EL MUNDO

Cada vez más franceses discriminan a los hijos de inmigrantes árabes

Casi un año y medio después de la sublevación de los suburbios franceses en octubre de 2005, la discriminación no ha hecho sino crecer. El cronista lo constató en persona.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

Si uno se llama Muhamad está perdido. Cuatro de cada cinco empresas francesas prefieren contratar a un francés “original” antes que a un francés hijo de inmigrados con nombre árabe. La cuestión tiene incluso un nombre técnico: “origen hexagonal antiguo”. Pierre, Albert o Jean François conseguirán trabajo y casa, mientras Ahmed, Muhamad o Abdulá se quedarán en el desempleo y viviendo de prestado. Estos son los resultados de un informe elaborado por la Oficina Internacional del Trabajo y financiado por el francés Ministerio de Trabajo. Según el organismo internacional, sólo una mínima minoría de empresas respeta en Francia un protocolo igualitario: solamente 11% de los empleadores respetaron a lo largo del proceso de reclutamiento la igualdad en el tratamiento entre los candidatos.

Casi un año y medio después de la sublevación de los suburbios franceses (octubre 2005), cuyo telón de fondo fue precisamente la discriminación de la que eran objetos los hijos de inmigrados, la discriminación no ha hecho sino crecer. Este corresponsal pudo constatarlo de manera práctica mediante una confrontación con lo real. En respuesta a un anuncio para alquilar un departamento de tres habitaciones en varios distritos de París, de los 10 llamados realizados, 5 agencias respondieron que el departamento estaba alquilado cuando escucharon una voz con acento. La cifra subió a 9 respuestas negativas cuando el interlocutor no hablaba con acento italiano o español sino con la entonación árabe. En cambio, cuando fue una voz francesa la que, 15 minutos después, llamó a los mismos números en respuesta al anuncio, 9 de las 10 agencias consultadas dijeron que el departamento estaba libre. La verificación deja pasmado, al igual que otras tantas respuestas que se pueden obtener. El mismo porcentaje de desprecio se puede constatar en el caso de las personas de origen inmigrado que buscan trabajo. Las hoy llamadas minorías visibles sufren una constante descalificación.

El informe de la Oficina Internacional de Trabajo llega a las misma conclusiones que otra investigación realizada por la universidad de Evry y el Centro de Análisis Estratégico (CAS) entre octubre y noviembre de 2006. Ambos organismos enviaron 2212 curriculum vitae y cartas de motivación firmadas por hombres de edades comprendidas entre los 18 y los 22 años que respondían a una oferta de trabajo en dos ramas: contabilidad y restauración. Todos los anuncios habían sido publicados por la ANP, Agencia Nacional por el Empleo. El resultado es demoledor. Para un puesto de contador, Thomas Lecomte o Guillaume Dupont fueron convocados para una entrevista personal luego del envío de 19 curriculum vitae. En cambio, Brahimi, Karim y Yussuf tuvieron que enviar 54 cartas antes de obtener la primera convocatoria.

En su propia investigación, la Oficina Internacional del Trabajo concluye: “de manera colectiva, los empleadores probados discriminaron nítidamente a los candidatos minoritarios de origen magrebí o de Africa negra”. Esa discriminación precede el análisis de las competencias de los candidatos. Todos los CV enviados eran similares en cuanto a las características y capacitación profesional de los candidatos. Sólo variaba el nombre. Ese es el resorte del rechazo: un nombre que suena desde otras tierras y la respuesta ya conocida: “lo sentimos, el puesto ya está ocupado”. Con todo, los responsables del estudio aclaran que este fenómeno de apartheid laboral no es una exclusividad francesa: “la discriminación es un fenómeno bastante generalizado en Europa y los resultados de Francia no difieren en mucho”, dijo Patrick Taran, coordinador de los test en la Oficina Internacional del Trabajo.

Lo paradójico de esta situación, conocida por todos, radica en que los poderes públicos no sancionan a los discriminadores, ni a las empresas o a las agencias inmobiliarias que usan un derecho de filtraje racial por demás agresivo. Más aún, en plena campaña electoral para las elecciones presidenciales de abril y mayo próximo, los candidatos no han presentado ni una sola propuesta operativa para erradicar la discriminación. Todos actúan como si esa conducta fuera una metáfora incompatible con los valores de la República. Sin embargo, son los valores de la República los que parecen cada vez más metafóricos ante el muro real de la intolerancia racial.

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Jóvenes franceses incendiaron coches en los suburbios de París en la revuelta de 2005.
 
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