SOCIEDAD › INTERPOL ARGENTINA DETUVO A UN ITALIANO PROFUGO

Un capomafia en el conurbano

Pietro Bonanno, condenado a perpetua en Italia, vivía en una casa de Hurlingham, con identidad falsa. Fue acusado del crimen de un jefe mafioso, en una guerra entre familias sicilianas.

 Por Horacio Cecchi

“Scusi, io sono Raffaele Dell’Aquina, mi dicono il Rafa.” Ni jota de español, ni jota de sorpresa. Apenas un vago intento de defensa apelando a su nombre y apodo barrial que, ya lo sabían los sérpicos de Interpol, era falso. El martes, Pietro Armando Bonanno, de 49 años, nacido en noviembre del ’56 en Trappani, Sicilia, fue detenido en su casa de Hurlingham, provincia de Buenos Aires. Fue condenado a prisión perpetua por la Justicia italiana y está prófugo de la península desde 2004. El Rafa, il vero Bonanno, vendría a ser para la Justicia italiana el jefe de los grupos de asalto de la familia Minore, el apellido de la mafia siciliana.
El capo de la mafia siciliana, según las fuentes más inobjetables de la Justicia italiana, es Salvatore Minore. El apellido es sinónimo de la mafia sureña, que controla todos los negocios de la isla italiana y tiene raíces en buena parte de los negocios del sur continental. Llegar a ese punto a don Salvatore le costó sudor propio y sangre ajena. En el medio se cruzó, históricamente, otra familia con apetencias, la famiglia Ingoglia, con Pietro Ingoglia a la cabeza.
En esa lucha encarnizada fue que empezó a aparecer el nombre del vero Pietro Armando Bonanno. Fue a partir de una serie de trabajitos para los Minore. El primero, en el ’86, cuando Bonanno era tan sólo Pietro y despuntaba las tres décadas. Para esa fecha, ya llevaba varios cuerpos cargados en su historial, pero absolutos desconocidos. Pero ese año, el Pietro ajustició a Marino Girolamo, un importante guardaespaldas y matón de la familia de los Ingoglia, para esa fecha en plena guerra desatada con los Minore. Para esa época, Italia era el paraíso de la camorra, la dranghetta, la mafia, la cosa nostra y las diferentes expresiones mafiosas peninsulares. Faltaban todavía varios años para que se desatara el festival de crímenes que derivó en el asesinato del juez antimafia por excelencia, Giovanni Falcone, y su esposa.
Tres años después, en 1989, Pietro ya era Pietro Bonanno, y la confirmación llegó con su trabajo más contundente, el que le permitió a su jefe, don Salvatore, ascender al escaño de capo di tutti capimafia y a la familia Minore como sinónimo de mafia siciliana. Ese año, Bonanno aguardó el paso de Pietro Ingoglia, en una ruta, montado en su moto, en una zona que él conocía como la palma de su mano: en la Trappani que lo vio nacer. Le vació el cargador de su 38 Speziale, literalmente lo cosió a balazos. La muerte de Pietro Ingoglia no sólo cerró el ciclo de guerras interfamiliares y concentró el poder mafioso en mano de don Salvatore, sino que además le abrió las puertas de la fama al nombre de Bonanno. De la fama y de sus consecuencias.
De la persecución del jefe del grupo de asalto de la Minore queda constancia por la cantidad de grandes operaciones montadas contra la mafia, en las cuales su nombre ocupaba renglones principales. En relación con Bonanno, las operaciones fueron inútiles e infructuosas porque Pietro logró mantenerse en todo momento bajo el paraguas protectivo del Padrino. En 1992, el mismo año en que fue asesinado a balazos el juez Falcone, la Justicia montó la Operación Leopardo, consistente en infiltrar sus filas, obtener datos, emplear buchones y demás. No dio resultado. Al año siguiente, la Operación Florio, que corrió la misma suerte. En el ’94 la Justicia insistió con la Operación Lilibello. Y dos años más tarde, se lanzaron con la Omega. Los sérpicos no lograban encontrarle nada.
En 1997, en una operación cruzada entre la Polizia Antimafia italiana y el FBI, estuvieron a punto de detectar su punto débil, pero fracasaron. Recién en 2002 los investigadores lograron reflotar el crimen de Ingoglia, con arrepentidos, testigos encubiertos y buches de todo tipo. Lo detuvieron, la Corte de Apelaciones de Palermo lo condenó ese año a perpetua. Sus abogados apelaron a la Casación de Italia. Entretanto, se ganó la libertad vigilada. En 2004, la Casación confirmó la condena. Bonanno no esperó el fallo. Se fugó. El rastro lo ubicó en España, de donde salió como Raffaele Dell’Aquina. En noviembre, con esos documentos, entró a Buenos Aires en Buquebús desde Uruguay, con su esposa, Maria Rosa Daddone, sobrina de otro capo de la Minore. “Compró una casita en Hurlingham –dijo a Página/12 el jefe de Interpol argentina, Luis Fuensalida–. No se le conoce actividad, salvo la compra y venta de algunas propiedades y de un caballo. En el barrio lo conocían como el Rafa, un tipo de perfil muy bajo. A pedido de la Justicia italiana, ubicamos sus llamadas desde dos locutorios en Hurlingham, fuimos cerrando el círculo y el martes lo detuvimos. No estaba armado ni ofreció resistencia”.

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Pietro Bonanno se hacía llamar Raffaele Dell’Aquina y vivía en Hurlingham, con su mujer.
 
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