ESPECTáCULOS

El niño que no quería crecer

La historia nació en los Jardines de Kensington, cuando el novelista y dramaturgo escocés James Matthew Barrie (1860-1937), acompañado de su perro Porthos, contaba a los hijos de unos amigos (los pequeños Davies) los viejos cuentos de hadas. En 1902, Barrie publicó la comedia El pajarito blanco, en donde desarrolló el mito del niño que no quiere crecer, inspirándose en la muerte accidental de uno de sus hermanos, David, antes de cumplir los 14. Entre otras cosas, Barrie les dijo que todos los niños habían sido pájaros con anterioridad, y que por esa razón se necesitaban barras en las guarderías, porque durante los primeros meses de vida bien podían olvidar que ya no poseían alas. Peter, sin embargo, podía volar, porque no había sido pesado al nacer. Pan provenía del dios griego que simboliza a la naturaleza, el paganismo y el mundo amoral. El editor de Barrie extrajo en su momento seis capítulos de aquella comedia, que publicó por separado en 1906, con el título Peter Pan en los Jardines de Kensington.
En 1911, el escritor transformó la obra de teatro Peter Pan o el niño que no quería crecer en un texto narrativo, Peter Pan y Wendy. Al trauma psicológico por la muerte de su hermano, Barrie debía sumarle ciertas disfunciones físicas: su cuerpo tardaría mucho en desarrollarse y sólo comenzó a afeitarse a una edad bastante avanzada. Además, era muy bajo (escasamente sobrepasaba el metro y medio) y siempre conservó ciertos rasgos infantiles, como su pelo negro que nunca encaneció y que solía molestarle durante su vejez, pues pensaba que la gente creería que se teñía. Una anotación para la obra teatral, que no fue impresa hasta 1928, sirve de algún modo para comprender la trascendencia del personaje, que pronto integraría la mitología de la infancia y –por qué no– también la del mundo de los adultos que se permiten fantasear. “Yo no quiero ir al colegio y aprender cosas importantes. No, señora, nadie va a atraparme para convertirme en un hombre. Yo quiero ser un niño para siempre y pasarlo bien”, es una de esas frases que siguen resonando, de generación en generación.

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