ESPECTáCULOS › DIALOGO CON CATHERINE HARDWICKE, DIRECTORA Y GUIONISTA DEL FILM “A LOS TRECE”

“Hay pocas películas honestas sobre adolescentes”

“A los trece”, que se estrena mañana, es el debut de Catherine Hardwicke, que ganó como directora en el Sundance Festival. El guión lo escribió junto a una de las protagonistas quinceañeras, hija de un ex novio que al cumplir trece “comenzó a odiar a todo el mundo y a despertarse a las cuatro de la mañana para peinarse y maquillarse. Justo lo que le pedimos que haga”.

 Por Martín Pérez

Al otro lado de la línea telefónica, una voz femenina estalla en una carcajada. Es la voz de Catherine Hardwicke, una diseñadora de producción con quince años en el negocio del cine, cuyo debut como directora con su película A los trece fue la sensación independiente durante el pasado verano boreal norteamericano. Antes de lanzarse a dirigir su primera película, Hardwicke trabajó con directores de fama independiente como David O. Russell o Richard Linklater, y si se ríe del otro lado de la línea es porque cuando ha comenzado a responder elogiosamente sobre su trabajo con ellos, de este lado de la línea se la ha azuzado a que diga la verdad, que total ellos nunca se van a enterar.
“¿Querés que te diga la verdad?”, pregunta, y ahí es cuando se ríe. “Bueno, en realidad traté de convencer tanto a David como a Rick de que leyesen mi guión y oficiasen de productores ejecutivos, dándome consejos y ayudándome a hacer la movida. Pero ellos se negaron de plano. Después de todo, nadie hizo eso por ellos en sus debut, tanto en Spanking the Monkey como en Slacker, respectivamente. No me lo dijeron así, pero cada vez que me escuchaban decir que tenía que hacer esta película, simplemente respondían: ‘Bueno, hacela’. Así que me lancé a hacerla sola, y fue lo mejor que pude haber hecho. Porque, de alguna extraña manera, haciéndola sola tuve una experiencia mucho más valiosa y satisfactoria.”
Nacida en Mc Allen, una pequeña localidad lindante con la frontera de México, al sur de Texas, y educada en Austin –al igual que Linklater–, Catherine estudió primero arquitectura y luego cine. Pero cuando sus compañeros de clase se enteraron de sus estudios anteriores, comenzaron a pedirle que diseñase la producción de sus proyectos. Así fue como, cuando se mudó a Los Angeles en 1984 para estudiar cine en la UCLA, Hardwickle siguió haciendo esa clase de trabajo, aunque a partir de entonces profesionalmente. Su currículum incluye el diseño de producción de películas como Vanilla Sky, de Cameron Crowe, Tres Reyes, de Russell, o SubUrbia y The Newton Boys, de Linklater. “Sólo el presupuesto de diseño de producción de muchas de estas películas era cuatro veces mayor que el presupuesto total de mi film”, calcula Catherine, que ganó el premio a la mejor dirección en la última edición del Festival de Sundance, en febrero de este año, con A los trece, una película que se estrena mañana en la cartelera porteña.
Comparada inmediatamente con Kids (1995), el film de Larry Clark, A los trece es una historia de iniciación adolescente, pero por el mal camino. Ambientada en Los Angeles, cuenta la historia de Tracy, una jovencita que está terminando de cursar la escuela primaria y se asoma peligrosamente a un mundo de sexo, drogas y hip hop. “Creo que lo peor de esa comparación es que es una película que ya tiene ocho años de antigüedad, y sin embargo todo el mundo no deja de hablarme de ella. La verdad es que desearía que hubiese más películas sobre adolescentes que fuesen honestas y reales y que tuviésemos más directores haciendo películas de verdad en vez de hacer películas de Disney durante los últimos ocho años”, se descarga la flamante directora. “Ahora bien, hablando de Kids, fue una película que vi en su momento y pensé que era buena y me gustó, pero la diferencia fundamental es que en ella no aparece ningún padre ni alguna persona mayor. Mientras que en la mía se nota cómo los hijos escapan de sus familias, y el centro emocional del film descansa en la relación entre la protagonista y su madre”, explica Hardwickle, que escribió el guión de su ópera prima en colaboración con una de sus jóvenes protagonistas, la quinceañera Nikki Reed, que encarna a Evie, una joven que es una mala influencia para Tracy. El trío protagónico básico del film se completa con la joven estrellita televisiva Evan Rachel Hood como Tracy y la magnífica Holly Hunter en el papel de su madre, una peluquera que atiende a sus clientas en su casa.
