“El presidente Macri y yo sostuvimos una reunión muy constructiva”, relató Christine Lagarde, titular del FMI, en su cuenta de twitter y en el comunicado que emitió el organismo poco después del mediodía en Québec. Lo curioso es que el comunicado se conoció bastante más temprano que la hora prevista para el encuentro. ¿Qué había sucedido? Que Lagarde y Mauricio Macri se cruzaron en un salón Le Manoir Richelieu, donde esperaban ser recibidos por Justin Trudeau, premier canadiense y anfitrión de la Cumbre del G7 en Canadá. Compartiendo la espera se saludaron, posaron sonrientes ante fotógrafos de  agencias de noticias, conversaron brevemente y el encuentro protocolar le alcanzó a Lagarde “para suspender la reunión bilateral que había sido planificada para cuatro horas después”, según relató el periodista del diario La Nación acreditado a dicha cumbre.  

En la agenda presidencial figuraba el encuentro con la directora gerente del FMI para las 17.30 (hora de Argentina). La recepción de Trudeau a los visitantes estaba previsto para el mediodía, y así ocurrió. Y pese a que el encuentro Macri-FMI mutó en breve charla “de parados”, la elegante Christine tuvo la amabilidad de darle carácter de “reunión”, además de colmar una vez más de elogio a la gestión del gobierno. 

 “El presidente Macri y yo sostuvimos hoy una reunión muy constructiva”, dice el documento distribuido por el FMI que declaró su directora gerente tras el encuentro. “Reiteré mi respaldo a las importantes reformas anunciadas por el ministro Nicolás Dujovne y por el presidente del Banco Central Federico Sturzenegger”, refiere. 

 Luego apunta, siempre a titulo personal, llamativas consideraciones sobre la pobreza y la igualdad de género. “Como ya he señalado, la protección de los pobres y los más vulnerables es un componente crítico del plan, enfoque que cuenta con todo mi apoyo. Asimismo, me siendo alentada por los esfuerzos del gobierno por eliminar las disparidades entre hombres y mujeres en Argentina y avalo plenamente sus planes en ese sentido. Espero continuar nuestro diálogo en el contexto de la reunión en los ministros de Hacienda y los presidentes de los bancos centrales del G20 que tendrá lugar en Buenos Aires en julio”, finaliza el comunicado.

 Ni una sola referencia al blindaje, o crédito condicionado, que el gobierno argentino se apuró a anunciar pero que aún no fue firmado. Si la protección de los pobres y de los más vulnerables es un componente crítico del plan económico, bien valdría hacer alguna consideración sobre cómo va a afectar a éstos –y a los que pasen a serlo– el ajuste en marcha. Como si se pudiera resolver dicha “protección” con la licencia otorgada por el FMI de poder aumentar en 0,2 puntos del PIB (sobre el límite de déficit fiscal primario impuesto) la asistencia social del año que viene, si fuese necesario.

En vez de eso, Lagarde insiste, tratándolo como si fuera una batalla personal, de mostrar un rostro más humano del Fondo, preocupado por la situación social en los países que monitorea. Como si lo ocurrido en Jordania (protestas masivas contra el ajuste que voltearon un primer ministro, hace menos de una semana) o en Grecia (prolongación del ajuste y la crisis desde hace más de ocho años) no fueran el fruto de recetas e imposiciones, a favor de los intereses de los acreedores y en contra de la población, que son las mismas que el organismo repite desde 1956, su año de origen. Nada nuevo allá en el Fondo.