Los duelos de “piedra, papel o tijera”, como lo llamamos por estas tierras, o “cachi pun”, “pin pon papas” o “chinchanpú”, como lo denominan en diversos lugares de América Latina, son un juego que trascendió generaciones y nunca perdió vigencia. La reciente competencia japonesa de jankentaikai -que es como se lo conoce en ese país- que congregó miles de seguidores por tv, twitter y otras redes sociales volvió a ponerlo por unos días en el candelero mediático de los programas de interés general de todo el orbe y en lo que a nosotros refiere nos sirve como disparador de un análisis que trasciende el mero divertimento.

Si bien una característica destacable de este juego es la prescindencia total de soportes mecánicos, digitales o cualquier otra forma de requerimiento de mano de obra industrial y/o de intermediación comercial, no es sino en sus simples reglas lúdicas donde desde chicos aprendemos sobre la relatividad del poder de cada elemento (la piedra, la tijera o el papel) ya que su capacidad para vencer obstáculos (o rivales) se potencia o disminuye de acuerdo al contexto (o rival) que deba enfrentar. 

Y es justamente esta noción sobre la relatividad contextual de la eficacia de los elementos y/o instrumentos, la que me parecería útil transpolar a la planificación de políticas públicas, donde observamos que con frecuencia los gobiernos se “enamoran” de modelos y/o caen en el facilismo de replicar obras o programas exitosos a lugares o contextos diametralmente diferentes.

Hace unos años, ante la estrambótica idea del gobierno porteño de  peatonalizar la calle Tacuarí de Rivadavia a Martín García atravesando los barrios de Monserrat, Constitución y parte de Barracas, decíamos que “peatonalizar la calle Tacuarí hasta Barracas es como construir un subte a La Plata”. El subte es una buena idea y un buen medio de transporte, pero no para ir a La Plata o Luján. (<https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/m2/subnotas/2188-202-2011-12-16.html>). Ahí dábamos cuenta de cómo los funcionarios se enamoraron de la buena repercusión pública que tuvo la peatonalización de algunas arterias del microcentro (en particular la calle Reconquista en ese entonces) a pesar de la precariedad de los elementos utilizados en el diseño y mobiliario urbano, y quisieron trasladarla o entornos totalmente distintos. 

Para ser justos, este replique de medidas con repercusión positiva focalizada a cualquier otro ámbito o contexto no fue propiedad exclusiva del ministerio de Desarrollo Urbano porteño. En la mayoría de las municipalidades del Gran Buenos Aires extendieron los útiles (en un principio) lomos de burro que se colocaban en los años 80 y 90 en arterias internas de los barrios residenciales, a todo tipo de calzada, sea avenida y hasta ruta. No debiéndonos asombrar que en cualquier momento se instalen en alguna autopista.

Dentro de un contexto positivo que me niego a desdeñar, como es que se ha convertido en “política de estado” tanto en la Ciudad como en la Provincia, la apuesta al transporte público en detrimento del uso del automóvil particular para afrontar la problemática del tránsito y el transporte, es que creo necesario señalar algunas alertas sobre las réplicas “llave en mano” de modelos y sistemas con buena repercusión mediática.

A simple modo de ejemplo, la repercusión positiva que tuvo la implementación de la terminal subterránea de combis/charter en la zona del Obelisco, ordenando significativamente las paradas y mejorando la accesibilidad, llevó a algunos a querer centralizar en la misma zona todos los transportes públicos que acceden al área central construyendo una gran estación ferroviaria central a un costo más que millonario. Semejante inversión bien podría utilizarse en por ejemplo la electrificación del Belgrano Sur que saliendo desde el sur porteño atraviesa el Partido de La Matanza.

Volviendo al eje conceptual de esta columna, tanto en el juego del piedra, papel o tijera como en las decisiones sobre políticas públicas aparece un factor común, como es la relatividad del poder de cada instrumento ante cada contexto o circunstancia. Hay un elemento diferenciador fundamental: en el juego se gana con intuición, suerte o ambas, pero a las problemáticas sociales y urbanas se la vence con estudios y planificación.