Ya es una historia conocida para los macristas: Elisa Carrió tensa la cuerda y luego se distiende. Volvió a ocurrir esta semana cuando la dirigente dijo que Macri “no era decente” porque viajó siempre en helicóptero y en avión privado. Fue el momento más álgido de la pelea por los canjes de pasajes de los diputados, por los que ella recibió 355 mil pesos el año pasado. Poco después, Carrió sacó un comunicado aclarando que no quiso decir que Macri no era “decente”, sino que no era “austero”. En el macrismo, lo tomaron como otro episodio más en una relación que tiene sus constantes vaivenes, pero que se sostiene en el tiempo. 

En el Gobierno, resumieron las sensaciones del día después de la última andanada de Carrió con una expresión inglesa: “No hard feelings” (Sin resentimientos). Los dirigentes del PRO que tienen a su cargo mantener la relación (entre ellos, José Torello, Fabián Rodríguez Simón y Emilio Monzó) reconocen que ya se han ido acostumbrando a las tormentas que luego amainan. De todas formas, la Elisa Carrió que cuestionó a Macri y emitió un comunicado bajando el tono horas más tarde da señales de que no quiere romper. Más allá de que a veces diga lo que piensa sobre Macri.

Lejos quedó la dirigente que acompañó a Aníbal Ibarra y dijo que era “el mejor candidato a jefe de gobierno. Y más frente a un contrabandista como es Macri”. “Yo no sabía cómo iba a explicarles a mis hijos que empresarios ligados al robo del país pudieran ganar”, dijo tras la derrota del líder del PRO. En 2007, sostuvo “no es lo mismo Carrió que Macri. No pidan un rejuntado para un picadito de fútbol en la esquina. Macri no puede hablar en tercera persona de los barrabravas”. En 2009, lo ninguneó: “Está claro que Mauricio Macri tiene una incompetencia feroz. Alguien le tiene que decir: ‘You are stupid’”. En 2011, lo ubicó entre los “candidatos que garantizan la impunidad” y le recordó los “negocios de su padre”. E incluso en 2013 le recordaba que gastaba millones en la campaña, algo que volvió ayer cuando, tratando de recomponer el vínculo, dijo que no sabía “ser austero”. Lo que indica que, bajo el manto de apoyo, Carrió no cambió muchos de sus pensamientos sobre el presidente.

No obstante, este no es el primer encontronazo que tuvieron. En 2016 la tensión creció cuando Carrió lo denunció al presidente de Boca Juniors, Daniel “El Tano” Angelici, como “operador judicial” y cuestionó que no la acompañaran en su andanada contra el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti. Se trata de dos tópicos nunca resueltos, que ella volvió a recordar esta semana. Después de eso vino, como tantas veces, un encuentro con Macri y con Ernesto Sanz y la distensión posterior. 

También tuvieron discusiones por la suba de tarifas y por el apartamiento momentáneo de la Aduana de Juan José Gómez Centurión. Incluso le reclamó públicamente que echara a Silvia Majdalani de la AFI. “No puedo creer que el Presidente la sigue sosteniendo... No sé qué voy a hacer si la sigue sosteniendo”, dijo Carrió. Macri la siguió sosteniendo y no pasó nada

En 2017, la tensión se centró en que ella quería ser candidata en la provincia de Buenos Aires y tanto María Eugenia Vidal como Macri terminaron por ubicarla en la Ciudad. Todo terminó por estallar cuando Carrió dijo que la dejaban sola ante las denuncias judiciales que le hacía Lorenzetti. Valen los contrastes: en ese caso, el presidente, el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta y la primera plana del macrismo salieron en masa a destacar su apoyo a Carrió. Ayer no salió nadie.