ESPECTáCULOS › HOMENAJE A EDUARDO ROGATTI, A CUATRO MESES DE SU MUERTE

El recuerdo para un rockero de raza

León Gieco, los integrantes de su banda y músicos invitados recordarán en Hangar al artista que se hacía querer por todos.

“Haciendo falta tanta gente buena, se vino a morir él.” La queja anónima se perdió entre una multitud que coreaba Pensar en nada, sin reparar en el detalle: en la parte que dice “Y qué me dicen de esa casa sola / que se ve desde un avión”, León Gieco lanzó un conmovedor “para vos, Gordo”, que le quebró la voz. Fue en Ferro, en el show despedida del 2003. La banda de León estaba sacudida por la muerte del guitarrista Eduardo Rogatti, ocurrida el 20 de octubre del mismo año. Mañana lo homenajeará en Hangar (Rivadavia 10.921), a partir de las 21. Si bien el Gordo fue un guitarrista dúctil, capaz de amoldarse a los solistas más disímiles (de Sandro a Baglietto, de León a Peteco Carabajal, de Babú Cerviño a Emilio Del Guercio) y un compositor de canciones clave del repertorio de Gieco de los últimos años (Del mismo barro, De amor y soledad, El imbécil) fue, por sobre todo, un buen tipo. Y no sólo por lo que intuyó aquel fan en Ferro.
“Es un dolor nuevo para mí. Un agujero que me pesa. Se me fue mi compañero de habitación, el mejor amigo que tuve en el ambiente”, enfoca Aníbal Forcada, con quien Rogatti compartió 12 años de giras y conciertos. “Lo acompañamos hasta el final... cuando llegábamos de las giras, lo íbamos a ver y tomábamos mate. Estuvimos un día antes de su muerte, pero no lo pudimos ver despierto. Estaba pidiendo pista para partir”, recuerda el bajista. El contenido del tributo será, estéticamente, un show más. En principio se pensó poner la guitarra de Rogatti en escena iluminada por una luz, pero luego se descartó. El único condimento, tal vez, serán los bosquejos de recitales del Club de Guitarras Callejeras –la banda de León sin León, impulsada por Rogatti– proyectados en una pantalla. “Quizá toque su hijo Mauro”, redondea Forcada.
Emilio Del Guercio, que contó con Rogatti en La Eléctrica Rioplatense y en su etapa solista de principios de los ‘80, se suma al homenaje sin soslayar lamentos. “Me lastimó muchísimo su muerte. Parecería que existe una especie de lógica que marca que la buena gente desaparece más rápido. Cuando lo conocí era un tipo bárbaro, muy emocional y con mucho sentido del humor.” Rogatti –a cuya familia irá destinada la recaudación del recital– se había integrado a la Eléctrica en 1978 cuando Del Guercio regresó de España dispuesto a generar un proyecto vinculado con su oficio de pintor. “Grabó algunos temas de Pintada, mi disco solista. Transitaba diferentes terrenos musicales y se adaptaba con velocidad, swing y sensibilidad”, define el ex Almendra. El escalón siguiente del guitarrista fue la banda de Juan Carlos Baglietto, donde confluyó, entre otros, con Babú Cerviño, que lo tuvo también en su banda solista. “Lo llamé porque no sólo tenía todo el feeling de guitarrista de rock sino que además leía muy bien, algo no tan común en el rock”, relee Babú. Cerviño y Rogatti convergieron en varias giras –él como tecladista de Víctor Heredia y Rogatti con León–, donde se hicieron amigos. “Es de lo mejor que me crucé en el ambiente –confiesa–, compartir trabajos con Eduardo era saber que tenías un tipo de buen humor al lado, con el que podía hablar de música, de fútbol... el lunes me reía porque él era hincha de River y yo de Estudiantes, y siempre me tenía que bancar que nos goleen. Pero al menos nos gustaba la misma música: Beatles, Purple.” Cerviño revela también un detalle singular en la personalidad de Rogatti: su perfil “sindicalista”. “Era muy justo. Defendía nuestros derechos para que no nos pisaran. Lo consultábamos mucho. Un tipo derecho.”
Con ese background, Rogatti se integró a la banda de León Gieco en 1991 –la época de Mensajes del alma– y permaneció fiel al santafesino hasta los últimos días de su vida; incluso hizo un esfuerzo enorme para estar presente en las presentaciones de Bandidos rurales, en el Luna Park. Tenía apenas 48 años. “Tengo millones de fotos con él en todas partes del mundo”, se enorgullece Forcada. Aparte de los 12 años firme junto a León, Rogatti había generado algunos proyectos paralelos. Uno de ellos fue “Noches de Guitarras Eléctricas”, que compartió con Edelmiro Molinari, Gabriel Jolivet y Héctor Starc, a fines de los ‘90. Y otro, el mencionado “Club de Guitarras Callejeras” que completaban Dragón Moglia, Marcelo García y Forcada. Con ellos tocó a beneficio y grabó material para un cd de edición póstuma con tomas de distintos shows.
“Era un grupo para Eduardo”, sostiene Forcada. “El tocó con músicos del rango que se quiera, pero lo que le gustaba era el blues-rock. El disco lo muestra en crudo, con temas de su elección... Hendrix, The Doors. Le decíamos que sí a todo lo que quería tocar porque nos encantaba y porque sacaba mucha energía por ahí.” Starc apunta: “Conocí a Eduardo a fines de los ‘70 y desde el primer momento tuvimos afinidad por nuestra pasión guitarrística. Conservamos una amistad que si bien no era de todos los días, flotaba entre nosotros. Como músico era creativo, fino e investigador, algo raro entre los rockeros”.

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El Gordo Rogatti fue un guitarrista dúctil, capaz de amoldarse a las propuestas más diversas.
 
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