SOCIEDAD › COMIENZA EL JUICIO EN BARCELONA CONTRA TRES PILOTOS ARGENTINOS POR TRáFICO DE COCAíNA

Hijos de brigadieres en el banquillo

Gustavo y Eduardo Juliá y Matías Miret fueron detenidos en España en enero de 2011, tras ser sorprendidos con 944 kilos de cocaína ocultos en paneles y tapizados del avión que piloteaban. El fiscal pidió trece años de prisión.

Los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá, quienes comenzarán a ser juzgados hoy en Barcelona por el envío de 944 kilogramos de cocaína a esa ciudad en 2011, en un jet privado, se declararon inocentes, al igual que el piloto de la nave, Matías Miret. Los hijos de José Juliá, ex jefe de la Fuerza Aérea, dirán ante el tribunal que no tenían conocimiento de la carga oculta entre tapizados y paneles, según adelantó a Página/12 su abogado defensor, Carlos Broitman. “Ellos fueron contratados por un importante empresario español, que pensaba viajar a Sudamérica, Estados Unidos y dentro de Europa. Esta persona pidió el jet con exclusividad a mediados de diciembre de 2010 y también solicitó los cambios dentro del jet para poner una cama”, sostuvo el letrado. El fiscal pidió trece años de prisión para los tres acusados por considerarlos coautores de un delito contra la salud pública.

Los tres argentinos fueron detenidos el 2 de enero de 2011 tras aterrizar en el aeropuerto El Prat, de Barcelona, en un jet Bombardier Challenger 604, que había partido del Aeropuerto de Ezeiza y que hizo escala en la Isla de Sal, en Cabo Verde. Para la Justicia argentina, la nave fue cargada en el aeropuerto de Morón, cuyo control en aquel momento estaba dividido entre la Fuerza Aérea argentina y la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Sin embargo, los hermanos tratarán de probar que los paquetes de cocaína fueron puestos en el Aeropuerto de Ezeiza.

La sustancia que llevaban, según se determinó en la investigación, tenía una pureza media de 83 por ciento y un precio estimado en 32 millones de euros. El juicio se hará hoy y mañana ante el Juzgado de Instrucción Nº 2 de El Prat Llobregat y el fiscal del caso, David Beneges, los acusa de un delito “contra la salud pública en su modalidad de sustancias que causan grave daño a la salud, con la circunstancia de extrema gravedad por el uso de una aeronave como medio de transporte específico”. Aunque las penas previstas pueden llegar hasta los veinte años, Beneges solicitó 13 y también una multa de hasta 100 millones de euros para los tres.

“Por un lado, se planteará en el debate que los pilotos, Eduardo Juliá y Miret, sólo fueron contratados para eso, para pilotear, y por lo tanto nunca tuvieron la posesión o el dominio del avión”, aseguró Broitman. En el caso de Gustavo Juliá, dueño del avión, el defensor estimó que éste “va a demostrar que él fue contratado por un empresario español para estos viajes, que desconocía que el real objetivo era trasladar droga y que no siempre él tuvo el control o la posesión de la aeronave”. Además, Broitman afirmó que está pendiente la realización de más pruebas, pero “los hermanos no querían aplazar el juicio”.

Según explicó Broitman, la Justicia española conoce la identidad del empresario español, ya que fue mencionado por uno de los acusados en su declaración indagatoria, y nunca le siguió la pista. “Por eso voy a solicitar varias nulidades. Este empresario pidió una serie de refacciones y mandó las especificaciones, como cambiar las butacas para montar un sofá cama. Quería privacidad absoluta y exclusividad del avión, que hizo un viaje a Mar del Plata y a mediados de diciembre dejó de volar porque así lo quiso este empresario”, afirmó el defensor.

En la causa tramitada en la Argentina, está probado que el mismo avión voló antes a Santa Cruz de la Sierra y tuvo como pasajeros al colombiano John Wilson Días Vélez y a un empresario argentino, ambos investigados por el juez federal Marcelo Aguinsky como posibles proveedores de cocaína a la organización criminal integrada por la modelo Angie Sanclemente. Según consta en Migraciones, Miret fue copiloto en ese vuelo, aunque su esposa, Agustina Conil Paz, lo niega, dando a entender que podrían haber usado la documentación de su esposo.

Miret aseguró que fue engañado por los hermanos Juliá y que nunca supo que el avión secuestrado en España estaba cargado. “Acepté ese vuelo sin dudar porque como cualquier piloto argentino sabía que (Gustavo) Juliá era un empresario conocido en el medio aeronáutico y jamás imaginé que podría estar metido en esta locura. No había ningún rumor ni comentario entre pilotos de que Juliá podría estar en algo como el narcotráfico”, dijo el hijo del ex brigadier José Miret, a principios de año. Según contó, Gustavo Juliá, aseguró entonces el piloto, se hizo cargo de la situación cuando se halló la droga: “Entonces pensé que quedaría todo aclarado”, sostuvo.

Los tres acusados llegan al juicio oral sin haber tenido el beneficio de la excarcelación. Gustavo Juliá está detenido en la Briens 1, su hermano y Miret en Briens 2. “Los hermanos están tranquilos y fuertes para afrontar el juicio. Yo hubiera querido que se realizaran más medidas de prueba antes de llegar a esta instancia”, reconoció Broitman, quien viajó especialmente para asistir al juicio y acompañar a los abogados españoles que trabajan en el caso. Aunque el fiscal solicitó penas de 13 años de prisión, la escala penal en ese país permite un máximo de 20 para este tipo de delitos, si se suman agravantes.

Gustavo Juliá (arriba), su hermano Eduardo y el jet Bombardier Challenger.

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