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Viernes, 27 de noviembre de 2009

La minoría soy yo

 Por Florencia Abbate

Cuando yo era chica, ser hijo de padres separados, adoptado o hijo de una madre sola se vivía como un cierto desvío de la norma. Pero, en las últimas tres décadas, las normas se desmoronaron, y los que éramos casos “raros” en ese entonces nos convertimos en “uno de los muchos”. Hoy los que están “a la vanguardia” parecen ser los niños nacidos gracias a la existencia de bancos de semen e inseminaciones artificiales, y los hijos de matrimonios homoparentales. El argumento de la continuidad de la especie (para defender que sólo exista el matrimonio heterosexual) se ha vuelto insostenible.

Por otra parte, somos una generación que se lanzó a la creación de nuevos tipos de familia, hechos de lazos variados y que suelen ir “mutando”, con hijos de otros matrimonios, con “hermanitos del corazón” y no de la sangre, en fin, familias de todo tipo, que no responden a las viejas normas y en donde no por ello falta amor. Las generaciones que vienen tienen la mente aún más abierta con respecto a todos estos temas... Creo que esos cambios en la sensibilidad y en las costumbres de la gente deberían reflejarse en un aggiornamiento de las leyes. El problema es que la jurisprudencia siempre va más lento que la vida misma. Y hay que dar batalla. Como diría Deleuze: “La mayoría es un patrón abstracto. La mayoría es nadie. La minoría es todo el mundo”.

Escritora y periodista

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