Quien pase por la avenida Santa Fe y llegue a Plaza Italia verá una curiosidad, que el viejo y tradicional acceso del Jardín Botánico está abierto “provisionalmente”, como anuncia un cartelito. Desde hace añares, la única entrada del parque está a la altura de Armenia, justo enfrente del edificio central de ladrillos. La solución al misterio está justamente ahí: se entra por Plaza Italia porque Espacios Verdes le está construyendo una nueva entrada al Botánico. Y esa entrada es horrible, un atentado a la escala y el estilo del lugar.

Al contrario del zoológico, el Botánico Carlos Thays siempre tuvo un perímetro modesto, sin arcadas ni grandes gestos. Todavía es memoria de muchos su vieja alambrada ornamental, como las de tantas quintas de barrio pero grande, con postes de madera con un remate en esfera. Los portones eran simples puertas grandes y sólo en la esquina que mira a Garibaldi se asoma un poquito de piné, como para no quedar mal frente al zoo grandioso. Esto debe ser en parte una casualidad, como tantas cosas municipales, y en parte una manera de destacar el verde interior. El Botánico es en rigor un parque especializado, una gran plaza educativa y científica creada en una época en que a nadie se le ocurría esencial cercar el verde urbano. Por eso se lo protegía con una discreción a agradecer, que permitía hacerlo descansar de noche, cuidarlo de desmanes sin cerrarlo realmente al público.

Esta modestia no es el estilo de nuestros actuales gobernantes, que decidieron hacer la enormidad que se ve en la foto. La entrada ya desarmada era una reja simple, que enmarcaba el edificio central de ladrillo rojo en una de las tantas perspectivas del lugar, cumpliendo su función sin molestar. El bodrio en ejecución es un óvalo de hormigón con un muro lateral que debe esconder alguna instalación, más espacios traslúcidos. Todavía se ve asomar el edificio central por encima, pero en los dibujitos a futuro ya no se lo ve.

Para peor, el diseño es realmente carioca. Se va a reemplazar la vereda con una superficie con hojas dibujadas y el muro tendrá las mismas hojitas más apiñadas. Arriba del óvalo van plantas, al parecer unos arbustos y algunas cortaderas, como si hicieran falta en el Botánico. La lógica del lenguaje de diseño es elemental, dibujos de plantitas para entrar a ver plantitas de verdad. Hace pensar que le falta un enano de jardín...

Uno ya se acostumbró a la pobreza conceptual y material de las obras públicas del PRO, pero este artefacto en el elegante Jardín Botánico porteño es demasiado.