EL PAíS › COMENZARON LAS JORNADAS INTERNACIONALES SOBRE GENOCIDIOS

Para sostener planes económicos

Más de cien investigadores de todo el mundo debaten en la Facultad de Derecho sobre distintos exterminios masivos. Ayer abrió el seminario Graciela Daleo, ex detenida desaparecida.

 Por Victoria Ginzberg

“A veces los genocidios se ven como fenómenos meteorológicos y no como prácticas sociales, que tienen que ver con poderes y proyectos económicos y políticos. Creo que hay que analizar el tema con una mirada militante: como la exterminación de quienes son obstáculos para esos proyectos. Si podemos reflexionar desde esta óptica vamos a avanzar como pueblo”, dijo Graciela Daleo, de la Asociación de Ex Detenidos, al inaugurar ayer el Primer Encuentro Internacional sobre el Análisis de las Prácticas Genocidas. En ese congreso, organizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y la Universidad de Tres de Febrero, más de cien investigadores debatirán esta semana sobre distintos procesos de exterminio masivo de poblaciones, sus condiciones de posibilidad, sus modos de perpetración y las formas de recordarlos.
Las miradas militantes, que invocaba Daleo, se entrecruzarán, en el seminario, con las académicas. Entre otros, participarán los historiadores italianos Enzo Tranverso y Bruno Groppo, el danés Eric Markusen (del Danish Institute for International Studies); el sociólogo Vahakn Dadrian, especialista en el genocidio armenio, y el guatemalteco Carlos Figueroa Ibarra. También intervendrán el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde; el presidente del Inadi, Enrique Oteiza, y decenas de investigadores de la UBA, el Conicet, DAIA, universidades de Morón, Rosario, Tucumán, Entre Ríos y Misiones, entre otras.
Junto con Daleo abrieron el encuentro –que sigue hasta el sábado–, en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho, Aníbal Jozami, rector de la Universidad de Tres de Febrero; Federico Schuster, decano de Sociales de la UBA, y el sociólogo Daniel Feierstein, director académico del congreso. Feierstein explicó que la idea del seminario es no abordar el genocidio desde el lamento ni la excepcionalidad, sino analizarlo como una práctica que resulta racional y funcional para la modernidad. No limitar el alcance del término a los casos reconocidos por la Justicia internacional, pero a la vez no banalizarlo en el sentido de que cualquier proceso represivo sea calificado como un genocidio.
Hay situaciones que el mundo académico debate mientras que organizaciones de derechos humanos y políticas ya tomaron partido. De hecho, la desaparición de 30 mil personas durante la última dictadura militar no es aún reconocida por muchos investigadores extranjeros del tema como un “verdadero genocidio”, cuyo paradigma es el Holocausto. También se discute, incluso en el país, si el término puede alcanzar a las muertes que se producen como consecuencia de la aplicación de las políticas neoliberales. “Estamos frente a un proceso de cambio del concepto”, señaló el italiano Bruno Groppo. El historiador aseguró que hay una tendencia a desbordar la definición restrictiva impuesta por Naciones Unidas (la destrucción total o parcial de un grupo nacional, racial, étnico o religioso) para incluir al genocidio de naturaleza política.
Feierstein abordó el lunes una explicación del genocidio desde las contradicciones de la modernidad en torno de las ideas de igualdad, soberanía y modernidad. En realidad, del conflicto que surgió al interior de la burguesía cuando debió sostener los principios que levantó para llegar al poder. Para ejercer su dominio, se ayudó de la ciencia y la biología para recuperar los principios del racismo y construir un otro a exterminar como necesidad para salvar al resto. Desde su perspectiva, todo genocidio, incluido el realizado por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, tiene el objetivo de suprimir a aquellos que intentaban ejercer su autonomía en algún campo de la vida, ya sea el político, el cultural, el sexual o cualquier otro.
En la misma mesa que Feierstein, Pablo Dreizik discutió el modelo interpretativo predominante en el mundo académico que identifica al Holocausto como producto de una maquinaria burocrática y una técnica avanzada en la que predomina la distancia entre víctima y victimario. Como ejemplo, relató el asesinato de los judíos de un pueblo polaco cometido por sus propios vecinos. Los judíos (tres cuartas partes de los habitantes de la aldea) fueron convocados a la plaza, conducidos a un paraje y quemados vivos. Antes, habían intentado asesinarlos con estacas, piedras o herramientas. “Esto plantea un modelo diferente al de la distancia, e introduce un factor arcaico, antimoderno, de odio que estaba suprimido en la explicación anterior”, señaló Dreizik.
Groppo, que también habló el lunes, se refirió al testimonio de los sobrevivientes como fuente para la reconstrucción histórica de pasados traumáticos. El historiador destacó que, tanto en los campos de concentración nazis como en los argentinos, hubo una preocupación de los sobrevivientes en dejar huellas y de preservarse para convertirse en testigos de la tragedia y señaló que, por las características de los hechos, muchos tenían miedo a no ser creídos.
“Todas las masacres del siglo XX tienen una característica común: la voluntad del poder criminal de ocultar los hechos e imponer el silencio. Es aquí que el testimonio de las víctimas adquiere su importancia fundamental”, afirmó Groppo.

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Distintos especialistas internacionales abrieron ayer las jornadas de debate sobre el genocidio.
 
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