EL PAíS › MURIO EN UN ATENTADO UNO DE LOS ACUSADOS POR LOS ATAQUES A LA AMIA Y EMBAJADA DE ISRAEL

Una muerte que pone trabas a la verdad

Imad Mughnieh, ex jefe militar de Hezbolá, era el único libanés que figuraba en la lista de los pedidos de captura cursados a través de Interpol por los dos ataques terroristas cometidos en la Argentina. Hezbolá acusó por la muerte a Israel, que desmintió haber tenido participación en el atentado contra Mughnieh.

 Por Raúl Kollmann

El ex jefe militar de la organización libanesa proiraní Hezbolá, Imad Mughnieh, murió en la noche del martes a raíz de un atentado cometido mediante una bomba colocada en su camioneta Mitsubishi. Aparentemente, el dispositivo explotó cuando el dirigente de Hezbolá se subió al vehículo en una playa de estacionamiento del barrio residencial de Kfar Susseh, en Damasco. Anoche, Siria dio cuenta de la muerte de Mughnieh en forma oficial, Hezbolá lo reivindicó como un mártir “asesinado por Israel” y se anunció el entierro para hoy en Beirut. Mughnieh era el único libanés que figuraba en la lista de los pedidos de captura, con alerta roja, cursados a través de Interpol, por los dos atentados perpetrados en la Argentina, el de la Embajada de Israel y el de la AMIA. El resto de la nómina de buscados son ex y actuales funcionarios iraníes. Nunca hubo ninguna evidencia de que Mughnieh haya estado en la Argentina o en la Triple Frontera o que haya hecho o recibido alguna llamada relacionada con los atentados, por lo que las pruebas en su contra hubieran resultado endebles en un juicio.

Las imputaciones contra Mughnieh surgen de testimonios de opositores iraníes que dicen haber escuchado que otras personas no identificadas mencionaron a Mughnieh como “jefe del grupo operativo que tuvo a cargo la ejecución del ataque contra la AMIA”. Más clara parece su participación en el secuestro de un avión de la norteamericana TWA, de dos aeronaves kuwaitíes, la ejecución de dos rehenes y de un agente de la CIA. Por ello se le decía Carlos El Libanés o Carlos El Iraní, en paralelo a Carlos, El Chacal, Ilich Ramírez, el venezolano al que se le adjudicaron numerosos atentados en los años ’70.

Los voceros del primer ministro israelí, Ehud Olmert, desmintieron ayer haber tenido participación en el ataque en el que murió Mughnieh, aunque tanto el desmentido como la acusación contra Israel estaban cantados. El Carlos libanés era un hombre buscado por Estados Unidos e Israel desde hace más de veinte años y, en realidad, su última aparición comprobada fue en 1994, en el funeral de su hermano Fuad, a quien también mataron con un coche bomba. Los Mughnieh eran originarios de Tair Debba, una aldea libanesa ubicada a cinco kilómetros de la ciudad de Tiro, pero es poco lo que se sabe de Imad. Algunos dicen que tenía 45 años, otros 49, hay versiones que indican que se hizo numerosas operaciones de cirugía estética, existen contadas fotografías de él e incluso hay dudas de que las tomas sean realmente de Mughnieh.

Ni Hezbolá ni Siria dieron datos concretos sobre el atentado del martes a las 23. Un fotógrafo de la agencia AFP dio cuenta de que la camioneta Mitsubishi quedó totalmente destruida en la parte trasera y que el estallido se produjo cuando el vehículo estaba en una playa de estacionamiento. Se dice que hubo un muerto más, aunque no está claro si se trata de un acompañante de Mughnieh o de una persona que pasaba en forma ocasional.

En el comunicado oficial de Hezbolá hay una referencia que llama la atención. La organización dice que Mughnieh participó de la guerra contra Israel de julio de 2006. Las versiones indicaban que el Carlos libanés estaba retirado en Damasco desde mediados de los ’90 y que mantenía un enfrentamiento con el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, más orientado a la construcción política del movimiento y al ingreso del Partido de Dios al Parlamento libanés. De todas maneras, se trata de versiones que nunca se confirmaron y cuya base era el hecho de que Mughnieh no tuvo ninguna aparición pública en los últimos trece años.

