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Domingo, 27 de julio de 2003

RESEñA

Poeta que tose

ESTRELLA DE LA VIDA ENTERA
Antología poética
Manuel Bandeira

Edic. y trad. Rodolfo Alonso
Edición bilingüe
Adriana Hidalgo editora
Buenos Aires, 2003
210 págs.

por Pablo Pérez

Manuel Bandeira (Recife, 1886), por deseo de su padre ingeniero estudia arquitectura en la escuela Politécnica de San Pablo. Pero en 1904 enferma de tuberculosis y la secuela de su enfermedad le impone una vida de reposo absoluto por lo cual debe abandonar sus estudios. “Si pudiera recomenzar la vida, le gustaría ser lo que no pudo: arquitecto”, escribe en su “Flash autobiográfico de Manuel Bandeira”. Es durante este reposo obligado que Bandeira se dedica a leer y a escribir. En el primer poema de Estrella de la vida entera, antología realizada y traducida por Rodolfo Alonso, encontramos dos versos en los que se condensa toda su poesía: “Yo hago versos como quien llora”, es el primer verso del poema y “Yo hago versos como quien muere”, el último.
En la poesía de Bandeira, que se considera a sí mismo más que poeta un “tísico profesional”, la presencia de la tristeza y de la muerte son una constante: “Y la belleza es triste./ No es triste en sí,/ sino por lo que hay en ella de fragilidad e incertidumbre”. Bandeira parece escribir a pesar de sí –”Estoy cansado de todas las palabras”–, cuando su mayor deseo es morir, desde los primeros poemas (“Toda mi alma huye en la brisa:/ ¡Yo tengo ganas de matarme”) hasta los últimos (“Quiero descansar./ Morir/.../ Todas las mañanas el aeropuerto de enfrente me da lecciones de partir”).
Lejos de concretar su muerte, podría decirse que Bandeira vive su longeva vida (muere en 1968) con estoicismo, encontrando la belleza en donde puede a pesar de una aparente apatía por la vida –”Todo es milagro,/ Todo menos la muerte./ –Bendita la muerte, que es el fin de todos los milagros.”–, y escribe poemas como quien respira o tose –”Tos, tos, tos”–; sin vanidad, a pesar de que ya en vida es considerado como uno de los grandes poetas del Brasil, padre del movimiento modernista brasileño, maestro del verso libre. Una de sus oraciones, además del Padrenuestro, es el verso de Verlaine: “Señor, líbrame del orgullo siempre idiota”.
Su poesía, según Cesar Aira, “tiene algo de anotación cotidiana, de diario íntimo: puede volverlo todo poético, sin adherir nunca a recetas estéticas o estilos garantizados, aunque el suyo es inconfundible”. De esta manera encontramos en Estrella de la vida entera la evocación de una infancia feliz, alusiones a noticias periodísticas, o publicidades –”Las tres mujeres del jabón de tocador Araxa me invocan, me trastornan, me hipnotizan”–. También hay poemas de amor dedicados a varias mujeres, con versos por momentos desconcertantes: “Y te amo como se ama a un pajarito muerto”, o de un erotismo que, como toda su poesía, indaga, además de la frontera entre la vida y la muerte, la escisión del cuerpo y el alma y su reunión en el momento del orgasmo: “Fue entonces que mi alma fue llegando/ fue llegando de muy lejos/ fue llegando/ para de súbito entrarme violenta y sacudirme todo/ en el momento fugaz de la unidad”.

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