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Contra la voluntad del rectorado, se
confirmó la remoción del decano

El Consejo Superior de la UBA ratificó la destitución en Ingeniería. Cernuschi había sido repuesto cautelarmente por la Justicia.

 Por Javier Lorca

Después de unas cuantas idas y vueltas, de muchos debates pero más escándalos, la Universidad de Buenos Aires (UBA) resolvió destituir a un decano, por primera vez en sus 184 años de historia. El destituido es, claro, Bruno Cernuschi Frías, cuyas remociones y restauraciones en el decanato de la Facultad de Ingeniería fueron noticia varias veces en los últimos dos años. Ahora la decisión es firme, al menos dentro de la universidad. En un vuelco político completo respecto de lo que votó hace un año, y contra la explícita voluntad del rectorado, el Consejo Superior (CS) de la UBA rechazó la apelación elevada por Cernuschi y confirmó la separación aprobada en abril por el consejo directivo de la facultad.
Con el apoyo de la mayoría de profesores, graduados y alumnos que terminaron expulsándolo de la facultad, el ahora ex decano había asumido en 2002, con mandato hasta marzo del año que viene. La relación entre el consejo directivo y Cernuschi se quebró rápidamente, y ya en 2003 hubo un intento de remoción, fracasado por la ausencia de un voto. A principios del año pasado los consejeros de Ingeniería lograron aprobar la destitución, pero el CS repuso a Cernuschi –con 16 votos favorables y 12 contrarios–, al considerar “la nulidad absoluta e insanable” del proceso en su contra. En aquella marcha atrás fue clave el rol del rector, Guillermo Jaim Etcheverry, quien promovió “la defensa de la institución”. Pronto, no obstante, regresaron los conflictos en la facultad donde estudian unos 10 mil alumnos, y en diciembre pasado avanzaba otra destitución. Jaim Etcheverry anuló un nuevo proceso por irregularidades de procedimiento, pero los consejeros volvieron a la carga y, en abril pasado, echaron a Cernuschi.
Desde entonces, el recurso jerárquico del ahora ex decano permanecía sin tratamiento en la comisión de interpretación y reglamento del CS. Hasta que, hace dos semanas, la Justicia Federal repuso a Cernuschi en su cargo mientras no se resolviera la cuestión de fondo. Entonces, la comisión produjo un despacho, preparado por el decano de Derecho. Fue el propio Atilio Alterini quien lo presentó la semana pasada, en la última sesión del Consejo Superior. Entre otras cosas, el despacho rechazó las recusaciones planteadas por Cernuschi contra los consejeros que lo destituyeron, negó también que la falta de consideración de las pruebas ofrecidas lo hubiera afectado, y concluyó “sin vacilaciones que el recurrente incumplió con los deberes a su cargo al violar los principios de organización administrativa” y que “obró con notoria inconducta”.
Durante la misma sesión, en una confusa maniobra que derivó en un pequeño alboroto, el secretario general de la UBA, Ricardo Damonte, leyó un “despacho de minoría” que, como se verificó luego, no tenía firma alguna ni había sido tratado en comisión. Según se comentó, habría sido impulsado, sin suerte, por el rectorado. Tras varios cruces a los gritos, el proyecto finalmente fue apoyado por la mayoría estudiantil. Ese despacho proponía anular la destitución porque ésta se había producido antes de que se resolvieran las recusaciones solicitadas por Cernuschi, quien cuestionaba la validez de un proceso en el que era juzgado por los mismos consejeros que lo acusaban.
Más allá de los argumentos jurídicos, en la mayoría de los casos la decisión de los consejeros fue, por supuesto, política. Martín Bustamante, consejero por la mayoría de alumnos, señaló como origen de la crisis la escasa representación de los docentes en el claustro de profesores. Y su par Agustín Vanella avisó que la remoción era “manifiestamente ilegal e inconstitucional” porque violentaba “derechos y garantías”. También contra la destitución se manifestó el decano de Sociales, Federico Schuster. “La separación de un decano tiene consecuencias muy serias... Por eso, debe haber una situación de enorme gravedad para justificarla”, dijo antes de concluir que los argumentos para echar a Cernuschi no eran convincentes.
“No se puede gobernar una facultad con doce consejeros en contra”, reconoció Pablo Jacovkis, decano de Exactas, quien repartió las culpas del conflicto entre el ex decano y el consejo directivo. Y el graduado Ricardo Cabrera defendió la revocatoria de mandatos: “Los decanos son mandatarios de un cuerpo que les da ese mandato y se los puede revocar”. La mayoría que apoyó la remoción no presentó más razones que el despacho. Con varios consejeros ausentes, los votos a favor del dictamen fueron 17, en contra fueron sólo cuatro (los alumnos citados y los decanos de Sociales y de Filosofía y Letras) y hubo dos abstenciones (un profesor y la decana de Psicología).

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