El cuerpo de Mughnieh ya estaba ayer en un hospital de Beirut, donde esta tarde se hará el funeral, justamente en un día crítico para el Líbano. Hoy se cumplen tres años del asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri y habrá una gigantesca movilización convocada por el gobierno prooccidental y otras manifestaciones protagonizadas por la oposición que lidera Hezbolá. Al finalizar el día, el entierro se convertirá en otro acto contra el gobierno, Israel y Estados Unidos.

Respecto de la participación de Mughnieh en los atentados de Buenos Aires, el fiscal Alberto Nisman cita al testigo con identidad reservada identificado como A y que sería un ex funcionario iraní. A sostiene que Mughnieh estuvo en la Triple Frontera en 1992 y que llegó a Buenos Aires en julio de 1994, cuando se perpetró el atentado contra la AMIA. Según A, Mughnieh arribó en los primeros días de julio y se fue después del ataque contra la mutual judía. Nada de esto se pudo sostener con pruebas, o sea que no existe evidencia del nombre que habría usado Mughnieh, su fecha de llegada y de partida, el medio por el que entró o salió ni dónde se escondió en Buenos Aires.

En la orden de captura dictada por el juez Rodolfo Canicoba Corral, tras un extenso dictamen de Nisman, se dice que Imad Fayez Mughnieh “por entonces jefe de Seguridad Especial y líder de la organización terrorista Hezbolá, habría conformado el grupo operativo que tuvo a su cargo la ejecución del ataque a la sede de la AMIA” y que “quien le habría asignado su rol de ideólogo y planificador del ataque desde la faz estrictamente operativa ha sido Alí Fallahjian, en su calidad de jefe del Servicio Secreto iraní y como encargado de la dirección delineada y consentida en la reunión del máximo nivel de la dirigencia de Irán, en Pashad, en noviembre de 1993”. Tanto Nisman como Canicoba Corral citan como prueba los testimonios “de oídas” de los opositores exiliados en Europa, integrantes del Consejo Nacional de Resistencia Iraní, que serían al régimen de Teherán lo que son los opositores cubanos de Miami al gobierno de Fidel Castro, o sea enemigos furiosos.

También la Corte Suprema le adjudicó responsabilidad a Mughnieh en el atentado contra la Embajada de Israel. Las evidencias son aún más endebles. Dice la Corte: “El ataque fue organizado y llevado a cabo por el grupo terrorista denominado Jihad Islámica, brazo armado del Hezbolá. De allí se deriva el estado de sospecha sobre Mughnieh, por ser uno de los miembros más destacados del aparato de Seguridad Central según la información disponible de inteligencia”.

Lo cierto es que Mughnieh podría haber tenido que ver con los atentados de Buenos Aires, pero difícilmente el Tribunal Oral en lo Criminal Federal número 3, que es el que ya juzgó la primera parte del caso AMIA, lo hubiera condenado con las pruebas del expediente y sobre la base de testigos que no vieron ni estuvieron presentes, sino que les habrían contado cómo fueron las cosas personas que no identifican. Ese tipo de testigos ya fueron relativizados por ese tribunal, que dijo que “el testigo de oídas declarará sobre lo que oyó sobre el hecho, pero no sobre el hecho mismo y en definitiva resulta insuficiente para acreditar el hecho”.

Mughnieh parece haberse especializado en otras actividades terroristas: secuestro de aviones y personas, incluyendo varios homicidios a sangre fría. El resto de su accionar estuvo centrado en el escenario de Medio Oriente. Es que salvo lo dicho por el testigo A, no existen otros testimonios de que haya actuado fuera de Siria, Irán y el Líbano. Lo cierto es que fue, hasta el martes, uno de los prófugos más buscados por norteamericanos e israelíes, al punto que, desde el secuestro del avión de TWA, existía una recompensa de cinco millones de dólares por su cabeza.

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Imad Mughnieh murió a raíz de un atentado cometido mediante una bomba colocada en su camioneta en un barrio residencial de Damasco.
Imagen: AFP
 
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