí en Argentina, hay otra cultura sobre el movimiento artístico, así que es más serio el público, mira y permite desarrollar la performance, no se mete a interrumpirla antes de su final. Con Irina fuimos a Niceto y los performistas que actuaban allí mostraban tremendos culos. En mi país terminarían con el culo pellizcado y moreteado. Es más desbordado porque hay más hipocresía aún.

M. W.: —Comparando ambas experiencias, ¿habría una utopía, punto intermedio donde te observen, reciban la propuesta, pero también se propongan para el disfrute sexual y te hagan propuestas deshonestas?

H. D. P.: —Sería fantástico que se dé esa dualidad, porque cuando me toca ir a lugares institucionalizados, ahí directamente es otra la interfaz que una tiene con el público. Es más del discurso y la crítica, no voy a llegar a mostrar mis senos, ni a cortarme los pezones. Igual hemos hecho cosas tremendas en lugares institucionalizados; hace muy poquito hicimos una porno-toma en un museo y también nos tocó la presentación del libro en la Feria del Libro, que es bastante burguesa en mi país. Lamentablemente, que una pague una entrada para ir a ver cultura, como ir a ver libros, es una pena. Si se puede hacer algo, se hace, así que corrimos todo el protocolo. Te ponen esa mesa uniforme para que te sientes y bueno... corrimos la mesa e hicimos nuestras locuras. Dildos, excrementos, masturbación: eso hubo en la presentación. Ese día con Irina no nos paraba ningún taxi para llevarnos a la Feria, fue una locura. Y por culpa mía tuvimos que escondernos tras un cartel para que mi propia madre parara el carro. Cuando nos veían a nosotras, monstruas, escapaban. Divertido, entretenido; finalmente nunca falta el conductor buena onda. Que te lleva con alegría.

De taxis, travas y Flor de la V

M. W.: —¿Y aquí qué tal con los taxis?

H. D. P.: —Aquí los conductores me han dado unas vueltas de quilombo, me han llevado hasta el zoológico cuando yo quería ir al Obelisco.

S. S.: —Es que buscan “hacerse” la diferencia...

M. W.: —Ellos mismos se diferencian. De día son más policías, Radio 10, patriótico. Pero ahora esconden la bandera porque si la muestran, son K. El de noche es un rescatado en general, amante de las drogas, el sexo y el rock and roll, siempre con tiempo para una cañita al aire y aliado natural de las travas y las putas porque tiene mayor claridad en su identidad de clase. Históricamente hemos sido salvadas por ellos de maleantes y de la policía. Subías, te tirabas en el piso y te rescataba de una mala situación.

H. D. P.: —Ah qué bien, un rubro de laburantes que tiene los dos extremos y un amplio abanico.

M. W.: —¿Estás al tanto de los últimos sucesos alrededor de Flor de la V?

H. D. P.: —¿Qué hizo esta mujer ahora? ¿Qué hizo?

Le explicamos sobre lo sucedido con Polino, anterior a lo de Lanata, referido a cómo la redujeron a su genitalidad, la expusieron y negaron su deseo, no sólo el de las travestis, en general, sino personalizándolo en ella.

H. D. P.: —Algo muy difícil para ella, yo creo, algo que no manejaba.

M. W.: —Sí, respondió en primera persona, se quitó histriónicamente el maquillaje como saliendo del personaje y enfrentando a cara y lágrimas a su platea, que es significativa, y la enfrentó en esos minutos de lucidez travesti como habría hecho más o menos cualquiera de nosotras con algo ahí, siempre mezclado lo de mujer, madre y argentina. ¿Hay un piso de consenso que podríamos indicar para actuar en bloque con vistas a hacer progresar nuestra situación en Latinoamérica?

H. D. P.: —Amarnos, amarnos a pesar de todo y de nuestras diferencias. Que la diferencia sea “ya está, las acepto y ya”. Todas somos diferentes y con distintos pensamientos, pero tenemos que querernos entre todas. Porque todas necesitamos vivir.

S. S.: —El tema con Florencia es precisamente que nadie la interpela por que bautizó a sus niñxs en la Iglesia Católica que tanto nos violentó, violó, excluyó y lo sigue haciendo. Y responde a sostener todos esos estamentos de toda mujer que se precie de tal en esta sociedad. Y pocas veces responde esa parte trava que es a la que interpelan.

M. W.: —De todos modos yo creo que de quienes están en la danza mediática, es quien más ha defendido eso de ser trava. Luego confunde. Pero con relación a otras jamás se reconoció “transexual” y menos aún como estrategia para decir: “Yo soy enferma. La cura es que me pongan una vagina y los travestis son unos locos, degenerados que se prostituyen”. Discurso transexual clasista muy arraigado. Pero cuando en momentos de estallidos así se para en su ser trava y exige la dignidad que tiene, no se deja menoscabar.

H. D. P.: —Sí. Está bien que la aprieten entonces.

S. S.: —Quizá tuvo mucho éxito, mucho dinero, mucho privilegio.

H. D. P.: —Sí, claro. Entrar en el binarismo de género, poder entrar en una iglesia, bautizar a tus hijxs, guau, está en otra fase del mundo. Y es difícil verse perdiendo esos privilegios.

Levántate y anda

S. S.: —¿Qué es lo que te hace levantarte y decir: “Soy Hija de Perra y salgo”?

H. D. P.: —Es que si no hago yo esto, ¿quién lo hace? Esa es la verdad. Yo tengo una cierta sabiduría. Si no la comparto, ¿qué saco con mantenérmela escondida? Tengo que enseñarla y que la gente sepa... ¡cómo se usan las manos para masturbarse! Obvio, la misma sociedad te impone que masturbarse es monstruoso como muchas otras ideas incorrectas que no deberían pensarse. Yo trato de hacer entender a las personas que en verdad somos libres. Lo demás, puras cosas impuestas, boludeces.

S. S.: —¿Y si no, serán Empana’a de Pino?

H. D. P.: —Y si no, serán Empana’a de Pino (película en la que las empanadas son hechas con carne de personas asesinadas).

S. S.: —¿Un insulto?

H. D. P.: —En este viaje: mamahuevo. Es el nuevo insulto, mamahuevo.

S. S.: —Entre los recibidos, ¿cuál emitirías?

H. D. P.: —No. Ese lo he emitido. Entre los recibidos siempre el mismo y el más común es hueco, marica, vacía/frívola, para ser rellenada/penetrada. Y yo les digo “Sí” y les echo manso discurso luego y ahí queda el desposeído con su insulto.

M. W.: —Te vas. ¿Nos vemos pronto?

H. D. P.: —Sí. Bueno, me despido de ustedes, encantada de compartir ideas y pensares para que traspasen las mentes desposeídas y mentes también excitadas con estos temas.

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