UNIVERSIDAD › OPINION

Construir un nuevo país

Por Manuel Terrádez *

El protagonismo popular de diciembre pasado puso de manifiesto una fuerte expresión de hartazgo de la sociedad, sorprendente por su espontaneidad, sin organización previa de ninguna estructura política, social ni gremial. La ausencia de organización impide ubicar con claridad cuáles fueron los motivos de la movilización, pero podríamos resumirlos en dos puntos centrales: exigencia de cambio del rumbo económico neoliberal que genera concentración económica y exclusión social, y denuncia de un sistema institucional por la corrupción y por su complicidad con los poderosos. El reclamo por la construcción de una nueva Argentina, de un nuevo país, no es novedoso. Sí lo es la forma contundente de exigirlo en las calles y las plazas, con una fuerza inusitada, comprendiendo que debemos ser protagonistas de ese cambio soñado.
Uno de los problemas que se plantean es si podemos confiar en la solución política que desde las instituciones se ha generado, en la elección de Duhalde como presidente a través de la Asamblea Legislativa. Surgen varias preguntas. ¿Puede el actual sistema de partidos transitar el camino para un cambio de régimen, para sepultar los restos de un modelo que debe morir, y construir la Argentina de la libertad y la igualdad? ¿Quién pagará los platos rotos de la crisis argentina, los beneficiarios de la concentración económica como las empresas de servicios públicos privatizadas y el sistema financiero o, como siempre, los sectores asalariados de clase baja y media, los pequeños y medianos productores y comerciantes de la ciudad y el campo, los excluidos? ¿Tendrán lugar iniciativas para cambiar el modelo, como la impulsada por el Frente Nacional contra la Pobreza, del cual la FUA es parte?
También, como joven militante y afiliado radical, considero imprescindible cambios profundos del partido al que pertenezco. Se torna urgente un reposicionamiento ideológico, una profunda reforma partidaria, un replanteo ético acerca de las conductas y vocaciones de dirigentes y militantes; sólo de esa manera, junto a otros espacios partidarios, sociales y gremiales de origen popular coherentes en su acción, podremos encarnar la causa contra el régimen.
Sin embargo, el futuro es esperanzador. Los argentinos y las argentinas debemos ser capaces de construir una democracia participativa, una república donde el protagonismo popular sea moneda corriente. Este camino ya comenzó, la sociedad demostró y sabe que tiene poder de veto. Que los gobiernos que asumen con un discurso popular y después lo vulneran no lo podrán hacer más, que la dirigencia política, empresaria y gremial no tiene margen para decir una cosa y hacer otra apenas llega al poder. Ese es el aprendizaje y el mensaje principal de la reciente movilización del pueblo argentino.

* Presidente de la FUA, por Franja Morada.

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