ECONOMíA › EL PREMIER BRITANICO GORDON BROWN AFIRMA QUE LO APROBARA EL G-20

Un impuesto global sobre la banca privada

Las principales economías del mundo podrían definir en la próxima cumbre del G-20 la aplicación de un impuesto global sobre toda la banca privada. Así lo afirmó ayer el primer ministro británico Gordon Brown durante una entrevista ofrecida al Financial Times. La intención es aplicar un impuesto a las transacciones financieras, y con el dinero “rendirle cuentas a la sociedad”. La idea cuenta con el apoyo de varios representantes de los países que integran el selecto grupo de veinte naciones. “Me interesa la forma en que está creciendo el apoyo para una acción internacional”, dijo Brown. También se sumaron algunos economistas. “Hay que disuadir de todo lo que fomente el cortoplacismo. Y el dinero así recaudado podría utilizarse para cumplir una función social”, manifestó el Premio Nobel en Economía, Joseph Stiglitz.

El impuesto a los bancos que dispuso el presidente estadounidense Barack Obama en su país, a través del cual prevé recaudar unos 90 mil millones de dólares, es lo que Brown tiene en su cabeza a la hora de apoyar un gravamen a las transacciones financieras mundial. El premier británico aseguró ayer que las principales economías del planeta se encuentran “muy cerca” de acordar una medida conjunta de ese tipo, y que podría quedar planteada en la próxima cumbre del G-20, que se de-sarrollará en junio próximo en Canadá. Según señaló Brown, un impuesto a las entidades bancarias hará que le rindan cuentas a la sociedad. “Esperen a ver qué pasa en el G-20”, afirmó el jefe del gobierno británico, en referencia a un posible acuerdo.

Ese nuevo gravamen le costaría al sector financiero miles de millones de dólares al año. Brown adelantó que el Fondo Monetario Internacional manifestó su apoyo a la iniciativa antes de su reunión de abril en Washington. De hecho, el mandatario informó que el Fondo habría propuesto “algo distinto” de lo que se aplicó en los Estados Unidos. Dentro de las opciones que se barajaron está la de gravar los beneficios de la banca, la facturación o la remuneración.

Cualquiera de esas alternativas requerirá de cierto tiempo para que pueda ser aplicada, y en algunos casos (como el argentino) se deberá analizar si el impacto negativo –sobre todo en las expectativas de los ahorristas– no es mayor que el beneficio, evalúan algunos especialistas. Esto es algo que el ministro de Economía, Amado Boudou, había asegurado, en diálogo con Página/12, cuando volvió a cobrar fuerza el rumor de que se iba a gravar la renta financiera. Boudou reconoció entonces que, dado lo reducido del mercado doméstico, no tendría un efecto significativo que justifique su aplicación.

Por su parte, Brown insistió en que “quienes tienen mayor capacidad financiera, deben pagar más”. El impuesto permitirá recaudar “una cantidad importante de dinero adicional”, reiteró.

En esa línea, el Nobel de Economía Stiglitz se mostró partidario de un “impuesto Robin Hood” –como lo definió– a la banca, como forma de limitar los recortes en los servicios públicos y ayudar a combatir la pobreza en el mundo. Esa tasa especial, que fue propuesta por organizaciones no gubernamentales de ayuda al desarrollo, equivaldría a sólo un 0,05 por ciento de las transacciones bancarias globales, pero permitiría recaudar anualmente 283 mil millones de euros, según afirma Stiglitz. “La filosofía fiscal debería ser la de gravar con impuestos lo malo en vez de lo bueno”, afirmó.

Stiglitz se había mostrado disgustado por el hecho de que esos banqueros no hayan expresado “la mínima gratitud” por los subsidios recibidos de los contribuyentes, sin los cuales “hoy no existirían”. En una entrevista concedida al diario británico The Independent, el economista estadounidense criticó a los bancos por la desvergüenza de decir ahora que “no tienen dinero para prestar a la pequeña empresa” o a quienes necesitan una hipoteca, cuando han abonado primas “obscenas” por valor de 33 mil millones de dólares sólo en los Estados Unidos. Aseguró estar “furioso” en nombre de los 170 millones de personas que calcula que se quedaron sin trabajo en todo el mundo por culpa de la avidez de esos mismos banqueros, y por eso reiteró que se necesita “disuadir todo lo que fomente el cortoplacismo”.

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