“No retomé contacto con Cristian, no hablamos, y la verdad, sinceramente, si me llama, no sé si tengo ganas de hablar con él, creo que no”, dice Lucas Salinas, el productor del frustrado show de regreso de Viejas Locas, con Pity Álvarez a la cabeza, en el club Argentinos del Norte de Tucumán. El reencuentro de Pity con su público tras su rehabilitación estaba pautado el sábado 7 de abril a la 22, pero el cantante llegó al predio pasadas las 4 de la madrugada, luego de una serie de sucesos que demoraron su presencia, y se negó a tocar. Salinas había contado al diario La Gaceta que el líder de Viejas Locas estaba muy entusiasmado con el regreso, pero que tras la salida del músico del hospital, y hasta el momento del recital, el trato fue complicándose. El productor, que planeaba junto con Pity hacer más shows, en otras ciudades, en el caso de que todo saliera como lo habían planeado, asegura que todo el tiempo hizo las negociaciones con el mismo Pity, sin intermediarios y de palabra. “No hay managers, no hay productores. Habíamos generado una relación, un vínculo de confianza en el que yo podría haberle, quizás, ayudado un poco. Pero hasta el momento él se maneja solo, no hay absolutamente nadie que sea el intermediario. La relación era entre él y yo, nada más”.

Exequiel, que sacó la entrada como el resto del público, cuenta que el show “se veía muy bien montado, con un escenario importante”, al igual que los accesos y los controles de ingreso. “Entramos y todo transcurrió normal. La gente se fue molestando con el paso del tiempo, se fue cansando. Había muchos colectivos que llegaron de distintos lados y se veía a la gente acostada o sentada en la cancha. Se había hecho muy larga la espera”, cuenta. Y si bien el ingreso se había dado con normalidad, dice que “había rumores” de que Pity no estaba yendo hacia Tucumán. A la 1.30 de la mañana se emite en las pantallas un video en el que Pity comunica que había tenido un “gravísimo problema” y que lo esperen una hora y media más que iba a llegar y tocar. Una filmación que se viralizó en redes sociales reproduce los insultos hacia el líder de Viejas Locas: “culiado, cabeza de pingo, ura”.  

Al cierre de esta edición, Salinas ratifica lo dicho luego del show que no fue: “No hay cambios, el tema de la devolución de entradas es imposible para todos los puntos de venta, lamentablemente. Es un bajón que la gente termine perdiendo, con esto que ha pasado. El único punto que va a devolver las entradas es Norte Ticket, que es donde la gente compró con tarjeta de crédito, pero yo creo que no son ni cien entradas, porque sumé recién ese punto de venta una semana antes del show”. 

“Era sabido –dice Carlos, también parte del público-, fuimos todos pensando en cuánto tiempo había que esperar”. Cuenta que “nadie se lo tomó mal, pero después, cuando se armó el quilombo, fueron quince o veinte los que comenzaron a romper una carpa. Llamó la atención que nadie de la seguridad de la organización, los detuvo o los paró. Se sabía que en algún momento la gente iba estallar. Por suerte no fue una desgracia, fue como esas crónicas de una muerte anunciada, vas viendo lo que va a pasar”, dice, y agrega que el fuego que prendieron en el medio del predio nunca estuvo descontrolado y que ni siquiera hubo corridas.  

Entre las 4 y las 4:30 se anuncia al público a través de las pantallas que en diez minutos saldría la banda a tocar. Se vieron sombras en el escenario y algunos sonidos de los instrumentos, pero esa situación se fue prolongando por media hora hasta que se cortó la luz del escenario. “Y entonces la gente presupone que el espectáculo no se va a hacer. Ahí empiezan los incidentes. Fue un grupo, y si estamos pensando en un recital donde la organización dice que no había diez mil personas pero que hubo entre cinco mil y siete mil, los que participaron de los incidentes no fueron más de cincuenta; cien, exagerando. Empezaron a agitar la torre de sonido que estaba en el medio del campo. La gente que estaba trabajando ahí se fue. Empezaron a tirar los equipos hacia una especie de fogata y a robarse otros. Y ahí es que aparece el Pity, como a las 5 de la mañana. El tipo sale al escenario acompañado por unos de seguridad y no tenía mucho que hacer porque no tenía sonido, no tenía micrófono. Se lo ve a él como repartiendo unos besos”, dice Exequiel. Luego de que Pity se fuera del escenario, subieron unas treinta personas que comenzaron a tironear del telón que estaba enganchado a una columna de luces. “Creo que no pasa a mayores porque en ningún momento interviene la policía. Además la reacción general fue la de irse, no la de hacer quilombo”, cuenta Exequiel y agrega Carlos: “La bronca, hasta donde vi, fue porque no tocó, no hubo una frase detonante”. 

El público reclama la devolución del dinero de las entradas, Pity sigue sin dar explicaciones y  Salinas asegura que la situación legal “es complicada”, ya que no habrá reembolso. “La gente reclama porque pagó por un show que lamentablemente no se hizo. Trato de explicarles que él llegó, estuvo arriba del escenario pero el show, en definitiva, decidió no hacerlo”, se planta, y cierra: “Él estuvo ahí; o sea que mi parte, como productor, yo la cumplí”.