Un veterinario cordobés comenzará a ser juzgado la semana próxima por el crimen de dos amigas y el intento de homicidio de otro joven en una plaza del barrio porteño de La Boca, a quienes atacó con una navaja cuando estaban festejando un cumpleaños. El debate se iniciará el jueves a las 11 y estará a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal 22, ubicado en el sexto piso de los tribunales de Comodoro Py 2002, en Retiro, aunque todavía no se definió en qué sala se realizarán las audiencias.

El único imputado es Martín Bonetto (29), quien llega al debate procesado y detenido por los homicidios agravados por alevosía de Nuria Couto (18) y Natalia Grenbenshicova (15), y la tentativa de homicidio simple del otro joven.

“No lo veo fácil, pero vamos a continuar con la lucha para que sea condenado. Tengo la esperanza de que al final tengamos justicia”, dijo Anna Rodionova, madre de Natalia, que en el juicio estará representada por la abogada Liliana Borysiuk.

Los jueces Angel Nardiello, Patricia Cusmanich y Sergio Paduczak tienen previsto escuchar a unos 50 testigos durante las jornadas fijadas inicialmente (14, 21 y 28 de junio), entre ellos familiares de las víctimas, personas que estaban ese día en la plaza, policías y peritos psiquiátricos. Los peritos serán clave en este juicio porque lo que se debe determinar es si Bonetto, que está alojado en el Programa Interministerial de Salud Mental Argentino (Prisma) del Complejo Penitenciario Federal N°1 de Ezeiza, es inimputable, es decir, si no comprendió la criminalidad de sus hechos cuando mató a las jóvenes.

De hecho, la causa llegó a juicio por decisión de la jueza de instrucción Wilma López, pero tras la insistencia de los fiscales de La Boca Susana Calleja y Marcelo Martínez Burgos, luego de que la magistrada, en dos ocasiones, declarara inimputable a Bonetto y considerara debía permanecer en un psiquiátrico.

El hecho se registró el 11 de octubre de 2016 alrededor de las 16, cuando Nuria y Natalia salieron de la Escuela Superior de Bellas Artes Manuel Belgrano, donde la mayor era egresada y empleada y la menor cursaba tercer año. Las dos amigas se dirigieron junto con otros jóvenes al Parque Irala, a unas dos cuadras del estadio del club Boca Juniors, para tomar mate y festejar el cumpleaños de uno de ellos. Según quedó acreditado en la instrucción, los jóvenes cantaban y tocaban la guitarra cuando se les acercó Bonetto, quien se sentó junto a ellos y entabló conversación. 

De repente, el imputado se abalanzó sobre Nuria y la apuñaló 17 veces con una navaja. Mientras un amigo de la joven, Martín Ranrock, comenzó a gritar pidiendo ayuda, Bonetto también intentó apuñalarlo y comenzó a perseguirlo, pero luego cambió de objetivo y tomó por la espalda a Natalia, quien se encontraba cerca de una fuente que tiene la plaza, y le asestó cuatro puñaladas en distintas partes del cuerpo.

Los ataques fueron presenciados por diversos testigos, algunos de los cuales asistieron a las víctimas y llamaron al SAME, mientras que otros corrieron tras el imputado –quien siempre exhibía el arma blanca– hasta que lograron rodearlo y reducirlo. Cuando la multitud se dispersó, Bonetto tenía clavada su propia navaja en la cabeza y presentaba una lesión de arma blanca en el tórax.

Tras la agresión, una pareja que se encontraba en el lugar trasladó a Nuria y a su amigo al Hospital Argerich, mientras que Natalia fue llevada hasta el mismo centro asistencial por el SAME. Pese a los esfuerzos médicos y diversas intervenciones quirúrgicas, Couto murió el 5 de noviembre, mientras que el deceso de Grenbenshicova se registró el 24 de ese mismo mes.

A sólo dos meses del doble crimen, la jueza López consideró que Bonetto era “inimputable”, lo sobreseyó y ordenó su internación durante 25 años en el Prisma, aunque luego la Cámara del Crimen revocó la medida y tuvo en cuenta una carta manuscrita del sospechoso en la que admitió su culpa y afirmó: “Soy víctima de mi propia mentira”. Bonetto reconoció que, “bajo los efectos del miedo a ser puesto en juicio y condenado”, mintió para ser declarado inimputable y que se sentía “absolutamente culpable”. “No fui inducido por ningún demonio a ejecutar mi plan de asesinar, lo hice porque era mi voluntad más profunda en ese momento, nada puede hacerse sin el consentimiento de uno mismo”, dijo el acusado.

No obstante, la jueza insistió en su sobreseimiento por segunda vez, lo cual también fue revocado por sus superiores tras las apelaciones de la fiscalía y las querellas. Tras ello, se realizaron dos nuevas juntas jédicas, las cuales concluyeron que Bonetto no padecía secuelas de la lesión en la cabeza y se entrevistó a distintas personas que dieron cuenta sobre su personalidad. En base a esas probanzas, la causa logró llegar a juicio oral.