EL MUNDO › SON SEIS LOS REPORTEROS ASESINADOS; EL CONGRESO LE PIDE AL EJECUTIVO QUE LOS INVESTIGUE

Otro periodista muerto en Honduras

El gobierno asegura que ningún caso tiene connotaciones políticas. Los grupos de la resistencia y defensores de derechos humanos denuncian un clima de inseguridad total e impunidad de las fuerzas del orden.

 Por María Laura Carpineta

Lo sorprendió un hombre armado cuando salía del canal, luego de terminar su programa. Georgino Orellana era un periodista conocido en Honduras y el sexto que es asesinado en lo que va del año. Según la policía, nadie vio nada; sin embargo, ya barajan la hipótesis de un robo, una teoría que el Palacio Presidencial acompaña. El ministro de Seguridad del gobierno electo bajo dictadura, Oscar Alvarez, condenó el asesinato, pero descartó que Orellana o los otros cinco periodistas hayan sido asesinados por su trabajo. Para él los crímenes fueron resultado de las “situaciones particulares” de cada una de las víctimas; para la Resistencia, en cambio, las coincidencias son demasiadas.

“Es cierto que a veces uno no sabe qué sucede exactamente. Hay casos en que muere un miembro de la Resistencia y la policía dice que era un delincuente común, y hay casos en que realmente son criminales, pero la policía los detiene y los mata. El problema es que estamos viviendo en un clima de inseguridad total, en el que los policías y los militares pueden y hacen lo que quieren”, relató a este diario un periodista y militante de la Resistencia, que fue secuestrado y torturado el año pasado y que se vio forzado a exiliarse en la vecina Nicaragua. En Semana Santa decidió volver al país –“Me atreví y entré por un punto ciego”– y aún no se anima a salir de la clandestinidad. Prefiere no dar su nombre. “Pensé que con el cambio de gobierno iba a bajar la tensión, para ganar credibilidad ante el mundo. Pero realmente no ha sucedido eso”, señaló.

El caso de Georgino Orellana no es tan claro como el de los anteriores periodistas asesinados, secuestrados o amenazados. Orellana trabajaba en el canal privado de San Pedro Sula, Televisión Nacional de Honduras, como conductor del programa periodístico del horario central En vivo con Georgino. “Representaba un golpismo moderado”, concluyó después de pensarlo un rato largo Andrés Pavón, director del Codeh, uno de los principales organismos de derechos humanos del país.

Orellana era además profesor en la Escuela de Periodismo de San Pedro Sula, y hasta el golpe de Estado era una de las estrellas de la Corporación Televicentro. Según colegas citados en los medios hondureños, el periodista habría renunciado a Televicentro por la postura abiertamente golpista de la empresa.

Pero Orellana no se pasó al bando de los derrotados. Sólo dos medios nacionales siguen acompañando a la Resistencia, Radio Globo y Canal 36. El presidente Lobo se ocupó de hacer desaparecer cualquier vestigio de oposición dentro de los medios públicos al nombrar al hombre que arrestó al ex presidente Manuel Zelaya, el general (ahora retirado) Romeo Vázquez Velásquez, como director de la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones.

Por eso, el motivo del asesinato de Orellana no está claro para Pavón. “Lo único que sí se puede decir es que se trató de un típico asesinato al estilo de los sicarios”, explicó. Según el relato de la policía, el periodista de 50 años recibió un disparo en la cabeza cuando salía del canal, alrededor de las 9 de la noche, al término de su programa. No detallaron quién llamó a la ambulancia ni cuánto tardó en llegar, pero cuando lo ingresaron al hospital ya estaba muerto.

Pavón no descartó la hipótesis del robo, pero igual acusó al gobierno de Lobo de dirigir una política de represión sistemática contra el periodismo, más o menos crítico, y contra todos los miembros de la Resistencia. “Ayer (por el martes) secuestraron por la tarde a uno de nuestros voluntarios y recién lo liberaron esta mañana (por ayer). Durante su cautiverio escuchó la noticia de la muerte de Georgino Orellana y escuchó a sus secuestradores decir: ‘Esos locos se nos adelantaron’”, contó el director del Codeh.

El voluntario secuestrado es Oscar Flores, un militante de la Resistencia de la primera hora, a quien, según contó más tarde, lo confundieron con un dirigente sindical del gremio de los trabajadores de las universidades. Flores había participado junto con una columna de ese gremio en una marcha realizada el martes en la capital en reclamo por una Asamblea Constituyente, un pedido que le valió la presidencia a Zelaya.

Por ahora son todas versiones y rumores, pero los sucesivos asesinatos de periodistas forzaron inclusive a los “golpistas moderados” a reconocer que existe un problema. Ayer el Congreso, el mismo que fue elegido en comicios vigilados y organizados por la dictadura de Roberto Micheletti, le pidió a Lobo que investigara los crímenes.

El gesto se suma a la reciente propuesta de Lobo de crear una comisión de investigación especial para los crímenes contra periodistas. Entre los militantes de la Resistencia desconfían de la palabra del presidente, el mismo hombre que asumió con la promesa de reconciliar al país y aún no retiró a los militares de las calles.

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Según el relato de la policía, Orellana recibió un disparo en la cabeza cuando salía del canal.
Imagen: AFP
 
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