La obra de Cecilia Lenardón "Estudio para un retrato de Maximiliano Rossini, 2015/2017" fue la favorita del público en la edición 2017 del Salón Nacional de Rosario, que puede visitarse hasta el lunes 2 de abril en el Museo de Arte Contemporáneo Rosario (Macro), Boulevard Oroño y el río). Desde la inauguración del Salón en diciembre del año pasado (por segunda vez consecutiva se expone en el Macro y no ya en la sede del Castagnino) participaron más de 1200 personas en el concurso #miobrafavorita, triunfando por mayoría esta instalación compuesta de doce fotografías enmarcadas y de una pieza gráfica o "diario", todo lo cual se expone en el piso 7 del Macro.

El público quiere a esta obra. Acudió y escuchó atento, hizo preguntas y participó cuando se habló sobre ella en la galería Gabelich Contemporáneo, donde se expuso el año pasado con una sala para cada parte y la posibilidad de comprar el "diario". Aquel incluía como un insert suelto en su interior los textos de catálogo de Claudia del Río y Guillermo Fantoni, que fueron los oradores en aquel diálogo.

El público quiere a esta obra. Acudió y escuchó atento, cuando se habló sobre ella.

Conceptualmente es impecable: una vuelta de tuerca del arte contemporáneo sobre el género tradicional del retrato. Y sobre el género en otro sentido, por el que se invierte la tradicional fórmula donde la mujer posa y el hombre fotografía. Algo de esto señalaba Claudia Del Río en su texto de catálogo, junto con un gesto previo que es la decisión de Maxi de dibujar sentado. "Me interesaba la idea de ingresar al campo de la fotografía una estructura que funciona con la lógica de lo preliminar, lo inacabado, algo que entra justamente en conflicto con el medio. ¿Cómo generar un boceto fotográfico que no sea en sí una imagen acabada?", pregunta Lenardón en su proyecto de obra.

La edición gráfica, impresa en formato diario, se puede hojear en un tablón sobre caballetes y contiene información verbal mínima. Por sus páginas recurre una serie de imágenes que en la reiteración de posturas se deja leer como una sola con mínimas variaciones. Es la del dibujante Maxi Rossini dibujando en su taller, inmerso en ese tiempo atemporal de la producción de sus dibujos, mientras pasa el tiempo y cambian las estaciones, de lo cual dan indicios los cambios de vestimenta: ropa de verano, ropa de invierno. Es la no noticia del laburo día a día, el trabajo precarizado y no remunerado del artista.

Cecilia Lenardón trabaja en fotografía a partir de la división entre géneros que es tradicional en la pintura, y decidió abordar el género del retrato luego de explorar el de la naturaleza muerta en su libro Los segundos (EMR, 2014). Tanto sus naturalezas muertas como este retrato múltiple tratan del paso del tiempo, "ese tiempo del que uno no es consciente, que pasa indefectiblemente; eso está dicho en la insistencia sobre escenas que se repiten", reflexiona Lenardón. Le interesa, dice, "tratar el tema del trabajo en el arte de manera no idealizada; mostrar el trabajo real y concreto, las horas de trabajo".

¿Cómo hablar del tiempo en una misma escena, con el medio fotográfico que es instantáneo? Esa es una de las preguntas que guían su práctica. La respuesta está en ese "diario" que es el equivalente fotográfico de un "cuaderno de bocetos", y en el magnífico retablo compuesto por doce fragmentos. Esto fue posible gracias a una fina estructura de carpintería que construyó Ariel Costa, donde los marcos están encastrados unos con otros para generar, dice la autora, "la recomposición ilusoria de la escena" a partir de tomas realizadas en días distintos, como una versión existencialista de los famosos fotomontajes "cubistas" de David Hockney. "Se distorsiona la escena porque cada fotografía aporta un diferente punto de vista", observa Cecilia Lenardón, quien, además de fotógrafa, es psicoanalista.

‑-¿Tiene que ver con su otra profesión esto de que no es posible dar cuenta de un sujeto en una imagen única?

-‑¡El inconsciente se escurre por los intersticios! ‑responde con una carcajada sorprendida. La pregunta le ha desarmado sus certezas.