–¿Cómo fue que surgió la idea para la película?
–Sucedió que yo conocía a Nikki desde que tenía 5 años. Había estado saliendo con su padre y, cuando dejé de hacerlo, decidí que iba mantenerme en contacto con ella y con su hermano. Así que comencé a cortarme el pelo con su madre, que trabaja en su casa, como la madre de Tracy en la película. Nikki siempre fue una chica divertida, creativa y loca, pero cuando cumplió los doce o trece años cambió totalmente, se volvió agresiva y odiaba a todo el mundo. Estaba totalmente obsesionada con su aspecto y era capaz de despertarse a las cuatro y media de la mañana, los días que tenía escuela, para poder pasarse dos horas y media maquillándose frente al espejo. Al comienzo yo estaba muy shockeada por su comportamiento, pero enseguida me di cuenta de que de alguna manera era el reflejo perfecto de nuestra sociedad. Eso era exactamente lo que le estábamos diciendo que hiciera.
–Más allá de la inmersión en el submundo adolescente a través de los ojos de Tracy y Evie, el personaje más interesante del film es el de la esforzada madre de Tracy, interpretada por Holly Hunter... ¿Costó mucho escribirlo?
–Cuando escribimos con Nikki el primer borrador del guión en apenas seis días, la madre y todos los personajes adultos de la historia eran los malvados de la historia, bien de cartón y bastante unidimensionales. Fue cuando ella comenzó a ir a la secundaria que me puse a trabajar en los adultos, para hacerlos más personas. Porque, a fin de cuentas, quise hacer la película porque amaba tanto a la madre de Nikki como a ella. También me esforcé al escribir el personaje de la madre antes de entregarle el guión a Holly Hunter. Y cuando lo recibió, me dijo que quería interpretar el papel de Tracy, no el de su madre (risas).
–En una de las pocas escenas en las que Tracy parece alcanzar a ver realmente qué es lo que está haciendo, dice una frase que es de las mejores del film: “Si todo el mundo saliese con alguien de otro color de piel, en una generación se acabarían todos los problemas raciales”. ¿De dónde salió esa frase?
–(Se ríe) Nunca nadie me había preguntado por ella. Es algo que siempre pensé de chica, y que apenas tuve la oportunidad incluí en el guión.
–Es que esa frase es la que separa una película como A los trece del que parece ser el canon de los cineastas independientes filmando en Hollywood, que aparecen exageradamente preocupados por las relaciones interraciales, como Soderbergh en Traffic o Aronofsky en Réquiem para un sueño.
–Es verdad (piensa). Por lo pronto, en mi película los chicos negros no consiguen acostarse con las chicas blancas ofreciéndoles drogas, sino que son ellas las que se las venden (risas). Es muy loco lo que pasa cuando la gente mira mi película. Porque se preocupan por todas las drogas y todo el sexo. Y yo me veo obligada a recordarles: hey, nadie tiene sexo en mi película. ¡Eso es lo que está en sus cabezas! No sucede nada demasiado drástico: nadie va preso, ninguna chica se embaraza, nadie muere ni termina en un hospital. Así que mi película está a años luz de lo que sucede en la vida real. Lo que pasa es que la gente se escandaliza por lo que ve en la pantalla, pero se olvida de todo lo que hizo cuando tenía esa edad. Es muy curioso cómo cada generación piensa que es la única que puede sobrevivir a la adolescencia.

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La directora norteamericana Catherine Hardwicke, en plena filmación de su ópera prima.
 
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