SOCIEDAD › LAS PRUEBAS QUE PERMITIERON
DESCUBRIR A LOS ASESINOS DE LA DARSENA

Cuerpos lacerados por la tortura

Los peritos encontraron llamativos paralelos en las heridas recibidas por Patricia Villalba y el ganadero asesinado en marzo. Uno de los huesos hallados el lunes en el zoo de Musa Azar pertenecería a Leyla.

 Por Alejandra Dandan

Sobre el brazo de Patricia Villalba dispararon más de cincuenta tiros de fuego: la torturaron con un punzón de hierro caliente a más de 90 grados centígrados. Los dos autores de la muerte usaron otro elemento punzante: el mismo que habrían utilizado en el crimen del ganadero Oscar Seggiaro. Esta es la tesis de los peritos del doble crimen de La Dársena y uno de los elementos por los que llegaron hasta los policías del ex comisario Musa Azar, procesados por la muerte del ganadero y ahora imputados por el doble crimen de La Dársena. Esa misma lógica los llevó hasta el zoo privado del señor de los espías: los huesos desenterrados allí fueron certificados como humanos por un perito forense. Una de esas piezas, para los investigadores, es una falange de un dedo que perteneció a alguien de 1,60 metro de estatura: dicen que es una parte del dedo de Leyla.
Mientras pasan los días, los interrogatorios y los avances sobre la hipótesis siniestra de tumbas anónimas que podrían poblar la provincia comienzan a conocerse más detalles de los crímenes y del sórdido zoológico con 1700 especies, propiedad de Musa Azar. En este momento, sobre una de las paredes laterales del campo está todavía la mesa de chapa con los restos de cable que habrían sujetado a Patricia durante la sesión de torturas. Allí mismo, entre las jaulas de águilas y de mirlos parlantes, piezas exóticas y carísimas, los investigadores se preparan para levantar uno de los pisos de cemento de poca antigüedad donde suponen que podría haber más huesos atrapados.
En este momento, tres falanges del total de huesos encontrados ya fueron revisadas por un traumatólogo y por el presidente del cuerpo médico forense de Santiago, Julio Roldán. Hoy, cinco médicos de su equipo trabajarán sobre esas pruebas, firmarán las actas y reenviarán los elementos a un antropólogo que deberá darles entidad jurídica a las pruebas. Parte del grupo le adelantó a Página/12 los detalles sobre una de las pequeñas falanges rescatadas: aunque aún faltan las pruebas genéticas o de carbono, el tamaño de la pieza permitiría asegurar que pertenecía al cuerpo de Leyla. Están convencidos de que no hubo pumas en su degradación: hubo, dicen, pericotes, un pequeño felino, o roedores. Pero ninguno de esos animales habría avanzado sobre el cuerpo entero de Leyla: “Primero fue mutilada y después lanzada a los animales”, definió la misma fuente, explicando que por esa razón los huesos no están comidos de costado, sino de frente. La cabeza del fémur o la cabeza de la tibia y peroné tienen mordidas frontales de animales distintos. Por eso, las inspecciones sobre el zoo no están focalizadas sobre un mismo lugar, sino sobre distintas jaulas.
¿Por qué los huesos seguían allí? ¿Por qué los encontraron? ¿Por qué el siniestro señor de los espías no los hizo desaparecer si realmente Leyla y Patricia pasaron por ahí? Las respuestas para quienes siguen armando el rompecabezas del crimen son estas: están convencidos de que Musa actuaba bajo el paraguas de la impunidad, despreocupado incluso de las huellas. Aun así, ¿por qué los cuerpos llegaron a La Dársena? ¿Por qué no usaron el gran zoo para enterrarlos para siempre?
Parte de esas dudas aún siguen en pie. En tanto, Página/12 accedió a otros elementos de la investigación. Hasta ahora, las acusaciones parecían basadas únicamente en la confesión de tres policías: Héctor Albarracín, Juan Pablo Gómez y Daniel Francisco Mattar. Todos presos desde junio por el crimen del ganadero Seggiaro. Ellos reconocieron hasta aquí que se llevaron los cuerpos de Leyla y de Patricia desde el zoo de Musa hasta La Dársena. Que hubo una negociación pero que no las mataron.
Pero eso no es todo lo que da vueltas entre las pruebas que se acumulan en los 30 cuerpos del expediente. Entre lo que no se dijo están los últimos informes de los peritos, un trabajo que sirvió para dar con lossupuestos autores materiales. La calidad del material recogido por ellos tiene mayor peso jurídico que las confesiones. Por esa razón, dos de los tres policías están acusados por homicidio y no sólo como partícipes del crimen. Es el caso de Albarracín y de Gómez: “Fueron los autores de las torturas y de la muerte de Patricia y de Seggiaro”, indicó una de las fuentes del juzgado.
El convencimiento parte del informe: una comparación milimétrica entre los instrumentos y dos marcas de heridas semejantes en el párpado y sobre el lado superior izquierdo de la cara en el caso Seggiaro y en el de Patricia. Una de las marcas es un triángulo, una huella producida por una lezna o elemento cortante. En los dos casos está sobre el párpado. El corte de Patricia tiene siete centímetros de profundidad. La marca de la cara, en cambio, es un círculo negro, signo de las torturas con un hierro caliente. Esa marca en el cuerpo de Patricia es brutal: la piel en esa zona está completamente quemada. En el resto del cuerpo, los punzones de la tortura hundieron la piel pero no la carbonizaron. Estos registros son idénticos, según los investigadores, a los que tiene el empresario. Las comparaciones ya fueron procesadas en imágenes digitalizadas que se incorporaron al expediente.
Cuando hicieron los cruces de los dos casos, los peritos ya estaban convencidos de que las torturas y el modo de muerte de Patricia era producto de un tipo de metodología típicamente policial. Tal como se viene diciendo desde junio, el nudo de los cables con los que apareció atada era uno de los elementos de juicio.
Cercado por las pruebas, como dicen los hombres que manejan la causa, Albarracín habló. Pero Santiago del Estero y la trama del doble crimen tuvo demasiadas teorías e hipótesis. Este hombre se transformó para la jueza María del Carmen Bravo en uno de los confesos claves. Con su declaración primero detuvieron a Musa Azar como instigador de uno de los crímenes, pero ahora Albarracín será indagado nuevamente: ya no por los crímenes sino sobre el tendido de tumbas anónimas que puede esconder la provincia.

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Los huesos desenterrados el lunes fueron certificados como humanos por un perito forense.
 
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