Diapasón (1986) irrumpió como propuesta era renovadora y personal en el contenido, en la marcación de las actuaciones, en el colorido, en la puesta en escena. Concebía sus películas como pinturas. Además era un cine con identidad nuestra. Siempre recuerdo la primera vez que fui a su casa en el microcentro, que era como una nave espacial: un espacio completamente blanco, impoluto, escenográfico. El te ofrecía un café y a vos te daba miedo destruir con una gota derramada en cualquier lado ese universo monocromo. Fui a su casa la primera vez para hacerle una entrevista para la facultad. Desde ese momento ya me cautivó con su tono de voz. De hecho yo lo imitaba: tenía un decir contundente, enérgico, pero hablaba pausado, lánguido, pronunciando meticulosamente las sílabas. Luego tuve la suerte de trabajar en él en dos películas: La dama regresa (1996) y Viaje por el cuerpo (2000). Para la primera, yo fui a pedirle trabajo. Me acerqué a decirle que era mi sueño trabajar con Isabel Sarli y él. Como director tenía un trato muy singular. A mí, como me gusta que me maltraten, ¡me encantaba! No era un maltrato real, era un modo de exigir muy productivo para la película y para el aprendizaje del actor. Si no salía, no se conformaba, te exigía hasta que fueras capaz de darle lo que buscaba, era un entrenamiento intensivo. Y todo sin jamás levantar la voz. Si eras un mediocre, le hacías doler mucho la cabeza. En Viaje por el cuerpo compuse a una prostituta. Jorge filmaba con planos-secuencia, entonces te obligaba a que la toma saliera perfecta. En mi personaje me pedía cierto modo de caminar y hasta cómo mover las aletas de la nariz al respirar.

Como siempre pasa, ahora seguramente se empezarán a revalorar muchas de sus películas y aquellos críticos que en su momento hicieron mutis por el foro, saldrán a halagar. Bueno, bienvenidos. Pero sobre todo invito al público, que lo ha rechazado sin conocerlo, a que vuelva a sus películas. Podrán ver que Jorge ha sido mago de la imagen. La prohibición de su película Kindergarten fue un golpe bajo y lo hizo sufrir. Fue perpetrada por alguna mente ignorante, incapaz de participar de la ilusión del arte. En ninguna época han faltado quienes, con su egoísmo de clase y su falsa moral, quieren destruir el trabajo del otro. Invito a que vean la película y evalúen ustedes mismos si Kindergarten se merecía esas denuncias, que fueron producto de mentes pacatas, de esas que invaden y no dejan vivir. Hoy esas mentes no son más que vagos ecos de la nada.